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Pantic pone voz a Serbia: "Siento vergüenza, pero no todos somos iguales"
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EL EX FUTBOLISTA, DOLIDO, DEFIENDE A SU PAÍS

Pantic pone voz a Serbia: "Siento vergüenza, pero no todos somos iguales"

“¿Y de qué puede servir que diga yo algo?”, espetó Milinko Pantic a la petición de un opinión sobre la revuelta de los aficionados serbios en

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Pantic pone voz a Serbia: "Siento vergüenza, pero no todos somos iguales"

“¿Y de qué puede servir que diga yo algo?”, espetó Milinko Pantic a la petición de un opinión sobre la revuelta de los aficionados serbios en Génova. El Confidencial contactó con el ex rojiblanco para saber qué le pasó por la cabeza tras ver a sus compatriotas en el estadio Luigi Ferraris. “Fue muy triste, siento vergüenza pero yo no lo puedo solucionar; no todos somos iguales”. Pantic busca respuestas, soluciones a estos actos y cree que todo pasa por que actúe en consecuencia el gobierno balcánico, “aquí la Federación de Fútbol no puede hacer nada, debe ser el Gobierno directamente”.

Con tono de resignación, Milinko Pantic trata de explicar que “no se puede meter a todo el mundo en el mismo saco. Entre la pelea de baloncesto con Grecia y esto de ahora, parece que en Serbia la gente es violenta y no es verdad, hay que separar”. El ex futbolista es consciente de que la imagen de su país está tocada y es lo que más le duele.

Da la impresión de que el fútbol, que le ha dado grandes satisfacciones en su vida, ahora le hubiese defraudado; como si se avergonzara ante la sociedad serbia que no tiene nada que ver con el fútbol o el deporte. “Hay gente a la que no le gusta el fútbol o el deporte. Serbia es un país joven. No todos somos iguales y me duele que comportamientos como estos sean de serbios; pero no se puede juzgar a todo un país por unos pocos”.

“Vergüenza”, la palabra más repetida

La sensación que transmite Pantic es similar a la de la Prensa de aquel país. Cuando escriben titulares como “Serbia, roja de vergüenza” y relatan que los hechos de Génova fueron causa de "horror" y "pesadilla" y "las imágenes de jóvenes con pasamontañas dieron una impresión que enrojece a toda la nación". Otros encabezamientos también coinciden: “La mayor vergüenza del deporte serbio” o “Una vergüenza eterna”.

Se desprende cierta frustración por parte de cualquier serbio que tiene algo que ver con el fútbol o el deporte. El presidente de la Federación Serbia de Fútbol (FSS), Tomislav Karadzic, aseguró que se trataba de "una vergüenza" y "un ataque al Estado". El ex futbolista Savo Milosevic señaló que "alguna gente usa el deporte para lograr sus objetivos". "Esto ha sido una vergüenza, y la agresión contra Stojkovic por el cambio del club (jugó en la 2005/06 en el Estrella Roja y actualmente en el ‘eterno enemigo’, el Partizán) es un indicador muy serio de lo que algunos son capaces de hacer”. El ex seleccionador serbio Radomir Antic, preguntado por este periódico sobre el asunto, prefiere mantenerse al margen: "Yo sólo soy un entrenador de fútbol, no puedo valorar esto".

Otros, como Sasha Djorjevic aportan un análisis muy particular con una conclusión cargada de polémica: “El problema viene de las estructuras políticas de la oposición. Yo creo que a Génova llegó un grupo radical de aficionados. Después de los disturbios del Orgullo Gay de la semana pasada, los ultras han sido manipulados por la política”.

Una finalidad política

La indignación por este comportamiento ‘hooligans’ se les escapa de las manos. ¿Problema social? ¿De educación? ¿Político? ¿Todo lo anterior y más? ¿O simplemente un hecho aislado? El sociólogo Vladimir Vuletic declaró que los desórdenes son un acto bien pensado contra el Estado, "el problema es que alguien piensa que puede determinar la política en Serbia a la fuerza e independientemente de las instituciones políticas y la voluntad de la población".

Con todo ello, Milinko Pantic está convencido de que este asunto se le escapa a la Federación de su país y quien debiera actuar es “el Gobierno central. Lo deben solucionar ellos pero es un problema que no debería salir de casa. Hay que solucionarlo dentro y con mucho esfuerzo”.

Y este no es el primer incidente por el que la afición serbia ocupa páginas en los diarios internacionales. Desde 2005, los hooligans serbios han protagonizado más de una quincena de disturbios.

“¿Y de qué puede servir que diga yo algo?”, espetó Milinko Pantic a la petición de un opinión sobre la revuelta de los aficionados serbios en Génova. El Confidencial contactó con el ex rojiblanco para saber qué le pasó por la cabeza tras ver a sus compatriotas en el estadio Luigi Ferraris. “Fue muy triste, siento vergüenza pero yo no lo puedo solucionar; no todos somos iguales”. Pantic busca respuestas, soluciones a estos actos y cree que todo pasa por que actúe en consecuencia el gobierno balcánico, “aquí la Federación de Fútbol no puede hacer nada, debe ser el Gobierno directamente”.

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