Como el taconazo de Guti: cuando el genio de Max Verstappen vuelve a salirse del mapa
El último relevo del neerlandés en el pasado GP de México se entregó como otro botón de muestra de su impresionante talento, pero también es la expresión de una dimensión más amplia
Verstappen, en la previa del GP de México. (Europa Press/Javier Jiménez)
El talento de los elegidos no necesariamente aflora en los triunfos. En ocasiones, se regala en momentos puntuales, como ese mítico toque de tacón de Guti, cuando el genio se eleva por encima de las circunstancias o el resultado final. Como el último y extraordinario relevo de Max Verstappen en el pasado Gran Premio de México. Bocatto di Cardinale.
"Este relevo es una locura, remata la faena", le animaba por la radio Giampiero Lambiase al holandés, cuando este iba implacable a la caza de la segunda plaza de Charles Leclerc. Acostumbrado a tantas genialidades de su piloto, incluso el ingeniero se quedó impresionado por la espectacular exhibición del holandés.
Una máquina viva a la que mimar
Red Bull se encontró el viernes con un monoplaza rápido a una vuelta, pero que destrozaba el neumático en tandas largas. Dada la menor competitividad del RB21 por la pérdida aerodinámica en aras de una mayor refrigeración, Verstappen apostó por limitar daños para la carrera con la configuración del RB21. Como mínimo, el monoplaza austríaco era el tercero en la jerarquía, por detrás de McLaren y Ferrari.
Un Fórmula 1 es una máquina viva que evoluciona en carrera. Al margen del cambio de condiciones ambientales, la descarga progresiva de gasolina, y pérdida de peso, y la degradación del neumático modifican su comportamiento en el vuelta a vuelta.
El piloto debe adaptarse a tales circunstancias al manejar su monoplaza, al mimar esa degradación con la finura de su pilotaje, mientras mantiene el ritmo más elevado posible. No siempre es posible lograr las dos cosas. Es aquí donde el holandés manifestó de nuevo su sublime talento.
Precisión de metrónomo
Tras la segunda parada de los rivales, Verstappen se encontraba a 12 segundos del monegasco. Este con medios usados y alguna vuelta más que los blandos del holandés. Fue a partir de entonces cuando comenzó el espectacular festival de pilotaje del neerlandés, con un relevo de 33 vueltas por delante.
Vuelta 39: 1.21.284; vuelta 40: 21.425… Verstappen se encabalgó entre el 21.2 y el 21.4 con precisión extraordinaria. Vuelta 47: 1.21.2. Según se descargaba el monoplaza, bajaba al 21.1/2. Siempre una décima arriba o abajo, con precisión de láser, sin perder eficacia de neumático, con pasmosa regularidad. Ni un error al máximo ritmo para un nivel dado de neumático, sin salirse de esa estrechísima horquilla con sus tiempos, implacable en su precisión metronómica a pesar de la evolución del monoplaza y los neumáticos. Hasta el propio Lambiase alucinaba. El incidente de Sainz impidió que el holandés recibiera la recompensa a su exhibición de velocidad, precisión, regularidad y gestión del neumático. Hubiera sido segundo, con el tercer coche de la parrilla.
Ese relevo materializaba otra de las dimensiones de Verstappen, que también alimenta su desempeño en la pista. Nadie mejor que su nuevo y recién llegado jefe, Laurent Mekies, para iluminar toda la esfera del holandés como piloto en una reciente entrevista previa a México.
"Todos saben lo que hace en el coche, lo extraordinario que es y lo cerca que está del límite vuelta tras vuelta, carrera tras carrera, año tras año; sabemos que marca la pauta", explicaba el ingeniero francés, en la misma línea que Yuki Tsunoda destacaba nada más emparejarse con Verstappen. Al límite, siempre en cada sesión.
Detrás de su rendimiento en pista late otra realidad que Mekies enfatizaba. "Creo que la mayor sorpresa ha sido descubrirlo fuera del coche, y es tan extraordinario, o incluso más, fuera del coche que dentro. Es increíble su nivel de compromiso, su profunda comprensión de la complejidad del equipo que intenta darle el coche más rápido posible y cómo guiar a ese equipo hacia la solución adecuada para el coche".
Es decir, Verstappen sabe lo que quiere, lo que necesita, y cómo extraerlo de una compleja organización. "Combinar esa comprensión natural de la gran cantidad de gente que lo rodea intentando mejorar el rendimiento del coche... No solo entiendes que hay muchísima gente, sino también que tendrás que elegir las palabras adecuadas con cada uno de ellos para intentarlo, para ayudarlos a alcanzar su máximo potencial. Esto es lo que hace todos los días".
"Es muy fácil subestimar lo esencial que es Max para el equipo. No es solo el equipo; Max está completamente integrado en él. Nos ayuda a desarrollar el coche. Él está al frente del desarrollo del coche y de lo que haremos el año que viene", explica Mekies. Si en Red Bull se trataba de elegir entre Christian Horner y Max Verstappen, el tema quedó claro.
"Y vive día y noche para las carreras, si lo llamas en cualquier momento, estará en el simulador. Y si no está en el simulador, está compitiendo con nosotros en algún lugar de Europa Y eso te da una idea de lo intenso que es". Si alguien puede remontar y batir a Lando Norris y Oscar Piastri, se llama Max Verstappen.
El talento de los elegidos no necesariamente aflora en los triunfos. En ocasiones, se regala en momentos puntuales, como ese mítico toque de tacón de Guti, cuando el genio se eleva por encima de las circunstancias o el resultado final. Como el último y extraordinario relevo de Max Verstappen en el pasado Gran Premio de México. Bocatto di Cardinale.