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Di Stéfano, el padre que inculcó los valores del Real Madrid a todos los 'galácticos'
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tuvo una relación muy estrecha con todos

Di Stéfano, el padre que inculcó los valores del Real Madrid a todos los 'galácticos'

Desde el 5 de noviembre del 2000 presidente de honor del equipo blanco. Florentino irrumpía en la zona noble del Madrid dando un cambio de aires

Foto: Di Stéfano junto a Kaká y Florentino Pérez en la presentación del jugador brasileño.
Di Stéfano junto a Kaká y Florentino Pérez en la presentación del jugador brasileño.

Se apagó la luz de una de las estrellas que brillará por siempre en el firmamento balompédico. Di Stéfano nos dejó pero su recuerdo vivirá por siempre con todos nosotros. Porque Don Alfredo fue violín y orquesta, cautivando a todos aquellos que le vieron bailar sobre un campo de fútbol. En los días posteriores a su fallecimiento, el mundo del fútbol se ha rendido a los pies de un tipo singular. Jugador, entrenador, mito, leyenda, genio… y desde el 5 de noviembre del año 2000 presidente de honor del equipo blanco. Florentino Pérez irrumpía en la zona noble del conjunto madridista tras imponerse en las elecciones a Lorenzo Sanz. Su llegada supuso un giro radical a la política en Concha Espina. Desde los despachos se trató de imprimir un cambio de aires a un equipo concebido por y para el éxito.

Y para ello se contrató a algunos de los mejores jugadores del planeta. Eso sí, de forma escalonada. Todo empezó en el verano de 2000 con la contratación de Luis Figo. Luego llegaron Zidane (2001), Ronaldo (2002) y Beckham (2003). Grandes inversiones (más de 200 millones de euros entre los cuatro) que quedaron amortizadas en el momento de rubricar la firma, fuera en una servilleta o en un modelo de contrato algo más serio. Jaime Ortí, por entonces presidente del Valencia, en la semana previa a un candente Real Madrid-Valencia, fue el encargado de acuñar un término que caló hondo en el escenario futbolístico patrio. "Dicen que son galácticos o algo así", comentó. Sin saberlo, había dado forma a un concepto. Antes, el diario Marca salió con una portada en la que se podía leer ‘fútbol de otra galaxia’. Nacían ‘los galácticos’.

Aunque su etapa como entrendor Di Stéfano fue el encargado de alumbrar a la exitosa ‘Quinta del Buitre’, el concepto mercantilista se había adueñado del día a día del fútbol. Y allí, en su primer día ante las cámaras, estaba ‘La Saeta Rubia’ para transmitir a las grandes estrellas el peso del club y sus valores. En las presentaciones de todos ellos, el bastón y el gesto risueño de Di Stéfano era lo primero que veían los nuevos miembros del club. "No sé si estoy enamorado de Zidane, pero yo veo que todo lo que hace con el balón es perfecto", reconoció del astro francés, flamante técnico del Real Madrid Castilla. Un Real Madrid Castilla que disputa sus partidos en el Estadio Alfredo Di Stéfano, en la ciudad deportiva de Valdebebas.

También estuvo en el bautismo con los blancos de Sergio Ramos, uno de los líderes del actual vestuario blanco. “Se va un icono, un emblema y gran parte de este escudo. Tuvo un trato muy cercano, he vivido momentos únicos con él como el día de mi presentación”, rememoraba el central tras pasar por la capilla ardiente instalada en el palco de honor del estadio Santiago Bernabéu. Para uno de los capitanes del equipo, Di Stéfano “es el jugador más importante que ha pasado por el Real Madrid. La palabra rendirse nunca ha estado en su modo de ser y eso nos lo ha inculcado a todos”. Por no aludir al excelente trato proferido a jugadores como Raúl o Casillas, mitos vivientes del madridismo.

Porque si alguien podía hacer de maestro de ceremonias en aquellas pomposas bienvenidas llenas de flashes y derrochadoras de glamour, ése era Don Alfredo. En los 22 años que conforman el periodo que va desde 1929 hasta 1953, el Real Madrid sólo fue capaz de ganar dos Ligas (1932 y 1933). Tras el aterrizaje definitivo del jugador argentino, el conjunto blanco ganó8 Ligas, cinco Copas de Europa, dos Copas Latinas y una Copa Intercontinental. Su llegada provocó un verdadero terremoto en el fútbol español al tiempo que convirtió al Real Madrid en el mejor club del siglo XX.

"El fútbol no está hecho para los mudos. No sirve de nada ser un genio si tus compañeros no te entienden". Paradójicamente, una de sus ingeniosas frases de cabecera sirve para ilustrar a la perfección el descalabro de una primera época galáctica que, pese al ruido mediático, pasó tres duros años de sequía deportiva. Algo muy distinto a aquel Madrid que sobrevolaba Europa en la década de los cincuenta y principios de los sesenta. Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento. Una delantera de ensueño que nada tenía que ver con la que recibió el nuevo siglo.

Más allá de títulos y honores, hay elementos diferenciadores entre las dos generaciones. “Yo no dejé nada, ni quise ser líder de nada. Fui un jugador de equipo, rodeado de otros excepcionales. Todos trabajábamos en el campo, nos entendíamos, nos conocíamos, salíamos juntos al cine, con nuestras familias. El presidente nos exigía y nos respetaba. De ahí y de la calidad de los jugadores nacieron las victorias. Eso era aquel Madrid”. Por lo que se ha escrito y nos han contado, en aquellos días de ‘Zidanes’ y ‘Pavones’ las cenas de equipo no eran muy comunes.

Tras la dimisión de Florentino en 2006, Ramón Calderón, miembro de la directiva con el presidente de ACS, también otorgó a Di Stéfano el papel que merecía. Los Cannavaro, Emerson, Van Nistelrooy, Robben, Sneijder, Higuaín o Gago no llegaban al estatus de megaestrellas a los que se había acostumbrado la parroquia blanca. Pero a todos ellos los recibió con gran simpatía Don Alfredo. Incluso lo hizo con fracasos rotundos como Faubert. Tras el tortuoso trienio de Calderón en el palco, en 2009 regresó a la presidencia un Florentino lleno de ilusión y con la motivación intacta para seguir construyendo lo que en su día dejó a medias. Con una política similar, el Bernabéu dio la bienvenida a Kaká, Cristiano Ronaldo, Benzema y Gareth Bale. Ellos han sido sus otros cuatro ‘galácticos’ en una segunda etapa a la que le queda cuerda para rato.

Aunque el brasileño se fue sin pena ni gloria, las alegrías se fueron sucediendo y Alfredo pudo disfrutar de la ansiada décima Copa de Europa con la que tanto había fantaseado. Sobre el luso, el nuevo mascarón de proa del equipo blanco, Di Stéfano sólo tenía buenas palabras y siempre que tenía ocasión se deshacía en elogios. "Es un fenómeno, un número uno, un futbolista bárbaro. Es un jugador realmente espectacular, completísimo, con una potencia enorme. Los contrarios le temen", opinaba en su última entrevista con el diario Marca. Un aprecio mutuo que ha quedado patente en los actos públicos donde han coincidían los dos. Ver a Cristiano atento y pendiente de la comodidad de Di Stéfano era un momento entrañable. La mejor forma de rendir pleitesía al mito. Bale, el último en llegar, no dudó en estrecharle la mano con entusiasmo antes de inmortalizar el histórico momento con una instantánea para la posteridad.

Un invento de la prensa que enfurecía a Don Alfredo

Pese a ser ejercer de cicerone con los grandes (y no tan grandes) nombres que cada verano llenan de ilusión los corazones de los aficionados de Chamartín, Di Stéfano fue un ferviente detractor del gran negocio y los fuegos de artificio que tratan de desvirtuar la esencia del fútbol. Siempre trató de huir de esa élite que traspasaban las fronteras del deporte para ser ídolos de masas con inmensas fortunas en su haber. "Ahora se juegan millones, antes nos jugábamos la vida", llegó a reconocer una ocasión.

En 2007, Orfeo Suárez trató de insinuarle que su figura podría representar el primer caso de un jugador ‘galáctico’. Al por entonces presidente de honor del Real Madrid no pareció hacerle mucha gracia la propuesta. Con su particular carácter ágrio, espetó: “No vuelva a pronunciar esa palabra. Fue un invento de la prensa y le hizo mucho daño al Madrid”, sentenciaba allá por 2007 en una charla deliciosa con el periodista que El Mundo reeditaba el pasado lunes con motivo de su muerte. Por su parte, en su emotivo editorial matutino en Onda Cero, Carlos Herrera sacó a pasear todo su repertorio para embelesar al oyente con unas hermosas palabras dedicadas a un hombre irrepetible. Y en ellas, volvía a aparecer la palabra galáctico. "Di Stéfano fue un galáctico de verdad que escribió las páginas más gloriosas del Real Madrid". Porque le gustara o no, Don Alfredo fue, es y será el primer galáctico del Real Madrid y del fútbol mundial.

Se apagó la luz de una de las estrellas que brillará por siempre en el firmamento balompédico. Di Stéfano nos dejó pero su recuerdo vivirá por siempre con todos nosotros. Porque Don Alfredo fue violín y orquesta, cautivando a todos aquellos que le vieron bailar sobre un campo de fútbol. En los días posteriores a su fallecimiento, el mundo del fútbol se ha rendido a los pies de un tipo singular. Jugador, entrenador, mito, leyenda, genio… y desde el 5 de noviembre del año 2000 presidente de honor del equipo blanco. Florentino Pérez irrumpía en la zona noble del conjunto madridista tras imponerse en las elecciones a Lorenzo Sanz. Su llegada supuso un giro radical a la política en Concha Espina. Desde los despachos se trató de imprimir un cambio de aires a un equipo concebido por y para el éxito.

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