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"Periódico, tertulia y caña", así era Alfredo Di Stéfano
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AGLUTINABA A JÓVENES Y VETERANOS

"Periódico, tertulia y caña", así era Alfredo Di Stéfano

Di Stéfano era un líder, una referencia para todos. En pocas ocasiones un deportista ha puesto de acuerdo a todos sobre la importancia de su presencia

Foto: Di Stéfano durante el homenaje que le hicieron hace unos años en el Santiago Bernabéu (Reuters)
Di Stéfano durante el homenaje que le hicieron hace unos años en el Santiago Bernabéu (Reuters)

Dicen algunos de los que le conocieron bien que, en el fondo, la despedida que le ha preparado el Real Madrid y los aficionados le habría gustado. Otros discrepan por el especial carácter de Alfredo Di Stéfano. Lo cierto es que una multitud de aficionados, madridistas o no, se acercaron durante todo el día de ayer hasta el Santiago Bernabéu para despedir al jugador total, al hombre que cambió el fútbol en su momento y que volvió a ser referencia para todo el club blanco en la última década y media. “De entrada no, pero luego le gustaba sentirse admirado”, comenta uno de los empleados blancos que más tiempo pasó con él en los últimos tiempos. “No podía sentirse agobiado, pero en el fondo le gustaba que la gente le admirara. A su manera, eso sí”. Y dentro de poco la ciudad de Madrid reconocerá todo lo que hizo dando nombre a una calle.

Di Stéfano era un líder, una referencia para todos, tal y como quedó reflejado en ese mural que el club blanco puso en la capilla ardiente para que todo aquel que quisiera dejara su recordatorio a la figura de la 'Saeta Rubia'. En pocas ocasiones un deportista ha puesto de acuerdo a todos sobre la importancia de su presencia. Primero lo hizo en su época de jugador, pero, curiosamente, esa admiración se multiplicó años después ya lejos de los terrenos de juego. “A su lado todos nos volvíamos pequeños. Era un líder capaz de aglutinar y poner de acuerdo a todos con su simple presencia”, comenta José Antonio Camacho, que hizo las veces de segundo entrenador del Real Madrid a su lado.

“Era un líder, con él al Real Madrid no le hacía falta un entrenador”, afirmó Iribar. “Era el máximo goleador de la Liga, el que más corría, el que mandaba en el campo. Hablaba. Me encantaba escucharle. Era un gran contador de historias”, señala el que fuera portero del Athletic. Y es que se llegó a convertir en habitual esa imagen de Di Stéfano sentado –los problemas físicos le llevaron a pasar más tiempo del deseado en esa posición durante sus últimos años de vida–, y alrededor jugadores de cualquier época atentos a su mensaje y lo que decía.

“A mí me tocó ocupar su lugar, pero eso era imposible. Tuve la suerte de jugar su homenaje y después de ser el médico del Real Madrid en su etapa de entrenador. Era una delicia escucharle”, comenta Pirri. “Imponía respeto y admiración por igual”, añade. Y eso que en ocasiones sus maneras se alejaban de lo que dictan los manuales. “Tuve la suerte de compartir con él muchas transmisiones de partidos de fútbol. Cuando venía inspirado, cualquiera valía para recrear anécdotas, pero el problema aparecía cuando no tenía muchas ganas. En una ocasión, y a la pregunta de cómo veía el partido, me dejó helado. 'España puede ganar, puede perder o empatar', y se quedó tan tranquilo”, comenta Matías Prats en Onda Cero.

“Sin él, el Madrid no hubiese conseguido tantos títulos. Hay que darle las gracias por venir y enseñarnos. Llegué al Madrid con 19 años y él ya tenía 28. Fue mi maestro”. El que dice esto tiene seis Copas de Europa y se llama Paco Gento. “El gol de Lisboa tuvo mucho de su espíritu”, señaló un Sergio Ramos que siempre ha tenido a Di Stéfano como referencia desde el día en el que fue presentado como madridista hace ya nueve años. Ayer quiso despedir al mito, tal y como también hizo Iker Casillas.

Di Stéfano era el presidente de honor del Real Madrid, pero era también el líder espiritual del club blanco. Su carisma le convirtió en la referencia de los que todavía juegan y en el jefe de los que dejaron de hacerlo. Durante muchos años, hasta que su movilidad se lo permitía, era un fijo en la sala de los veteranos del Real Madrid. “Venía todos los días. Leía el periódico, charlaba un rato, montaba alguna tertulia y después se iba bien a tomar algo o bien a comer. Y así día tras día”, señala Macua, uno de sus hombres de confianza.

Y es que muchos de esos veteranos del Real Madrid sabían de la presencia de la Saeta y se dejaban caer por ese local que el club habilitó en el Bernabéu para ellos y al que Di Stéfano daba color y calor cada día. Uno de los que compartió con él muchas mañanas fue Ignacio Zoco, una de las ausencias de ayer debido a problemas de salud. Era el jefe de los veteranos y ahora deben buscar otro. El listón está muy alto. Demasiado.

El Bernabéu respiró respeto durante todo el día de ayer, con Florentino Pérez a la cabeza. La larga fila que sirvió de penúltimo homenaje al nueve madridista se convirtió en una fiesta del fútbol, en un continuo recordar su figura. Paradójico, pero el deporte que lanzó a la fama a Di Stéfano le quería rendir el tributo que se merecía. En ese peregrinar hacia el palco de honor del Bernabéu se mezclaban abuelos con nietos; señores con fotos de su niñez junto a un joven y blanco Di Stéfano. Aficionados del Real Madrid, con rojiblancos o azulgranas o de cualquier otro equipo. No hubo colores y sí profunda admiración, tal y como demostraron Gabi, Cerezo, Bartomeu,Gianni Infantino, secretario general de la UEFA, o Felipe VI, Rey de España,que comentó: “Hizo de este deporte un arte".

Dicen algunos de los que le conocieron bien que, en el fondo, la despedida que le ha preparado el Real Madrid y los aficionados le habría gustado. Otros discrepan por el especial carácter de Alfredo Di Stéfano. Lo cierto es que una multitud de aficionados, madridistas o no, se acercaron durante todo el día de ayer hasta el Santiago Bernabéu para despedir al jugador total, al hombre que cambió el fútbol en su momento y que volvió a ser referencia para todo el club blanco en la última década y media. “De entrada no, pero luego le gustaba sentirse admirado”, comenta uno de los empleados blancos que más tiempo pasó con él en los últimos tiempos. “No podía sentirse agobiado, pero en el fondo le gustaba que la gente le admirara. A su manera, eso sí”. Y dentro de poco la ciudad de Madrid reconocerá todo lo que hizo dando nombre a una calle.

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