Se fichó a Mandzukic, se recuperó a Torres, pero el heredero de Costa es Griezmann

Este martes en el Vicente Calderón, a una hora intermedia en la que es difícil definir si decir ‘buenas tardes’ o ‘buenas noches’, el Atlético de Madrid recibe una vez más al Real Madrid. Pero poco tendrá que ver con otros derbis que nuestros ojos hayan visto, aunque bien es verdad que nos están malacostumbrando a que todos sean decisivos y realmente bonitos y emocionantes. La presión será enorme, insoportable para los débiles, complicada de llevar para los expertos. Pero el día que un rojiblanco más podría acordarse de los héroes perdidos por el camino veraniego, hay un futbolista que promete no temblar en ningún instante, sino liderar la vanguardia atlética. Ese no es Mandzukic, ni Torres. Por supuesto no es Jiménez. Es Griezmann.

Quién iba a decir que el chico rubio del desafortunado peinado sería el que sustituiría en materia numérica a Diego Costa. El Atlético había tenido que sustituir de manera ininterrumpida a su goleador en los últimos ocho años. Primero se fue Torres y el Atleti se trajo a Forlán para juntarlo con Agüero. Después, se fueron estos dos y no tembló el pulso para fichar a Falcao. Se fue este y ya estaba Costa preparado para coger el relevo, como si esto fuese una carrera del 4x100. Pero esta vez, el que estaba llamado a sustituir al hispano-brasileño no era Griezmann, sino Mandzukic. Pero curiosamente, el que lidera al Atleti en goles es el francés.

No es en absoluto una crítica al delantero croata, sino más bien un halago muy pronunciado hacia Griezmann. Mandzukic ha cumplido con lo que se le ha pedido, que es aportar goles en todas las competiciones y de manera regular. No ha pasado más de dos partidos consecutivos sin marcar y en varias ocasiones ha anotado más de un gol. De hecho, muchos tantos del ex del Bayern han servido para que el Atlético consiga puntos, o títulos, como el que anotó en la vuelta de la Supercopa de España al Real Madrid. Su rendimiento es de, al menos, un notable alto. Más que nada porque tenía el listón muy alto y no se está quedando atrás, al menos no mucho.

Fernando Torres ha sido un goleador toda su vida. Se ha dedicado a eso desde que le calzaron unas botas con tacos en Fuenlabrada. Lo hizo en su primera etapa en el Atlético, lo hizo y muy bien en el Liverpool y ahí se quedó su ferocidad. En el Chelsea dejó de marcar con regularidad y de jugar, incluso. En el Milan marcó un gol en toda una vuelta y en su vuelta a casa va por el mismo camino. Un gol en 13 partidos de Liga y otros tres en cuatro partidos de Copa. Y ahí se acaba su registro esta temporada. Es decir, no es Torres tampoco el que aterrizó en invierno para sustituir a Diego Costa. O puede que sí, pero no está desempeñando ese papel ni por asomo.

Lo impresionante del caso de Griezmann es que no se le fichó para ser el gran goleador del equipo, como estamos viendo, sino ese jugador diferente que impregnase a la mediapunta del Atlético de velocidad y calidad técnica. Fue durante muchos años un extremo izquierdo bastante puro, de los de llegar a la línea de fondo. Poco a poco, su calidad innata le hizo irse cada vez más hacia dentro, hacia el área, hasta que Philippe Montanier se dio cuenta de ello y lo colocó por primera vez de segundo punta. Desde entonces, no se ha movido de ahí y su nivel ha ido in crescendo hasta convertirse en el primer asalto de los cuartos de la Champions League, nada menos que contra el Real Madrid.