"El pintor de coches". El español Manu Campa, como un artista renacentista del siglo XXI
El pintor español se ha convertido por derecho propio en una gran figura a través de su visión del automóvil deportivo y clásico, con la Fórmula 1 poco a poco entrando en su repertorio
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F4f4%2Ff26%2Fb8c%2F4f4f26b8c100b81371320b9bbe19beb3.jpg)
Lograr aunar vocación, profesión, aficiones, y con éxito profesional, es fortuna de unos pocos. Si se añaden a lo anterior las experiencias vitales tan exclusivas que proporciona tal cóctel, se puede poner nombre y apellido: Manu Campa
El pintor español ha recorrido un largo camino creativo y personal hasta convertirse en figura de un nicho exclusivo y moderno, aunque con un esquema similar al del artista renacentista, salvando las distancias: el artista de talento que se gana el reconocimiento de los mecenas. Si Augusto Ferrer-Dalmau es universalmente conocido como el "El pintor de batallas", Manu Campa es "El pintor de coches". Los más exclusivos.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F885%2F367%2Fe70%2F885367e70f117f19164ceea4f1246c46.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F885%2F367%2Fe70%2F885367e70f117f19164ceea4f1246c46.jpg)
La unión de dos vías paralelas
Campa acaba de llegar de Miami, donde ha estado en las fechas del Gran Premio. Ha entregado lienzos y expone sus obras en una exhibición sobre movilidad con otros seis artistas internacionales. Es una de sus últimas salidas al extranjero entre un ritmo frenético de trabajo, fruto del éxito de su viaje personal como artista y aficionado al automóvil.
Pero el arte y la pasión por los coches viajaban por sus venas como líneas paralelas que finalmente confluyeron. “Dentro de mí, una era mi afición a los coches, muy sana y muy humilde. Tan humilde que mi primer clásico fue un Escarabajo, hace 11 años. Pero siempre me habían gustado los coches, sobre todo los clásicos”, explica a El Confidencial. “Iba a concentraciones, iba al Jarama de clásicos cuando podía, dentro de un ambiente familiar en el que nadie era aficionado a los coches, pero a mí siempre me gustaron”.
Antes, había estudiado Bellas Artes. “Hacía retratos, paisaje urbano, cuadros de bicis, animales, trabajaba por encargo para gente de mi entorno. Estuve los primeros ocho diez años prácticamente dando palos de ciego, como buscando la razón de mi vida. Y decidí introducir el automóvil o el coche clásico como motivo principal de mis cuadros”. Su vida cambió. Porque había tocado un filón, un nicho que le iba a abrir horizontes inesperados.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F9ff%2F58e%2F278%2F9ff58e278cd0b6fd6f60790c4f11606c.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F9ff%2F58e%2F278%2F9ff58e278cd0b6fd6f60790c4f11606c.jpg)
De inconfundible e ideal estilo para expresar la estética y espíritu de una máquina de metal, aunque siempre blanco de las emociones. ¿Qué persigue Manu Campa cuando se pone con un cuadro, unos de esos espectaculares deportivos que son grueso de su producción? “Intento que la pintura sea muy directa y refleje un poco las sensaciones que tendrías si tuvieras el coche aparcado delante, en el salón de casa. No me gusta una pintura en la que tengas que contar un discurso complejo que vaya acompañado necesariamente de una historia. A la hora de retratar un coche no hay dobles sentidos. Está ahí, plantado delante de ti. Casi como si tuvieras el coche esperándote para salir un fin de semana”.
Los mecenas del siglo XXI
La trayectoria artística —y empresarial— de Campa se ha disparado gracias a los mecenas, en general multimillonarios, que quieren que esa máquina en el garaje lo haga en sus lujosos hogares. “Tengo gente muy especial que me ha apoyado durante ocho o diez años en mi carrera, y que se convierten en figuras clave, no solo por lo especial de la relación, que puede ser secundario, sino porque para un artista, tener mecenas, tener gente que te apoye durante varios años en tu carrera es fundamental. Muchas veces desde el gremio artístico se obvia esa figura del cliente. Pero yo, que no trabajo con galerías y dependo directamente de ellos, que le cojan cariño a mi obra y decidan comprar ocho, diez, o quince cuadros, es brutal. Te apoyan en todo, pero sobre todo para poder vivir de ello y hacer crecer la carrera profesional”.
“Para muchos de nosotros el coche es una extensión de nuestra personalidad y es un sueño cumplido. Hago retratos de los coches, en particular de grandes coleccionistas, como hace 200 años. Cualquier pintor de corte muchas veces representaba al rey subido en su caballo. Y era el caballo el que te daba la categoría. Eso no deja de ser casi lo que hoy en día es tu primer 911, tu primer Ferrari, tu Ferrari de carreras, o llámale como quieras. Es bonito porque en la cabeza de mis coleccionistas está el sueño de comprarse el coche y luego lo que hacen es encargarme el retrato del mismo. Entonces, es algo que acompaña esa experiencia de “lo he logrado, lo he conseguido. No solo quiero mi coche en el garaje, sino que lo quiero en el salón de casa”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fc52%2F43d%2F6a6%2Fc5243d6a6333e37a8cf2e7a666963124.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fc52%2F43d%2F6a6%2Fc5243d6a6333e37a8cf2e7a666963124.jpg)
¿Podría considerarse entonces Manu Campa un equivalente a un artista del Renacimiento? En su época tenían su temática, dependiente de esa figura fundamental del mecenas. “Estoy de acuerdo al cien por cien. Los grandes pintores trabajaban por encargo permanentemente, cuando el artista moderno huye de que la figura del cliente tenga ningún peso. Pero Goya, Sorolla, Velázquez, todos los grandes trabajaron por encargo. Y en el caso de Sorolla, se cruzaba el charco para ir a las Américas a hacerle un retrato a un tío en Wisconsin. Es muy parecido a lo que hago yo, Sorolla lo haría probablemente en barco, y llegas a casa de un tío que ha descubierto tu trabajo y que le enamora y que quiere tener un pedacito de ti, y que tú se lo tienes que dar”.
Campa cuenta una historia personal que ilustra esa relación emocional con sus clientes. “Nos pusimos a hablar de cosas de la vida. Me preguntaban por mis coches, y yo acababa de vender mi querido favorito, Ford del año 31 para comprar un 911" ¿Cómo que has vendido ese coche? Pero si era el coche con el que estabas con tus hijos…” Me dijo: “Mira, cómpralo de vuelta, yo te lo regalo. Recupera ese coche y se lo das a tus hijos. Estuve seis meses convenciendo al nuevo propietario para que me lo para que me lo devolviera. Lo tengo delante ahora mismo, hablando contigo”. En su estudio, claro.
Los ricos no son de este planeta
La experiencia se traslada así a otra dimensión: la convivencia, la relación y el contacto con los superricos. Alguien dijo que “los ricos no son de este planeta”. ¿Es cierto? “Sí, bueno, es un tema que también le fascina a mucha gente. No es por sentido clasista, sino por el acceso a experiencias, a vivencias". ¿Cómo es esa relación con este tipo de clientes tan exclusivos? “Yo creo que premian la naturalidad y la cercanía. En mi caso, creo que es mi manera de ser, muy cercana y naturalista, la que hace que conecte con ellos de una manera honesta. No les trato de una manera especial en absoluto. Casi siempre es un ambiente en el que se habla de coches y se vive con pasión las experiencias que la vida te ha regalado alrededor de los mismos”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F1b3%2Fcbc%2Fe5d%2F1b3cbce5daa2a4a124be6c80e455327e.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F1b3%2Fcbc%2Fe5d%2F1b3cbce5daa2a4a124be6c80e455327e.jpg)
“Esta parte es muy bonita, y, sobre todo, muy muy divertida, muy enriquecedora para mí a nivel personal: haber dado con gente que tiene colecciones impresionantes en Estados Unidos, en México o en Bangkok, y haberme sumado casi a su círculo de amigos cercanos. Es maravilloso, algo que me ha regalado esta profesión y que era absolutamente inesperado. Porque yo siempre he trabajado duro y he luchado por cumplir mis sueños, pero no sabía que el premio iba a ser, no solo vivir de ello dignamente, sino encima tener estas experiencias vitales con las que mis clientes se convierten en amigos, y todo pasa a ser como una especie de gran familia global que es muy bonita, y que está permanentemente conectada”.
¿Qué tipo de personalidades frecuenta Manu Campa? “En muchos de mis casos son hechos a sí mismos, gente que ha conseguido cumplir ese sueño, pero con los pies en la tierra. El otro día, en Miami, hablaba con un nuevo cliente uruguayo. El último coche que se había comprado ahora era un Carrera GT. Había emigrado con la familia de Uruguay a Miami en el año 82 y él no tuvo su cama propia hasta que no tuvo 17 años. Es gente que va cumpliendo sueños y los quiere compartir. Tienen un carácter más realista. Son relaciones muy sanas, muy honestas. Yo no les tengo que vender nada, además, a ellos les gusta mi trabajo y encima soy muy accesible porque soy muy barato para ellos. Y luego, encima, en muchos casos me invitan a correr con sus coches de carreras o me dejan el Ferrari 40 para que lo pruebe, porque saben que soy un apasionado de verdad”.
“Es gente que tienen el coche de cinco millones de dólares y hacen una fiesta cuando yo le entrego un cuadro que cuesta menos del 1% de lo que cuesta su coche, y, aun así, la fiesta cuesta más que el cuadro. Porque lo viven con una enorme ilusión, a mí me parece la bomba que, en Miami, el señor esté preocupado toda la semana de que el domingo a las 10 ha invitado a 40 amigos para hacer el análisis de su cuadro”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fda4%2F577%2F5f2%2Fda45775f23ad0c4aaaa6e496eadb5ba4.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fda4%2F577%2F5f2%2Fda45775f23ad0c4aaaa6e496eadb5ba4.jpg)
También, con la Fórmula 1
Hace poco tiempo, Manu Campa le hacía un cuadro regalo a Patrick Demsey, el famoso actor que llegó a competir en las 24 Horas de Le Mans. “Él no sabía nada. Tengo muchos amigos en común con él, gente de Los Ángeles que han comprado varios cuadros míos, buenos coleccionistas también. En cuanto vio su coche lo reconoció y le gustó mucho. Estos no son regalos efímeros, son regalos o autorregalos que todo el mundo interpreta como artesanos, laboriosos, que requieren de una especialización, una técnica, una entrega de tiempo para que queden bonitos y demás, que le imprimen un carácter muy honesto”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ffd9%2Fcb9%2F12c%2Ffd9cb912c3fe690876edd7eab3b4c8f0.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ffd9%2Fcb9%2F12c%2Ffd9cb912c3fe690876edd7eab3b4c8f0.jpg)
En los últimos tiempos, Manu Campa también le ha echado el ojo a la Fórmula 1. Incluso ha pintado un cuadro para el propietario de un Ferrari con el que compitió Michael Schumacher en 2002, ahora en su colección, y tiene pendiente el de 1997. “He ido descubriendo la Fórmula Uno a través de mi pintura y, es curioso, pero cada vez que tengo un viaje en los que expongo dentro de la Fórmula 1 en Miami o en México, decido hacer una colección de cuadros que rinda tributo a algo que haya tenido que ver o bien con el circuito donde se corre ,o bien con pilotos".
"El año pasado me llevé una colección de cuadros, inspirada en Senna, en sus cuatro equipos. Al año siguiente fui a México e hice un tributo a coches icónicos o pilotos icónicos para el Autódromo Hermanos Rodríguez. Me he ido haciendo aficionado porque reconozco que no lo era de pequeño, pero cuando eres partícipe de estos grandes premios, inevitablemente tienes que dejar los deberes hechos e intentar aprender cada año más, porque también es otro mundo, el de la Fórmula 1, e infinito”.
Dentro de que su producción sea fruto en gran medida de encargos. ¿Hay satisfacción personal y creativa? ¿Qué cuadros tienen una significación especial? “Me gusta mucho cuando el coleccionista confía en una línea estética que yo me he inventado y decide que yo sea quien toma la decisión de cómo retratar su coche. El otro día en Miami entregaba dos cuadros a dos buenos coleccionistas de sus Ferrari de 5 millones de euros. Y me dieron la libertad de retratarlo como yo quiero, apoyando un proyecto en el que ya llevo trabajando años, un guiño al hecho de que todos nos hemos hecho aficionados a los coches a través de las maquetas. Pintar el coche desde arriba, como en una bolsita de plástico, casi como si fuera un juguete. Es lo más bonito, no solo el que ellos quieran un cuadro mío, sino que encima apoyen mi estética y le quieran dar un poco ese valor añadido de retratar su coche con un concepto un poco más artístico”.
Un artista está siempre en evolución y en necesidad de crecer. ¿Qué se plantea para el futuro un artista de nicho como Manu Campa? “Mi utopía es no trabajar por encargo, o sea, conseguir que la inspiración de la producción pictórica sea 100% una cosa mía, Y en vez de hacer 50 cuadros al año, hacer 25, para tener más tiempo para mi familia y poder profundizar, quizá, y experimentar más. A día de hoy, la demanda es muy alta, lo que conlleva presión para que haya más producción, y eso quizá te aleja de la creatividad. Lo ideal, sería decir: mira, hoy tengo un lunes en el que puedo dedicarme a buscar fotografías, historias, ver qué proyecto voy a hacer para Australia 2026, y desde ya empezar a organizarme para seleccionar diez motivos pictóricos. Toda esa reflexión y ese trabajo, que es también maravilloso, me encantaría tener más tiempo para hacerlo, pero normalmente voy muy atropellado, no me da tiempo. Tengo que dar tiempo de verdad, parar y decidir qué quiero hacer”.
Lograr aunar vocación, profesión, aficiones, y con éxito profesional, es fortuna de unos pocos. Si se añaden a lo anterior las experiencias vitales tan exclusivas que proporciona tal cóctel, se puede poner nombre y apellido: Manu Campa