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El vestuario azulgrana ha devorado a un Tata Martino en el que nunca creyó
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LA CHAMPIONS HA SIDO LA PUNTILLA

El vestuario azulgrana ha devorado a un Tata Martino en el que nunca creyó

La ausencia de autocrítica de una plantilla cansada de ganar y de aguantarse los unos a los otros ha llevado al Tata a vivir al límite desde el primer minuto

Foto: Martino no ha conseguido que sus jugadores asumieran sus conceptos.
Martino no ha conseguido que sus jugadores asumieran sus conceptos.

La ausencia de autocrítica de una plantilla cansada de ganar y, en muchos casos, de aguantarse los unos a los otros, hallevado al Tata Martino a vivir al límite desde el primer minuto que pisó Barcelona. Vino con sus ideas de fútbol y se marchará en junio con ellas guardadas bajo el brazo. El grupo nunca las asimiló. No quisieron. La renuncia del llamado espíritu azulgrana del toque, condenó a un buen entrenador que quiso ampliar el conocimiento y dominio del fútbol de un grupo, un club y un entorno que a día de hoy no aceptan consejos ni ideas que modifiquen su discurso.

El técnico argentino llegó y quiso ejercer de entrenador. No le dejaron. Tampoco era el sitio para hacerlo. Sentó a Iniesta, después a Messi y se atrevió a jugar en largo. El distanciamiento físico en el día a día, dicen que apenas se mezcla con el grupo, fue utilizado por los jugadores para lanzar las primeras críticas. 'Off the récord' por supuesto. Martino se revolvió y habló del pasado holandés o de La Masia como requisito que no cumplía para sentirse cómodo en el banquillo.

Han pasado los meses y los sucesos, así hay que calificar todo lo que ha pasado en el Barcelona, y la distancia entre jugadores y técnico se ha vuelto sideral. Caminan por escenarios diferentes. Martino asumió su salida desde el pasado mes de diciembre, la misma que ahora todo el mundo da por segura. Se lo tomo con calma. Sin hacer ruido así procederá hasta el día en el que cierre la puerta y se marche.

En el debe del argentino hay que poner que ha conseguido poner de acuerdo a casi todo el mundo: sus movimientos tácticos no gustan. El ostracismo de Pedro en los partidos importantes, la presencia de Neymar por decreto, los cambios de Iniesta y el pasotismo de Messi, han llevado al Barcelona a hacer, tal y como califican por Cataluña, un ridículo mayúsculo, un fracaso o una afrenta. Esa es la realidad de un entrenador que llegó al mejor sitio pero en el peor momento posible.

Él no se plantea seguir, y además el vestuario no le quiere. El club calla porque sabe que hasta el mes de junio pueden pasar muchas cosas. Demasiadas, incluso hasta ganar dos títulos, algo que pocos creen por Barcelona. El equipo azulgrana fue eliminado, sin recibir el palo de hace un año, eso sí, pero marcando distancias, con Messi perdido y desmotivado, y con Iniesta en el banquillo, lugar de donde no ha salido un solo argumento que pueda invitar al optimismo a corto plazo.

placeholder Martino charla con su paisano Messi.

Apuntan a Valverde, Laudrup o Luis Enrique

Iniesta no entendió el cambio del miércoles con la eliminatoria perdida. El resto del grupo, tampoco. No han acertado a comprender la obstinación en no contar con Pedro y la renuncia a jugar con un nueve, alejando a Messi de su zona de influencia y en donde se siente feliz y contento.

Guardiola advirtió de ciertos cambios, de la necesidad de que la corriente se llevara malos espíritus de ese vestuario, pero Rosell despreció su consejo e idea. La ignoró por completo. Ahora ya no es presidente, pero en su legado aparece una plantilla que necesita un cambio, empezando por el entrenador y siguiendo por algunas figuras de ese vestuario, que tampoco estaría mal que lo pintarán de nuevo, siempre y cuando lo permita la FIFA.

La especial situación de Vilanova abrió un paréntesis en esa reforma. El elegido era Valverde, pero en su lugar llegó un técnico que todo el mundo asoció con Messi por aquello de su origen, pero que ha demostrado estar en las antípodas de su compatriota. Ahora vuelven a pensar en el técnico del Athletic, como también en Laudrup o Luis Enrique, todos ellos con pasado azulgrana, dando la razón a la primera queja del técnico.

El Tata Martino llegó como parche. No era el elegido, pero la enfermedad de Tito Vilanova le convirtió de la mañana a la noche en el protagonista de una historia que no estaba escrita para él. Semanas antes, el hoy técnico azulgrana recibió en su casa de Rosario a un comitiva del Málaga con Vicente Casado a la cabeza. café y bollos como pretexto de llevarse para la Costa del Sol a un entrenador con nombre en Argentina y desconocido para el gran público. En poco tiempo la escena se puede repetir, bien con el Málaga o con cualquier otro equipo de Primera división.

La ausencia de autocrítica de una plantilla cansada de ganar y, en muchos casos, de aguantarse los unos a los otros, hallevado al Tata Martino a vivir al límite desde el primer minuto que pisó Barcelona. Vino con sus ideas de fútbol y se marchará en junio con ellas guardadas bajo el brazo. El grupo nunca las asimiló. No quisieron. La renuncia del llamado espíritu azulgrana del toque, condenó a un buen entrenador que quiso ampliar el conocimiento y dominio del fútbol de un grupo, un club y un entorno que a día de hoy no aceptan consejos ni ideas que modifiquen su discurso.

El técnico argentino llegó y quiso ejercer de entrenador. No le dejaron. Tampoco era el sitio para hacerlo. Sentó a Iniesta, después a Messi y se atrevió a jugar en largo. El distanciamiento físico en el día a día, dicen que apenas se mezcla con el grupo, fue utilizado por los jugadores para lanzar las primeras críticas. 'Off the récord' por supuesto. Martino se revolvió y habló del pasado holandés o de La Masia como requisito que no cumplía para sentirse cómodo en el banquillo.

Han pasado los meses y los sucesos, así hay que calificar todo lo que ha pasado en el Barcelona, y la distancia entre jugadores y técnico se ha vuelto sideral. Caminan por escenarios diferentes. Martino asumió su salida desde el pasado mes de diciembre, la misma que ahora todo el mundo da por segura. Se lo tomo con calma. Sin hacer ruido así procederá hasta el día en el que cierre la puerta y se marche.

En el debe del argentino hay que poner que ha conseguido poner de acuerdo a casi todo el mundo: sus movimientos tácticos no gustan. El ostracismo de Pedro en los partidos importantes, la presencia de Neymar por decreto, los cambios de Iniesta y el pasotismo de Messi, han llevado al Barcelona a hacer, tal y como califican por Cataluña, un ridículo mayúsculo, un fracaso o una afrenta. Esa es la realidad de un entrenador que llegó al mejor sitio pero en el peor momento posible.

Él no se plantea seguir, y además el vestuario no le quiere. El club calla porque sabe que hasta el mes de junio pueden pasar muchas cosas. Demasiadas, incluso hasta ganar dos títulos, algo que pocos creen por Barcelona. El equipo azulgrana fue eliminado, sin recibir el palo de hace un año, eso sí, pero marcando distancias, con Messi perdido y desmotivado, y con Iniesta en el banquillo, lugar de donde no ha salido un solo argumento que pueda invitar al optimismo a corto plazo.

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