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El Barcelona se pasa de la raya con su camiseta: horizontales 115 años después
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la segunda equipación lucirá la estelada

El Barcelona se pasa de la raya con su camiseta: horizontales 115 años después

Desde hace unos años, es habitual ver a los clubes de fútbol cambiar sus tradicionales colores por otros menos habituales con el objetivo de ampliar su mercado

Han tenido que transcurrir 115 largos años para que el Fútbol Club Barcelona contradiga a sus socios fundadores. Nunca el Barça ha traicionado sus orígenes suizos. Siempre ha mantenido con orgullo los colores azul y encarnado del cantón de Basilea, pero fueron los nuevos tiempos y los mercados cada vez más amplios y colapsados de objetivos inservibles los que han roto con la alargada tradición culé. Decía el acta constitucional del Football Club Barcelona que el club vestiría a rayas verticales con los colores ya mencionados. Eso ya es cosa del pasado, o eso debe pensar Nike, que, según adelantó el diario Sport, ha decidido dar un giro de 90 grados (literalmente) a la zamarra del Barça y esas rayas verticales pasarán a ser horizontales. Normal que no faltaran las bromas sobre si se trata de un homenaje a Núñez, el expresidente que se encuentra en prisión... Por no hablar de la segunda equipación, que llevará los colores de la senyera por la espalda y, como quiera que el pantalón será azul, parecerá la estelada, es decir, la bandera independentista catalana.

No hay que engañarse, uno no nace de un equipo, sino que poco a poco va enamorándose de unos colores, de una identidad que generalmente le han enseñado sus familiares, sus amigos o el ambiente que le ha rodeado desde que tiene memoria. Por norma general, un hijo suele secundar los amores de un padre, y es así por un motivo claro: el padre le compra las camisetas, las bufandas y/o las banderas del equipo que él quiere. El pequeño crece con una zamarra blanca, o azulgrana, o rojiblanca o del color que sea, y con eso se queda. Se identifica con ellos, acude al estadio de su ciudad o se sienta delante del televisor para sufrir y disfrutar con el equipo del que se ha hecho. O puede suceder al contrario, que por exceso de voluntad de un padre, el niño se haga del equipo contrario.

Pero esa preocupación por la tradición, por lo que ha supuesto décadas de identificación con unos colores, unos escudos o unos símbolos, queda en un segundo plano (o tercero incluso en algunos casos) cuando se trata de convertir el fútbol, la pasión, en uno de los mayores negocios del mundo. El ejemplo del Barça no es más que uno de tantísimos que se han visto a lo largo y ancho del planeta desde hace muchos años. Variaciones constantes de los colores, de los tonos, de las formas de la camiseta, que probablemente dificulten a los propios aficionados de los equipos identificarse con unos colores. Como el Bayer Leverkusen, que siempre ha vestido de negro y rojo, pero a veces lo ha hecho todo de negro, todo de rojo, a rayas… y estamos hablando de la primera indumentaria.

Quizás el fútbol italiano y el francés sean de los que más ha prostituido la costumbre de los clubes al servicio del supuesto beneficio comercial. No es cosa extraña ver a un equipo jugar sus partidos como local con un uniforme que no sea su titular, sino uno cualquiera, sin que el parecido con el contrario fuera el motivo de la variación. El Inter de Milán (uno de los clubes que más ha variado su escudo, por otra parte), ha jugado sus tres partidos como local en la Europa League con su tercer uniforme, de color azul celeste. El Napoli hace tiempo que no viste de azzurro en San Paolo; el Milan jugó de un amarillo verdoso ante el Udinese en el Meazza y la Juventus no se corta a la hora de lucir el negro, el rosa o el azul como tonos en su propia casa.

Y los clubes franceses, como el Olympique de Lyon, el Olympique de Marsella o el Girondins de Burdeos solían (ya parecen hacerlo menos) jugar las competiciones europeas con una camiseta especial, bien diferente a la suya habitual. Algo similar está haciendo esta temporada el Sporting de Portugal, que viste totalmente de verde en la Champions League, abandonando a su suerte sus tradicionales rayas horizontales y su pantalón negro, aquella indumentaria con la que Figo y Cristiano Ronaldo se presentaron al mundo.

Aquí en España es algo también constante y cada vez va a más. Hay casos extremos, como los de la Cultural Leonesa y su esmoquin, o el Lugo y la camiseta caña de cerveza o pulpo a feira, o La Hoya Lorca y su brócoli mecánico. Pero eso no sólo sucede en las divisiones inferiores, en absoluto. El Real Madrid, sin ir más lejos, esta temporada ha estrenado un novedoso uniforme de color fucsia, rosa, o como lo queramos llamar. Desde que Adidas viste a los blancos, su segundo color, el violeta del pendón de Castilla, tan sólo se ha visto en tres ocasiones y sólo en la 2011-12 fue la segunda y no la tercera indumentaria. Y además, al ya habitual negro (que levantó mucha polvareda cuando se usó por primera vez en 1999), se le ha incrustado un dragón. Terrorífico, sí.

El Atlético de Madrid todavía no ha estrenado en partido oficial un traje de un gris tan claro que parece blanco si se mira a cierta distancia. Será por el parecido con el color del enemigo… El Barça, ese que romperá con su historia el año que viene, utiliza su segunda y tercera indumentaria (más brillantes que el sol) indistintamente a la potencial similitud con la ropa del rival.

Incluso a nivel de selecciones, el desvarío con los trajes oficiales es constante. El propio Bale se quedaría sorprendido cuando le enseñaron que Gales iba a vestir de amarillo. España, por ejemplo, jamás había vestido de negro hasta el pasado Mundial, aunque también ha jugado últimamente de dorado y celeste. Además, México estrenó un uniforme de un rojo chillón durante la Copa del Mundo. Ésta fue escenario del cambio que se está produciendo a nivel de combinados nacionales: la tendencia es a unificar el color de todo el traje: España jugó todo de rojo, Alemania todo de blanco, Argentina y Colombia usaron pantalón blanco y hace años que Portugal dejó a un lado el calzón verde.

Luego existen otros casos como el del Villarreal, que prácticamente no le conocemos una camiseta suplente ya que no la necesita casi nunca y no suele cambiar su amarillo de toda la vida si no se ve obligado a ello. Otros, como el Real Murcia, recuperó este año el verde para la suplente, un color que fue durante mucho tiempo el titular del equipo grana. Y otros románticos, como la Unión Deportiva Las Palmas, suele utilizar los colores de los clubes que se unieron para crear ese club.

Han tenido que transcurrir 115 largos años para que el Fútbol Club Barcelona contradiga a sus socios fundadores. Nunca el Barça ha traicionado sus orígenes suizos. Siempre ha mantenido con orgullo los colores azul y encarnado del cantón de Basilea, pero fueron los nuevos tiempos y los mercados cada vez más amplios y colapsados de objetivos inservibles los que han roto con la alargada tradición culé. Decía el acta constitucional del Football Club Barcelona que el club vestiría a rayas verticales con los colores ya mencionados. Eso ya es cosa del pasado, o eso debe pensar Nike, que, según adelantó el diario Sport, ha decidido dar un giro de 90 grados (literalmente) a la zamarra del Barça y esas rayas verticales pasarán a ser horizontales. Normal que no faltaran las bromas sobre si se trata de un homenaje a Núñez, el expresidente que se encuentra en prisión... Por no hablar de la segunda equipación, que llevará los colores de la senyera por la espalda y, como quiera que el pantalón será azul, parecerá la estelada, es decir, la bandera independentista catalana.

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