Luis Enrique no es ni catalán ni holandés, pero sabe muy bien dónde se mete

Repleto de ilusión y ganas. Así se mostró Luis Enrique el día que se convirtió en nuevo entrenador del FC Barcelona. El club para el que jugó desde 1996 hasta 2004 y donde comenzó su carrera en los banquillos llevando con éxito las riendas del filial le ha reclamado en un momento crucial. El asturiano deberá liderar la complicada transición que ha de poner fin a la actual etapa, la época más gloriosa del club, y tratando de que lo que él organice tenga los éxitos que impone el listón tan alto dejado por la obra creada por Pep Guardiola hace seis años.

Sustituye al Tata Martino, técnico de urgencia que llegó tras el empeoramiento de salud de Tito Vilanova el verano pasado. El argentino demostró en su única temporada que desconocía las particularidades de un club con una idiosincrasia muy, digamos, especial. Él mismo lo reconoció en público al poco de llegar, recordándole a la prensa crítica que no era ni catalán ni holandés, y así se lo comunicó a sus futbolistas en privado hace pocas semanas, como informó este periódico.

Tras salirle el tiro por la culata con Martino, el director deportivo, Andoni Zubizarreta, reconoció en la presentación de Luis Enrique que lo que más valoraban de él era el conocimiento que tiene de la casa y de la cantera el exfutbolista internacional. El nuevo entrenador tampoco es ni catalán ni compatriota de Cruyff ni canterano de la Masía, pero sus ocho años de futbolista y sus tres de entrenador del Barça ‘B’, además de su barcelonismo confeso, le dan una experiencia muy valiosa a la hora de afrontar este gran reto. De hecho, le salgan o no las cosas en lo deportivo, la primera impresión que deja el gijonés es la de dominar por completo la situación, y ésta no es nada sencilla actualmente.

Tirando flores a Leo Messi, pero diciéndole, con bonitas palabras, que espera más de él, pasó a dejar abierta la puerta para todos aquellos que ya no puedan estar a la altura del tren azulgrana. Incluido Xavi.

Luis Enrique no es, ni mucho menos, un apasionado de los medios de comunicación, y siempre ha preferido guardar distancias. Pero en su primera rueda de prensa estuvo comedido, sabedor de cómo respiran los periodistas que diariamente cubren la información del Barça. Dio sensación de venir con la intención de evitar cualquier guerra, pero a la vez derrochó firmeza y saber estar.

En cuanto al estilo que usará o sobre su metodología de trabajo, dejó frases contundentes, esclarecedoras de lo que será sin duda una fórmula exigente con todos, tanto dentro del vestuario como en los estratos más altos del organigrama del centenario club.

El nuevo líder culé ya es Luis Enrique. Sin poseer ninguna de las ‘señas de identidad históricas cules’, está más que capacitado para el importante reto que tiene por delante. Sabe muy bien donde se mete y, pese a las turbulencias que se avecinan, el asturiano ha apostado fuerte por cumplir su sueño de dirigir al Barcelona. El tiempo y los resultados irán situándole, pero su entrada, al menos, ha estado cargada de buenas sensaciones.