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¿Cuchillada o harakiri? La forma más increíble de perder un título
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CARLOS REUTEMANN Y WILLIAMS, EN EL CAMPEONATO DE 1981

¿Cuchillada o harakiri? La forma más increíble de perder un título

Gran Premio de Mónaco, 1980. Patrick Head, director técnico de Williams, llamó al ingeniero de Carlos Reutemann, Neil Oatley. “¿Qué está

Gran Premio de Mónaco, 1980. Patrick Head, director técnico de Williams, llamó al ingeniero de Carlos Reutemann, Neil Oatley.“¿Qué está haciendo Carlos?” “Todo va bien”, le respondió el ingeniero. El argentino daba vueltas tranquilamente por la pista mientras que Alan Jones, el segundo piloto del equipo, se iba matando por las curvas. Durante la mañana del viernes y el sábado, el "Lole Reutemann" analizaba cada zona del circuito por segmentos. A pocos minutos de terminar la sesión definitiva, juntó todo en una vuelta y, 'bang', logró el mejor tiempo.

Al final, el propio Head consideraba a Reutemann “un artista que, cuando todo iba bien, trascendía lo humanamente posible en un coche”. Como aquel gran ciclista italiano, Gianni Bugno, prodigio de clase y estilo pero frágil psicológicamente, el 'Lole Reuteman' también poseía una personalidad ciclotímica y sensible. Y a tal perfil se atribuyó aquella desconcertante actuación que le hizo perder el título en 1981. Pero, también, a un hipotético complot del equipo Williams, que no habría perdonado su desobediencia en .

"Te apuesto a que no lo gano..."

La temporada había sido extraña para el argentino. Una de sus victorias, en Sudáfrica, no contó para el campeonato por problemas políticos. A mitad de año, en una maniobra sorprendente, Williams cambió deMichelin(con los que el argentino disfrutaba) aGoodyear. De hecho, había logrado 37 puntos en las primeras siete carreras con el neumático francés, y en los ocho siguientes solo 12 con el americano. “Felicitaciones, con 17 puntos de ventaja es imposible que pierdas el campeonato”, le dijo el periodista británicoAlain Henrya Reutemann tras el Gran Premio de Gran Bretaña. “Te apuesto a que no lo gano”, le contestó Reutemann.

El "Lole" había liderado la clasificación casi toda la temporada, y llegaba como líder al Gran Premio de Estados Unidos. La carrera tenía lugar en el infame aparcamiento -sí, han leído bien- del más hortera de los hoteles de la zona, el Caesar Palace's. Era el 17 de octubre de 1981. El argentino contaba con 49 puntos, Nelson Piquet (Brabham) 48, y Jacques Laffite43. Las combinaciones eran variadas, pero mientras el 'Lole' puntuara por delante de Piquet y el francés no ganara, el título sería para Reutemann. El primero para un argentino desde Fangio.


"Estaba muy satisfecho con el coche"

Todo empezó a pedir de boca. En el aparcamiento de Las Vegas, tanto Jones como Reuteman fueron intratables y este logró la pole el viernes. Su principal rival, Nelson Piquet, estaba enfermo y con fiebre. Pero el argentino ya sabía que no iba a contar con la ayuda de su compañero. Tampoco con la de su equipo. Porque aquí comenzó la nebulosa leyenda sobre el famoso desenlace de aquel campeonato.

“Felicitaciones, con 17 puntos de ventaja es imposible que pierdas el campeonato”, le dijo el periodista británico Alain Henry a Reutemann tras el Gran Premio de Gran Bretaña. “Te apuesto a que no lo gano”, le contestó ReutemannReutemann le contó a Henry su versión a Henry en su libro 'Williams, el negocio de los Grands Prix' (1991). “Las Vegas fue la única carrera de ese año en la que no tuve completamente el control de lo que me pasaba”, explicaba el argentino, "estaba muy satisfecho con mi coche, lo quería tal cual para la carrera y le pedí a Patrick que no lo tocara, el motor, el comportamiento, la caja, estaban perfectos. Le dije ‘déjalo así como está’ , pero no creo que a Patrick le gustara mucho”.

Sin embargo, en la segunda jornada, Reutemann tocó al Brabham de Nelson Piquet y se dobló uno de los brazos de suspensión. “Lo cambiaron, pero el coche nunca volvió a ser el mismo, no había manera de manejarlo”. Le dieron el chasis FW07B/17, pero nunca se sintió cómodo en él. "Motor diferente, diferente curva de potencia, la caja se sentía diferente también, creo que fui medio segundo más lento’”. Pero como nadie bajó el registro del viernes, Reutemann salía primero y Jones, junto a él.

"Era un tipo impotente"

El domingo por la mañana, en el 'warm up' había tenido que probar pastillas nuevas de frenos. También se encontró con unos reglajes extremadamente duros de muelles en relación a los de Jones, y con excesiva presión de neumáticos. Además, el cambio del chasis que iba a utilizar en carrera ya había dado problemas en el pasado. Reutemann notó que su monoplaza había cambiado completamente tan pronto como salió a la pista a la vuelta de calentamiento,. “No andaba para nada, lo que ya noté en la salida”, confesaría el argentino en el libro 'Los días de Reutemann'“, de Alfredo Parga.“Sentí que si no ocurría un milagro, perdía el campeonato. Estaba intranquilo, sin la frialdad necesaria, pero no era un autómata: era un tipo impotente”.

El "Lole"se vino abajo ya desde la salida. En la primera curva era quinto. Piquet rodaba séptimo, y pronto se puso a su estela. En la vuelta 17 le adelantó y el argentino no opuso resistencia “ni le mandó contra el muro”, como algún piloto después le aconsejaba que debía haber hecho, y como hicieron Senna y Schumacher en 1990 y 1994 respectivamente. No era su estilo. Nigel Mansell, quien le siguió en algunos momentos de la carrera, contaría después que en las curvas rápidas se levantaba la rueda interior del monoplaza de Reutemann.

“Fallé el cambio unas cincuenta veces”. La carrera de Reutemann se convirtió en un calvario. Pero también para Nelson Piquet. Con el calor del desierto y un circuito en sentido contrario a las agujas del reloj, el brasileño luchaba literalmente por mantener su cabeza erguida, e incluso vomitó a pocas vueltas del final dentro del casco. Ni aun así pudo el argentino recuperar terreno. Finalmente, Piquet acabó quinto y Reutemann octavo, fuera de los puntos. Alain Jones ganó y el argentino perdió el título. Que terminara doblado por su compañero de equipo hizo más cruel y extraña su derrota. Totalmente exhausto, Nelson Piquet ni siquiera pudo subir al podio.

Guerra de las Malvinas, y adiós para siempre

“Después de la carrera, Carlos nunca quiso hablar con nosotros”, recordaba recientemente el propio Patrick Head en la revista británica Motorsport.“Era una persona muy privada con la que nunca sabías lo que estaba pensando. Abandonó el circuito y se fue directamente a Argentina”. ¿Y qué paso con la caja de cambios? “Cuando la desmontamos al llegar a casa no vimos que nada estuviera mal…. Pero en el libro 'Los días de Reutemann' se cuenta cómo, cuando la abrieron, con algún periodista como testigo, se comprobó que los anillos que impedían saltar marchas estaban rotos para la tercera y la cuarta velocidad. ”El endurecimineto de la caja fue espantoso, ni segunda ni tercera ni cuarta, todo cantaba. En cada vuelta como mínimo erraba de tres a cuatro cambios. Manejaba con una mano y con la otra tenía que sostener la palanca. Una sensación que a 200 Km/h, acelerando y frenando, no era muy agradable“, contaría Reutemann en el libro de Alfredo Parga.

Pocos meses después estalló la Guerra de las Malvinas. Reutemann telefoneó a Frank Williams para decirle que no consideraba apropiado que un argentino compitiera con un equipo británico. Y se despidió para siempre. Cuchillada o harakiri, Juan Manuel Fangio todavía no tiene compatriota heredero en la Fórmula 1. Por un solo punto.

Gran Premio de Mónaco, 1980. Patrick Head, director técnico de Williams, llamó al ingeniero de Carlos Reutemann, Neil Oatley.“¿Qué está haciendo Carlos?” “Todo va bien”, le respondió el ingeniero. El argentino daba vueltas tranquilamente por la pista mientras que Alan Jones, el segundo piloto del equipo, se iba matando por las curvas. Durante la mañana del viernes y el sábado, el "Lole Reutemann" analizaba cada zona del circuito por segmentos. A pocos minutos de terminar la sesión definitiva, juntó todo en una vuelta y, 'bang', logró el mejor tiempo.