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Simeone puso un autobús en el Bernabéu al que no se subió después de perder
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ahora sí, el tercer puesto es su único objetivo

Simeone puso un autobús en el Bernabéu al que no se subió después de perder

Al Cholo se le quedó la garganta seca de tanto repetir que su único objetivo era ser tercero en la Liga. Ahora, después de dos autobuses perdidos, ese objetivo es su único camino para salvar el año

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Cuando uno se sienta por primera vez ante una pantalla para visionar El Golpe se pasará el resto del día (puede que la siguiente semana entera) tarareando la celebérrima banda sonora y quedará prendado o sentirá envidia de Paul Newman. Hay quien prefiere a Robert Redford, pero eso ya es cuestión de preferencias. En mi caso particular, terminé la película con la extraña sensación de que el golpe no era tal, sino que en realidad era un timo muy lejos de las fastuosas estafas de Victor Lustig. Consiguen una cantidad de dinero, sí, pero menor a lo que cabía esperar para preparar toda la parafernalia que conlleva ese timo. Parecía que iba a ser muy grande, pero acabaron conformándose con mucho menos. Exactamente lo mismo le ha pasado al Cholo Simeone. El Atleti apuntaba alto, tan alto como el año pasado, pero al final se conformará con un montante en forma de tercer puesto clasificatorio.

En el largometraje, Newman dispara a Redford porque lo ha traicionado y el jefe de policía le dispara al primero. Y luego resulta que todo forma parte del tinglado. El único disparo que hubo en el Bernabéu fue el que se pegó el propio Diego Pablo Simeone a sí mismo. Se pegó un tiro creyendo y confiando que el Real Madrid iba a seguir tan negado contra su equipo como en los anteriores siete partidos, por esperar que un rechace, un córner o un ángel del Señor se presentase en casa del enemigo para pintar de rojiblanco el pase a semifinales. Chicharito se encargó de que la maraña del Cholo no funcionase. Apostó fuerte y perdió.

Porque también se apuesta fuerte haciendo nada. Tener tres reyes y dos ases y no ir a por todas es también una apuesta muy arriesgada. Simeone creyó que iba a poder volver a estar entre los mejores cuatro de Europa haciendo menos incluso que lo que hizo el Inter de Mourinho contra el Barça y por lo que tantos palos le cayeron (justos algunos, sin duda). No puso un autobús ante el Madrid, sino dos. Uno detrás de otro: primero en el Calderón y luego en Chamartín. Y cuando uno de los autocares perdió una rueda (la expulsión de Arda), volcó y el Madrid encontró la vía de escape que necesitaba.

Si por algo se ha caracterizado Simeone desde que es entrenador del Atleti es en el buen ambiente colectivo que se ha formado en la plantilla año tras año. Parece una gran familia feliz que vive juntauna época de prosperidaddespués de década y media de depresión, y lo celebran todos juntos a la mesa con champán y ostras. Eso fue así, hasta que a la octava, el Madrid le ganó el partido más importante que le tenía que ganar, como ya hiciera en la final de la Champions. Entonces el Cholo se separó de la manada y se fue a cenar por su cuenta con su jefe de prensa y el preparador de porteros del club. La plantilla volvió al Cerro del Espino descabezada.

Una vez más, Diego Simeone y Germán Burgos separaron sus caminos, como Lindsey Lohan y ella misma en esa película de cinesiesta que protagonizó doblemente. Y digo ‘una vez más’ porque ya estuvieron separados a la hora de firmar sus contratos con el Atleti. El Cholo firmó su ampliación hasta 2020, pero el Mono se quedó al margen, contrariado por unos números que aparecían en papel, los cuales no eran los que él había pedido. Tampoco estaba el Profe Ortega. El preparador físico ya renovó, el Mono está cerca de hacerlo.

El entrenador es un ganador nato. Odia perder sobre todas las cosas y es imposible que otra cosa que no sea levantar un trofeo le contente. ¿Recuerdan cuando nadie se creía eso de que el Cholo sólo pensaba en el tercer puesto, que nada más allá de ese limitado objetivo entraba en su cabeza? Pues él sí se lo creía. Otra cosa es que le gustase creerlo, pero sabía que habiendo perdido lo que había perdido, era imposible volver a optar por hacer algo similar al año pasado, incluso a los dos años anteriores. Ser tercero era una realidad entonces y ahora se ha convertido en la única realidad posible.

Porque ahora mismo el Atleti sólo aspira a ser tercero, ese será su título este año si lo acaba consiguiendo. El primer año en blanco de Simeone no acabará siendo tan doloroso si evita empezar la ronda previa de la Champions League y así no empieza la pretemporada antes de julio. A nueve puntos del Barça y a siete del Madrid a sólo seis jornadas del final le hace mirar con recelo sólo al Valencia, que se mantiene a cuatro por detrás. Ser tercero que lo que apuntaba a una temporada similar a la pasada no seael primer fracaso de la gestión de Simeone.

Cuando uno se sienta por primera vez ante una pantalla para visionar El Golpe se pasará el resto del día (puede que la siguiente semana entera) tarareando la celebérrima banda sonora y quedará prendado o sentirá envidia de Paul Newman. Hay quien prefiere a Robert Redford, pero eso ya es cuestión de preferencias. En mi caso particular, terminé la película con la extraña sensación de que el golpe no era tal, sino que en realidad era un timo muy lejos de las fastuosas estafas de Victor Lustig. Consiguen una cantidad de dinero, sí, pero menor a lo que cabía esperar para preparar toda la parafernalia que conlleva ese timo. Parecía que iba a ser muy grande, pero acabaron conformándose con mucho menos. Exactamente lo mismo le ha pasado al Cholo Simeone. El Atleti apuntaba alto, tan alto como el año pasado, pero al final se conformará con un montante en forma de tercer puesto clasificatorio.

Diego Simeone
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