Neymar, un crack que morirá "siendo sencillo" y que olvida trofeos en los hoteles

Desde hace un tiempo se ha convertido en el protagonista del día a día en el Camp Nou ya sea para asuntos propiamente futbolísticos como ha sido recuperación y regreso tras la lesión o para aquellos temas que nada tienen que ver con la que confiesa es su pasión, la que vive “veinticinco horas al día ya sea dando patadas a un balón o mirándolo rodar”. Tal y como publica Sport, el próximo 26 de febrero verá la luz la autobiografía oficial de un jugador que sólo tiene 22 años. ‘Me llamo Neymar’(Ediciones B) muestra la faceta más íntima y desconocida del brasileño que se descubre como un niño extremadamente despistado con responsabilidades de adulto al que le pierden los helados y cuya estima a sus amigos y familia es infinita.

En el fragmento publicado en el conocido diario deportivo catalán, se desvelan las impresiones de un jugador de talla mundial que considera que nació “sencillo y así moriré”. Tanto es así que en Brasil solía ir a entrenar en bicicleta. No tiene reparos a la hora de mostrar alguno de sus defectos: “Soy así, un poco despistado. No guardo mis camisetas. Siempre prometo dárselas a mis amigos y al final no me quedo ninguna o las olvido. Si no fuese por mi equipo, incluso habría perdido el uniforme que me puse el día de mi presentación con el Barcelona. También olvido muchos trofeos. El que gané como jugador destacado en los JJOO de Londres se quedó en el armario de la habitación del hotel. Olvidé otro trofeo en Argentina, en la Copa América”.

El delantero del Barcelona cuenta que muchas veces se siente como “un niño grande. Echo mucho de menos jugar al fútbol en la calle, reírme con mis amigos, jugar a los videojuegos”. Y es que su círculo más cercano juega un papel fundamental en su día a día. Es entonces cuando habla de los famosos ‘tois’, de sus “maravillosos amigos, los de siempre, son muy importantes. Son leales y puedo contar con ellos en cualquier momento porque siempre están a mi lado. Y yo también intento estar al suyo en los momentos buenos y en los malos”. Lo único que no aguantan sus amigos es su forma de cantar: “En el karaoke desafino un montón, pero no me importa. Al que no le guste que se vaya… lo triste es que un montón de gente siempre se va enseguida”.

¿Y su familia? Muy presente en su vida y en su piel: “En el brazo tengo tatuado Davi Lucca y su fecha de nacimiento. En el brazo izquierdo me tatué Nadine, el nombre de mi madre, y Rafaela, el de mi hermana, en el derecho. El que me hice en el pecho, tenía que ser un homenaje a mi gran ídolo, mi padre. Me encantan los tatuajes y creo que he perdido la cuenta de los que llevo”.

Su imagen alegre se ve reforzada con “unos cuantos chistes buenos que sé, me encanta contarlos aunque mis amigos dicen que mi repertorio es escaso y repetitivo”. Y es que además de ser despistado o cantar mal, Neymar cuenta a los lectores que le encanta “viajar, visitar otros lugares, conocer nuevas culturas” mientras se muestra como una persona inquieta: “Odio pasar mucho tiempo dentro de un avión. Vas de un sitio a otro y parece que no te mueves de donde estás, me falta paciencia. En cuanto entro en un avión me gusta ponerme a dormir como un tronco”.

Evidentemente, hay sitio para el fútbol: “Lo vivo 25 horas al día”. Neymar no se cansa ni de jugarlo ni de verlo. Es más, así es como aprende nuevos trucos: “Me encanta ver las jugadas de otros futbolistas para intentar imitarlos. Me chiflan las exhibiciones de ‘freestyle’ para desarrollar algunas jugadas y regates”. Aunque no todo son movimientos al alcance de unos pocos. El delantero del Barcelona repasa cada uno de sus errores para no volver a cometerlos: “Me gusta volver a ver lo que hice en el campo para corregir los fallos y fijarme en los aciertos. Recuerdo perfectamente algunas jugadas; considero que es muy importante recordarlas y también los goles o los partidos porque sirve para crecer y perfeccionar tu habilidad”.