El Atlético de Simeone por fin desbordará
El Atlético de Madrid es incapaz de desbordar porque no tiene desde hace un lustro a nadie que sepa hacerlo. Y esto es así desde que Maxi Rodríguez se marchó a Anfield en enero de 2010
Para todo lo que nos rodea, aunque nos parezca increíble, existe una relación causal que explica por qué sucede algo. Lo que sea. Lo más mínimo. El sol se pone por el oeste porque la Tierra gira sobre su eje en un sentido y no en el contrario. La calzada de las carreteras es más o menos oscura dependiendo de la cantidad de alquitrán utilizada. El Atlético de Madrid es incapaz de desbordar porque no tiene desde hace un lustro a nadie que sepa hacerlo. Y es por esa relación causa-efecto por lo que el Atleti se ve en repetidas ocasiones incapacitado para superar a equipos encerrados en su campo. No hay un jugador que rompa, que con un regate desarbole a un lateral y su ayuda. No desde que se fue Maxi.
Y eso que un césped en muy mal estado no permitió a la afición colchonera disfrutar en plenitud a un extremo diestro fabuloso como era (y es) Maximiliano Rodríguez. Si aquel partido entre España y Argentina no se hubiese jugado de manera negligente en la Nueva Condomina, probablemente todo atlético tendría muy grabado en la retina a este rosarino, que fue el último en enseñarle a los rivales la pelota para después escondérsela y superarles para poner centros, pases de la muerte y goles a porrillo.
Desde que Maxi decidió marcharse con Rafa Benítez a Anfield, el Atleti no ha vuelto a tener un tipo que mirase a los ojos a un lateral y lo destrozase con los pies. Ni siquiera Simão Sabrosa era un extremo de ese corte, ya que su fuerte era, sobre todo, el golpeo de balón con una pierna derecha de oro. No ha habido en estos últimos cinco años grandes jugadores de banda en el Calderón y por eso Diego Pablo Simeone decidió que este verano había que ir a por uno, porque a Jackson Martínez hay que servirle balones de verdad.
La pregunta ahora es si Yannick Carrasco es el ideal para ese rol. Tiene unas cualidades técnicas soberbias y un regate que dejaría sentado hasta al defensa más fiero. Claramente, el Atlético volverá a tener desborde, un hombre fijo en una banda que encare a su par y lo sobrepase, generando así superioridad numérica en zonas de peligro. Pero Carrasco no es, digámoslo así, un extremo de los de antes, como podía serlo Maxi, o Petrov, o Galletti, si nos ponemos ya casi nostálgicos.
Es diestro, pero su lugar habitual, como dijo en su presentación con el Atlético, es la banda izquierda. Es un extremo de nuestra época. Ha cambiado y mucho la concepción del extremo en el fútbol actual. Hoy en día, un ejemplo de extremo puro, natural, es Jesús Navas. Lo contrario, por poner un ejemplo y sin ánimo de comparar carreras, puede ser Robinho. El brasileño, como el hispano-belga tiende a buscar el hueco hacia dentro y no hacia afuera, para así tener más espacio para disparar o buscar una asociación en corto. Lo que el Madrid lleva intentando sin éxito hacer con Bale, vamos.
Lo que está claro es que Simeone gana con Carrasco una pieza que no tenía desde que es entrenador rojiblanco. De él dependerá cómo utilizarlo. Carrasco no ha sido de esos que dice "a mí me da igual dónde jugar, lo que diga el entrenador". Dijo claro que él juega en la izquierda. Es decir, quiere romper hacia adentro, como ha hecho toda su corta pero muy productiva carrera en el Monaco. Es otra alternativa. ¿Y si este fichaje le hace olvidar su querido 4-4-2 para jugar un 4-3-3 con Carrasco y Griezmann escoltando a Jackson? Uno a la izquierda, otro a la derecha. Y Vietto y Correa en la recámara. Pues no suena mal...
Para todo lo que nos rodea, aunque nos parezca increíble, existe una relación causal que explica por qué sucede algo. Lo que sea. Lo más mínimo. El sol se pone por el oeste porque la Tierra gira sobre su eje en un sentido y no en el contrario. La calzada de las carreteras es más o menos oscura dependiendo de la cantidad de alquitrán utilizada. El Atlético de Madrid es incapaz de desbordar porque no tiene desde hace un lustro a nadie que sepa hacerlo. Y es por esa relación causa-efecto por lo que el Atleti se ve en repetidas ocasiones incapacitado para superar a equipos encerrados en su campo. No hay un jugador que rompa, que con un regate desarbole a un lateral y su ayuda. No desde que se fue Maxi.