El espíritu de Tito Vilanova ayuda a unir los últimos días de un vestuario roto

El Barcelona atraviesa uno de los peores momentos de los últimos años. El ciclo de dominio absoluto en el fútbol español y por veces en el europeo parece haber llegado a su fin. Sin un líder sólido dentro del vestuario y con el Tata Martino viviendo sus últimos días al frente del conjunto azulgrana, el club sólo aspira a un título esta temporada, la Liga, y para eso, no depende de sí mismo. El reciente fallecimiento de Tito Vilanova ha sido otra piedra más en el camino de los jugadores, pero también ha servido y servirá para unir a un vestuario que estaba roto hasta el final de temporada.

El arranque del partido ante el Villarreal fue de los peores que ha firmado el Barcelona en los últimos tiempos. El minuto de silencio de antes de que arrancara el choque y las lágrimas de emoción de jugadores como Busquets, fueron el claro ejemplo de la delicada situación que atravesaban algunos jugadores sobre el terreno de juego. Jugadores como Messi, Piqué o Cesc que con el fallecimiento de Tito Vilanova se han quedado huérfanos después de perder al técnico que les entrenó en categoría cadete. Los brazos de Messi se fueron al cielo nada más marcar el tercer gol. Iba para Tito, el tanto y la remontada que dio la victoria al conjunto azulgrana.

El Barça debe regenerarse. Messi sólo es líder sobre el terreno de juego y no en el vestuario como tiempo atrás. El jugador argentino apenas mantiene relación con Neymar, no se hablan, y aprovecha sus ausencias sobre el terreno de juego para aumentar su rendimiento y destacar más. Cesc y Pinto han sido sus mayores apoyos en el vestuario culé y aunque su futuro parece azulgrana, Leo sigue apareciendo en la agenda de equipos como el City o el PSG.

Alves y Adriano se han convertido en el mejor amparo de Neymar dentro del vestuario azulgrana. Amistades como estas o como las de Busquets y Jordi Alba o Valdés e Iniesta han convertido lo que antes era un grupo unido, en una plantilla centrada en dar prioridad a asuntos individuales.

Tampoco el Tata Martino ha dado el resultado esperado en el banquillo azulgrana. No ha sido la referencia para los jugadores y ya en diciembre fue consciente de que era imposible capitanear un barco que navegaba a la deriva. Por eso, su marcha del Barcelona se producirá al final de la presente temporada.

El presidente de la entidad, Josep María Bartomeu, ya lo avisó: “Habrá una profunda renovación de la plantilla, no una revolución”. Pero ante la marcha de jugadores como Puyol o Valdés, ellos mismos lo han confirmado, y tras una temporada que salvo milagro terminará en blanco, el Barcelona está ante uno de los momentos más problemáticos de las últimas temporadas.