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La foto de la discordia de Fernando Alonso en Arabia Saudí y por qué el que paga siempre manda
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Un dilema de difícil solución

La foto de la discordia de Fernando Alonso en Arabia Saudí y por qué el que paga siempre manda

Un concurso promocional de Aramco ha desatado la polémica al tratarse de una mujer con el rostro completamente tapado por cuestiones religiosas. ¿Podría negarse un piloto?

Foto: Fernando Alonso, con la ganadora del concurso de diseño de su casco. (Aramco)
Fernando Alonso, con la ganadora del concurso de diseño de su casco. (Aramco)

No es la primera vez y desde luego no será la última. Las cuestiones religiosas, geopolíticas, culturales de un país o geopolíticas dañan la reputación de los deportistas al hacerles formar parte de la controversia. Es muy de agradecer que un patrocinador como Aramco fomente la participación de los aficionados y más aún que lo amplíe entre las mujeres. Pero no es el fondo lo que falla, sino de manera clamorosa lo hace la forma. Y de paso, hace un daño reputacional enorme a Fernando Alonso.

Sin entrar a calificar el hecho en sí, es cuando menos chocante que te anuncien a una joven muchacha junto a Fernando Alonso en el acto de entrega del premio del concurso... no se sepa quién es. Solo se ven dos ojos debajo de un niqab, que viene a ser la versión light de un burka. En el mundo islámico lo verán como lo más normal del mundo, pero bajo la óptica occidental la imagen ha generado todo tipo de comentarios, generalmente nada buenos y poco favorecedores además para la imagen de Fernando.

¿Debería haberse negado Fernando Alonso a participar en un acto que es obvio que iba a generar mucha controversia? No sabemos lo que pensará el asturiano al respecto, pero la cuestión no es si deba o no prestar su imagen a esa acción, sino si puede o no permitírselo. Es muy fácil exigir a Fernando que debería haberse negado participar, pero tratemos de ser justos. Si le acusamos a el de bajarse los pantalones ante su patrocinador, ya que hablamos de cuestiones religiosas, el que esté libre de pegado que tire la primera piedra.

Real Madrid y Futbol Club Barcelona fueron tan lejos como cambiar sus escudos, eliminando las cruces para no molestar a sus patrocinadores islámicos. Hablamos de dos de las propiedades deportivas más importantes y sólidas del mundo. Y no fueron capaces de decir no por cuestiones económicas. Suena, por tanto, un poco injusto, exigir a un deportista individual que se plante. La realidad es que nadie al final muerde la mano que le da de comer. Principios a lo Groucho Marx, sí, pero heroicidades dañinas las justas.

placeholder Real Madrid y FC Barcelona eliminaron la cruz en sus escudos para no perder lucrativos contratos con patrocinadores islámicos. (Captura)
Real Madrid y FC Barcelona eliminaron la cruz en sus escudos para no perder lucrativos contratos con patrocinadores islámicos. (Captura)

Vulnerables por contrato

Escandalizarse en redes es tan lógico como insignificante. Habría que ver a los escandalizados ante la actitud de Fernando cómo habrían actuado ellos en su lugar. Veamos la situación: a Fernando le queda únicamente una bala antes de retirarse y esa bala pertenece a su patrocinador Aramco. La petrolera saudí es la que paga mayoritariamente la fiesta de Aston Martin. La cosa es muy simple: te podrías atrever a contrariar a un patrocinador menor, pero con Aramco no lo puedes hacer. Fin.

En realidad, si podrías, pero en minutos estarías de patitas en la calle. Negarte a una acción promocional de Aramco, además de la controversia, la dejaría reputacionalmente en muy mal lugar. Ni comentar ya cómo se tomarían los jeques esa falta de respeto a sus sentimientos religiosos. Lo de Honda con el 'GP2 engine' de Fernando sería un chiste al lado de esto. Y es que la fastidiosa cláusula presente en todos los contratos de los pilotos sobre daños reputacionales pone en bandeja el despido. Es lo que hay.

Checo Pérez rompió su colaboración con la empresa española Hawkers por un desafortunado comentario de la empresa en redes sociales. Aquel desprecio xenófobo por parte de Hawkers, siendo bastante estúpido, es menor respecto a las muchas salidas de tono de Helmut Marko, que es la cara visible de Red Bull. Y que no se entienda esto como una crítica a Pérez. Para él y cualquiera no es lo mismo romper con el que te da unos cacahuetes... como hacerlo con el que de verdad te da de comer.

Aquí si hay un verdadero responsable ese es Aramco. Una irrelevante acción promocional ha tirado por tierra los esfuerzos y el dinero de la empresa de mostrarse ante el mundo como algo diferente. Si la imagen de Fernando Alonso sale dañada, en el fondo la de Aramco lo hace con mayor gravedad. No olvidemos que la activación del patrocinio y la foto de marras son suyas. Y en este caso quien dice Aramco dice familia real saudí, porque vienen a ser lo mismo.

Caballo de Troya o aislamiento

El dilema de fondo siempre es el mismo: aislar a lo indeseable o ayudar a que cambie desde dentro. Lo de Arabia Saudí, en lo que respecta a los derechos humanos y más concretamente a las mujeres, es lamentable por decirlo suave. Ahora bien, coincidente con la llegada de la Fórmula 1, las mujeres desde entonces ya pudieron conducir. Menuda basura de concesión, podría decirse. Y siendo cierto, la verdad es que es muy posible que de no haber llegado la Fórmula 1, ese cambio histórico no se habría producido.

Los países utilizan el deporte a menudo como esa alfombra que utilizan para esconder la porquería. Pero no seamos hipócritas, porque de nuevo a ver quién es capaz de trazar la raya de lo que es aceptable y lo que no. ¿Eran aceptables todas esas lonas que tapaban las favelas en los Juegos Olímpicos de Río 2016?, ¿realmente una dictadura como China, con su vergonzosa limitación de derechos humanos, merecía unos Juegos Olímpicos? No es muy distinto el fondo de lo que hoy día pasa con Arabia Saudí.

Foto: El neerlandés sigue a un gran nivel. (Reuters/Al-Sudani)

Y en toda esta batalla sobre lo que es admisible o no, el eslabón débil siempre es el deportista. Los principios están muy bien, pero ni toda la población mundial tiene los mismos, ni nadie debería estar obligado a renunciar a lo que ha luchado toda la vida. ¿Recuerdan el caso de Alex Días Ribeiro? El piloto brasileño, fundador de los 'atletas de Cristo', tuvo que elegir entre sus profundas convicciones religiosas o debutar en Fórmula 1 patrocinado por la revista pornográfica Penthouse. Pues ganó Penthouse. Podría haber dicho no claro, pero también allí habría acabado su sueño.

Mohammed bin Salman dicen que está cambiando más Arabia Saudí en estos últimos años, que lo que ha cambiado el país desde su fundación. Es verdad que es espectacular el cambio que está dando el país y lo mucho que están avanzando en lo que a derechos humanos y de las mujeres respecta. Pero toda su masiva inversión en deporte en general y, Fórmula 1 en particular, no deja de tener mucho de blanqueamiento de cuestiones ciertamente reprobables. Y no es a Fernando Alonso a quien hay que señalar.

No es la primera vez y desde luego no será la última. Las cuestiones religiosas, geopolíticas, culturales de un país o geopolíticas dañan la reputación de los deportistas al hacerles formar parte de la controversia. Es muy de agradecer que un patrocinador como Aramco fomente la participación de los aficionados y más aún que lo amplíe entre las mujeres. Pero no es el fondo lo que falla, sino de manera clamorosa lo hace la forma. Y de paso, hace un daño reputacional enorme a Fernando Alonso.

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