Piqué y Puyol sacaron el forofo que llevan dentro

Nunca disfrutaron tanto. Por un día dejaron dejaron el césped y pasaron a la grada para dar rienda suelta al forofo que llevaban dentro y que no tenían el gusto de conocer. Hablamos de Puyol y Piqué, defensas del Barcelona y que ante el Arsenal tuvieron la oportunidad de comportarse como unos aficionados más debido a la lesión y sanción que no les permitieron jugar ante el equipo inglés. Grandes amigos lejos de los terrenos de juego, demostraron estar compenetrados en todo. 

Protestaban a la vez, levantaban los brazos, se ponían de pie ante cualquier jugada, en especial cuando Busacca hacía alguna de las suyas. Celebraron a lo grande el primer gol del Messi, el del tiempo añadido de la primera parte. Anticiparon la clasificación, sin tener en cuenta que todavía quedaba por delante otros cuarenta y cinco minutos. Recién sentados en las sillas reservadas a los azulgrana que no juegan, curiosamente a ambos les separaba Manel Estiarte, olímpico hasta en cinco ocasiones y hoy relaciones externas del club. Con el gol de Busquets no se alegraron. Lógico. 

Más bien se echaron las manos a la cabeza ante lo que podía pasar porque en esos momentos su equipo estaba eliminado por el gol de un compañero. A partir de ese momento el árbitro suizo se convirtió en el centro de sus protestas, como las del resto de espectadores que se dieron cita en el Camp Nou. El posible penalti a Messi de la primera mitad no se olvidaba, de ahí la presión al colegiado. Lo que no esperaban uno y otro era que minutos después, Busacca iba a regalar una expulsión, la de Van Persie (histérico durante todo el partido por cierto), aplaudida decisión por la pareja central titular del Barcelona.

Pasaban los minutos y la angustia de la grada se trasladaba al césped, bueno a los banquillos. Ya en la primera mitad Guardiola y Wenger tuvieron un intercambio de opiniones, pero con la expulsión del holandés, los reproches entre uno y otro se repitieron. El francés saltó del foso cual resorte encerrado. No se lo creía. Sabía que la eliminatoria se evaporaba. Y el tiempo le dio la razón. Sus protestas tenían fundamento. Mientras, nuestra pareja de invitados en la grada empezaron a disfrutar. Los primeros abrazos llegaron con el dos a uno de Xavi. La eliminación estaba más lejos como se confirmó tres minutos después. Penalti señalado por Busacca y Messi se encargó de sentenciar. 

 

Hora de coger algo de aire

Respiraron tranquilos y hasta la gris bufanda de Piqué pareció teñirse de azulgrana. Celebraron los goles a la manera india, tal y como ha patentado Ali Syed, propietario por ahora del Racing. Durante esos minutos de zozobra del Barcelona, la figura de Almunia silenció el Camp Nou. El portero del Arsenal se estaba convirtiendo en la figura del partido. Curioso. Y es que el portero español ha pasado de ser el tercer portero, de buscar equipo por toda Europa, de no contar para Wenger, a estar a un paso de amargar la vida a Guardiola y compañía.  Apartado por el francés, su lugar en la portería ha sido durante gran parte de la temporada para Szczesny y Fabianski. 

En verano no encontró equipo y su perseverancia le sirvió para que ante el Barcelona gozara de una oportunidad que no esperaba y que le ha vuelto a colocar en su sitio: la portería del Arsenal. Durante minutos fue el artífice de la momentánea clasificación del equipo londinense. De Cesc, el otro gran protagonista de la eliminatoria, apenas se tuvo noticias. La presión y, en especial, la lesión muscular sufrida dos semanas atrás le impidieron rendir, aparecer en el juego. Además, en el minuto quince volvió a sentir un pinchazo que le lastró mentalmente y físicamente durante el resto del partido. Al menos, deseó toda la suerte del mundo al Barcelona, el que fue su equipo hasta los catorce años y que podría volver a serlo en breve.

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