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Adiós de Figo, el hombre que siempre quiso ser blanco
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FUE EL PRIMER 'GALÁCTICO' EN LLEGAR

Adiós de Figo, el hombre que siempre quiso ser blanco

Una fría y lluviosa noche de febrero de 1995, los gradones del destartalado y vetusto (hoy reformado) estadio de Bessa, rugían para animar al Boavista, de

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Adiós de Figo, el hombre que siempre quiso ser blanco

Una fría y lluviosa noche de febrero de 1995, los gradones del destartalado y vetusto (hoy reformado) estadio de Bessa, rugían para animar al Boavista, de Oporto, que se las veía tiesas frente al joven Sporting de Lisboa. Jugaban el Sporting de Lisboa frente al Boavista. Calado hasta los huesos como yo, a unos metros más arriba, se encontraba Ángel Félix, el hombre que el Real Madrid envió para seguir al ‘siete’ de los lisboetas: Luis Figo.

Era el Real Madrid que presidía el difunto Ramón Mendoza y entrenaba Jorge Valdano. No eran  buenos tiempos para el club blanco, que no quiso, o no pudo, entrar en la puja por la perla verdiblanca, un futbolista trabajador, de fácil manejo con las dos piernas, rápido y con una habilidad con el balón rayando lo genial y que en el Sporting tenía licencia para aparecer en todas partes. Figo era una joya. Y un mirlo blanco para los saurios de Europa… menos para el Real Madrid, que no quiso abonar los 40 millones de su cláusula de rescisión y mucho menos entrar en litigio con otros clubes del continente. Y es que José Veiga, el abogado de Figo, había llegado a un acuerdo con dos equipos italianos, Parma y Juventus. Al final, el Barcelona no se anduvo con remilgos y contentó a todos: pagó 80 millones al Sporting y 40 a Parma y Juventus, que vieron satisfecha la afrente. Así aterrizó Figo en La Masía.

El ‘siete’ portugués se fue contento a Barcelona, pero no feliz, porque en su corazón, así lo dijo a sus íntimos, ya tenía tatuado el escudo madridista. Con todo, Figo ganó títulos en Can Barça, compartió risas y victorias con Ronaldo y conoció a la modelo sueca Helen Svedin, que se convirtió en el amor de su vida y la madre de sus tres hijos.

En el Barça, Figo ganaba títulos y corazones, pero seguía siendo el príncipe de la sonrisa triste. Le faltaba ganar la Champions y miraba con envidia y nostalgia las alegrías del Real Madrid. Florentino Pérez cazó al vuelo la saudade del portugués y se tiró a la cascada: 60 millones más IVA le costó la broma. Pero vistió por fin de blanco a Figo. Este culminó un sueño, que pudo más que las iras barcelonistas y las chanzas de los desalmados.

Luis fue el primer galáctico, el hombre que abrió la veda de aquel Real Madrid hollywoodiano de ‘zidanes y pavones’, un Madrid esplendoroso, que coronó los sueños del crack portugués. Figo trabó amistad con Raúl González, una amistad que perdura con el tiempo. Es fácil ver al matrimonio Figo-González cenar en De María un lunes cualquiera o darse un chapuzón entre risas en las templadas aguas de la Costa Azul, donde es fácil coincidir con otro matrimonio galáctico, los Zidane.

Rico para mantener a varias generaciones, Luis Figo, el hijo de Antonio Caeiro, regente de una modesta tienda de ultramarinos en Almada, arrabal de Lisboa, ha creado una Fundación para ayudar a los niños pobres de Portugal. En el país vecino, el ‘siete’ es todo un personaje, tanto o más que el emergente Cristiano Ronaldo. José Saramago, que no es nada futbolero, aseguró sin rubor: “Me siento el Luis Figo de la Literatura”. Quizás exageraba el genial autor del Hombre duplicado. Figo se retirará de la alta competición, tal vez venga a vivir a Madrid y colabore en algo con el conjunto blanco si vuelve Florentino. Tal vez lea “Todos los nombres” de su genial paisano.

Una fría y lluviosa noche de febrero de 1995, los gradones del destartalado y vetusto (hoy reformado) estadio de Bessa, rugían para animar al Boavista, de Oporto, que se las veía tiesas frente al joven Sporting de Lisboa. Jugaban el Sporting de Lisboa frente al Boavista. Calado hasta los huesos como yo, a unos metros más arriba, se encontraba Ángel Félix, el hombre que el Real Madrid envió para seguir al ‘siete’ de los lisboetas: Luis Figo.

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