Villar no aprueba el invento de Javier Tebas de la 'LFP World Challenge'

Las relaciones entre la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y la Federación (RFEF) están a un paso de romperse a menos de seis meses de tener que negociar un nuevo convenio regulador de la competición. Villar y Tebas se ignoran. Ni se hablan. Cada reunión de la directiva federativa termina convirtiéndose en un alegato del presidente de la Federación en contra de su 'colega' de la LFP. La celebrada el pasado miércoles no fue menos. En esta ocasión por dos motivos. Por la petición de la LFP de la vuelta de un juez único para el Comité de Competición y la creación de la LFP World Challenge de la mano del Consejo Superior de Deportes (CSD).

Villar recordó a todos los presidentes de Primera y Segunda división presentes, que ningún equipo español puede competir, ni celebrar partido amistoso sin la autorización de la RFEF y que nadie de la Liga ni del CSD han informado de la creación de esa especie de competición-eventos que la LFP quiere poner en marcha a partir del próximo verano. Comentó que la Federación de momento no piensa dar el ok, más que nada por la ausencia de información. Y es que ha molestado y mucho que ni se contara con la Federación en la puesta en marcha de la iniciativa.

El otro punto en el que incidió el presidente fue en la idea de Javier Tebas de recuperar el juez único para el Comité de Competición. En el pasado mes de diciembre, Villar ya envió una carta, suscrita por los directivos, al CSD para comentarle su negativa a la medida que solicitaba la LFP. Tebas pretende seguir adelante con la idea y ha pensado en acudir a los tribunales con el fin de conseguir una cabeza pensante para regular las sanciones federativas.

Villar no está nada conforme y comentó en la Junta que ha trasladado el caso a FIFA, aportando los datos que hablan de injerencia política y judicial en el asunto, algo que el organismo que todavía preside Joseph Blatter persigue hasta el final, tal y como quedó demostrado en las elecciones de 2008, en las que el entonces secretario de estado, Jaime Lissavetzky, intentó poner fin vía decreto a la estancia en el poder del presidente de la RFEF. La amenaza de dejar a España sin Eurocopa resultó letal para la ambición de Lissavetzky, que incluso había preparado al candidato perfecto por medio de Mateu Alemany, primero, y Carmelo Zubiaur, después.