Brasil recibe con admiración a la campeona del mundo tras gastarse 1.800 millones en estadios

Recife recibió anoche con lluvia a una selección española que busca el título que le falta, el de la Copa Confederaciones. Lo hace con el cartel de favorita, ése que le da el título mundial que logró en Sudáfrica. Brasil admira a la España actual. El mundo al revés, pero la entendida afición no se quiere perder detalle alguno de la Roja que el próximo 20 de junio jugará en Maracaná frente a Tahití y ya se han vendido 70.000 entradas.

Brasil pretende superar la primera gran prueba que tiene por delante en los próximos tres años. Tras el ensayo de este torneo, llegarán el Mundial de fútbol den 2014 y los Juegos de Río de 2016. El país sudamericano se ha esforzado en poner a punto infraestructuras y estadios en una pelea contrarreloj y que le ha llevado a seguir apretando tornillos hasta ayer mismo.

La construcción de los estadios, Sao Paulo se cayó del cartel ante el retraso del Morumbí, ha sido el escaparate que ha utilizado el Gobierno para mostrar la mejor imagen posible. El primer paso fue forzar la salida de Ricardo Teixeira, presidente de la CBF y exiliado en Maimi hace más de un año por diversos problemas en las financias de la Confederación.

Al margen de la limpieza de la clase dirigente, Brasil ha invertido 1.800 millones de euros en los seis estadios que darán luz a la Copa de las Confedaraciones. Maracaná es el más ha elevado la cuenta negativa hasta casi los 400 millones de euros. Y es que la nueva estructura del mítico estadio ha necesitado algo más que una simple reforma. El estadio de Brasilia ha significado el otro agujero negro con cantidades similares. El Mineirao de Belo Horizonte ha sido remodelado, tal y como ha sucedido con el Castelao de Fortaleza. El Arena Pernambuco es otro de los estadio crecidos de la nada, recinto en el que se estrenará España el próximo domingo.