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"Si no te gusta, vete". La gran hazaña de la historia del motociclismo que nadie quiere celebrar
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EL TOURIST TROPHY DE 1978 de Mike Hailwood

"Si no te gusta, vete". La gran hazaña de la historia del motociclismo que nadie quiere celebrar

Se cumplen cuarenta y cinco años del que probablemente sea el regreso a la competición más sensacional jamás visto. Pero se logró en un sitio del que nadie quiere hoy día hablar

Foto: Mike Hailwood camino a su victoria en el Tourist Trophy de 1978 (Tom Meadows/BevelHeaven)
Mike Hailwood camino a su victoria en el Tourist Trophy de 1978 (Tom Meadows/BevelHeaven)

El Tourist Trophy de la Isla de Man es una anomalía de nuestros tiempos. De haber sido cancelada la prueba hace años, se glorificarían mucho más las leyendas que acumula. Pero cuando cada año, la carrera de motos más longeva de la historia, se cobra la vida de algún piloto, se convierte en un tema tabú fuera del inexpugnable fuerte del motociclismo británico. Y dentro de esta literatura, probablemente, no exista una historia más bella y legendaria en los anales de las competiciones de motos que el triunfo de Mike Hailwood en el Tourist Trophy de 1978. Pero la sombría reputación que ostenta la carrera hoy día, hace que ninguna marca que patrocinó aquella gesta, quiera sacar mucho pecho de su triunfo.

En la actualidad, la carrera está seriamente cuestionada desde fuera de las Islas Británicas. De hecho, muchas federaciones motociclistas, niegan la licencia a sus pilotos para participar en la que indiscutiblemente es la competición sobre dos ruedas más peligrosa del mundo. Pero la numerosa afición local, así como sus autoridades, defienden con uñas y dientes la continuidad del evento. Su filosofía bebe del mismo cartel del puerto de Douglas, capital de la Isla de Man, que dice: "Estas son nuestras normas, si no le gustan, cada 45 minutos sale un ferry". Y en parte tienen algo de razón, por muy insoportable que resulte el anual goteo de pilotos fallecidos. Cada piloto que se inscribe, es más que consciente de que puede estar cruzando en ese momento una línea de no retorno y esa es también la razón de su irresistible atracción.

Hace apenas unos días, Luis, un aficionado español residente en la Isla de Man contactaba a quien les escribe estas líneas para sondear la posibilidad de encontrar apoyos publicitarios para su amigo Raúl Torras, el piloto español que desafortunadamente perdió recientemente la vida en la carrera. Reconociendo la valentía, el talento y carisma de Raúl, le admití no poder ser de ayuda en esta búsqueda, porque era sabedor que, en general, las empresas no quieren verse asociadas con una actividad tan directamente vinculada a brutales tragedias. Al conocer el fatal desenlace, volvimos a contactar con esa horrible y triste sensación de saber que esto era algo que podía ocurrir. Siempre haces por creer que no te va a tocar a ti, pero aficionados y pilotos saben perfectamente, que una vez que tomas la salida la posibilidad de perder la vida es real.

"No me voy a matar"

"Sólo puedo prometer una cosa: No me voy a matar". Esta fue la frase que pronunció Mike Hailwood en marzo de 1978 cuando se anunció su regreso a competir en el Tourist Trophy. La pregunta inevitable que rondaba en la cabeza de aficionados y periodistas era el porqué de aquel desconcertante regreso. Cuál era el objetivo de volver a subirse a una moto nada menos que once años después de haberse retirado. Porque si ya se antojaba una locura volver a pilotar después de un lapso de tiempo tan grande, qué decir hacerlo en la carrera más peligrosa que uno pudiera imaginar. Hailwood no necesitaba el dinero, simplemente le sedujo la idea de demostrarse a sí mismo y a los demás de que era capaz de hacerlo dignamente.

Muchos de sus fieles seguidores temían que un retorno tan extraño, manchase su impecable leyenda en el motociclismo, de donde salió como el más grande la historia antes de pasarse a las cuatro ruedas. Pero fue precisamente su amarga salida de la Fórmula 1, la que provocó que volviera a montarse en una moto, antes de decir definitivamente adiós a la competición. Mike The Bike, como su apodo indicaba, siempre se sintió en todos los sentidos mucho más piloto de motos que de coches. Pero estaba decidido a triunfar en Fórmula 1 queriendo emular lo que había hecho su compatriota John Surtees. En 1974, el año en el que por fin dispuso de un coche competitivo y empezaba a asentarse entre los mejores, sufrió un fortísimo accidente en el temible Nürburgring. Salvó la vida, pero sus terribles secuelas le obligaron a retirarse y a sufrir una larga y dolorosa convalecencia.

Cuatro años después de su accidente, ya no tenía que hacerse más operaciones en sus piernas, pero una se le había quedado más corta que la otra y estaba limitado para hacer ciertos movimientos. Sin embargo, en un encuentro casual en su nueva residencia de Nueva Zelanda se subió a una moto de competición y descubrió que, para lo fundamental, su cuerpo podía responder al desafío. La retirada de la Fórmula 1 en su mejor momento le impactó muy duro a nivel mental y su familia, aunque conscientes del enorme riesgo que asumía, entendía que volver a competir en el Tourist Trophy iba a ser la mejor medicina para volver a recuperar la alegría de vivir.

placeholder Honda no confió en Mike Hailwood en su retorno pese a su ilustre historia juntos (IoMTT)
Honda no confió en Mike Hailwood en su retorno pese a su ilustre historia juntos (IoMTT)

Emoción y escepticismo

La reacción antes de que comenzara la carrera era una mezcla de emoción y escepticismo, tanto en la Isla de Man como en todo el Reino Unido. Hablamos de un auténtico héroe nacional, pero había también la duda de si ese "viejo" podía, después de 11 años de ausencia, derrotar a Phil Read, la estrella británica del momento. En ausencia de Barry Sheene que admitía que traicionaba al Tourist Trophy ante su extrema peligrosidad, Read era el indiscutible favorito. El morbo añadido, es que Honda no quiso contar con Hailwood para su equipo oficial, al considerarlo acabado y este, tuvo que agenciarse una Ducati preparada por el importador local. Es decir, de todo menos fanfarria y altas expectativas en aquel insólito retorno.

Pero Hailwood, rápidamente, demostró a todos lo mal que habían hecho en subestimar a aquel veterano renqueante de sus piernas. El piloto británico ganó la carrera con una ventaja casi cercana a los dos minutos. La hazaña se propagó como la pólvora en todo el Reino Unido y encumbró a Hailwood al olimpo de los mayores héroes de la historia del deporte británico. "Con lo que contaba cuando planeé mi regreso, es que el nivel de conducción en la isla hubiera bajado en mi larga ausencia", escribió Hailwood en 1980. "Descubrí que muy pocos pilotos conocían el circuito de la manera en que deberían hacerlo. El miedo a romper sus motos hacía que en realidad hubiera muy pocos que estuvieran dispuestos a competir duro". No era fanfarronería, al contrario, era un típico arranque de la sinceridad brutal que siempre caracterizó la personalidad de Hailwood.

La multitud, que batió récords de asistencia a la prueba, estaba absolutamente enloquecida ante aquel retorno a la competición tan sensacional. El mito que ya era Hailwood, a raíz de aquella proeza, adquirió una nueva dimensión. Al año siguiente, para demostrar que aquello no fue cosa de suerte, sumó una nueva victoria y a partir de ahí, ya podía retirarse y llevar una vida tranquila sin remordimientos de asignaturas pendientes. No pudo conseguir igualar el logro de John Surtees de ser campeón del mundo sobre dos y cuatro ruedas, pero el mismo admitió, también, que nunca se sintió a gusto en el mundo de la Fórmula 1. Pese a ser hijo de un millonario, Hailwood reconocía que no tenía amigos en el paddock porque "sólo sentía afinidad con los mecánicos y estos están siempre trabajando".

Esta última frase ejemplifica muy bien el porqué de la supervivencia hoy día de una carrera maldita, como es el Tourist Trophy. El motociclismo en el Reino Unido es el deporte con más seguidores en vivo detrás del futbol, pero está prácticamente proscrito a nivel mediático. La corrección política que siempre ha caracterizado a la sociedad británica encaja mal con un deporte con unos niveles de peligrosidad que lo hace inaceptable moralmente a muchos. Pero al mismo tiempo, es un deporte con enorme arraigo en la clase trabajadora del norte de Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte. Y aunque muchos en las Islas Británicas y en el mundo no quieran celebrarlo, hay cosas que es mejor no tocar…

El Tourist Trophy de la Isla de Man es una anomalía de nuestros tiempos. De haber sido cancelada la prueba hace años, se glorificarían mucho más las leyendas que acumula. Pero cuando cada año, la carrera de motos más longeva de la historia, se cobra la vida de algún piloto, se convierte en un tema tabú fuera del inexpugnable fuerte del motociclismo británico. Y dentro de esta literatura, probablemente, no exista una historia más bella y legendaria en los anales de las competiciones de motos que el triunfo de Mike Hailwood en el Tourist Trophy de 1978. Pero la sombría reputación que ostenta la carrera hoy día, hace que ninguna marca que patrocinó aquella gesta, quiera sacar mucho pecho de su triunfo.

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