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El insufrible doble rasero que se le aplica en la F1 a Carlos Sainz respecto a Leclerc y Alonso
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SILENCIANDO A SUS CRÍTICOS

El insufrible doble rasero que se le aplica en la F1 a Carlos Sainz respecto a Leclerc y Alonso

La actuación del madrileño el pasado domingo en Barcelona da algo de perspectiva a sus méritos como piloto, a menudo cuestionado por prejuicios o comparativas extemporáneas

Foto: Carlos Sainz, en el Gran Premio de España. (EFE/Enric Fontcuberta)
Carlos Sainz, en el Gran Premio de España. (EFE/Enric Fontcuberta)

"Echando la vista hacia el fin de semana, me costaría creer que pudiera ser peor de lo que ha sido. Ya tenemos unos cuantos días así de decepcionantes este año. Desafortunadamente, a tono con el resto de la temporada". Imaginen si estas declaraciones hubieran sido de Carlos Sainz después una mala actuación en un Gran Premio. Pero son palabras de su compañero Charles Leclerc, quien, junto a la decepción por su mala carrera en Barcelona, se explayó sobre las muchas carencias del Ferrari SF23. ¿Alguien duda que, de haber sido a la inversa, no son pocos los que habrían lanzado críticas sonoras e inmisericordes hacia el madrileño? Parece que el piloto monegasco tiene bula para equivocarse. Y la comprensión hacia sus desventuras encuentra una simpatía que al otro piloto de la Scuderia se le niega.

Y por si fuera poco esa diferente vara de medir respecto al piloto con el que comparte coche, no es menos injusta la permanente comparación -cuando no ninguneo- frente a la figura de su compatriota Fernando Alonso. De entrada, la comparativa resulta un poco absurda porque frente al asturiano sale perdiendo toda la historia de la Fórmula 1, salvo un puñado muy selecto de pilotos. Sainz tiene aún gran parte de carrera deportiva por construir y aunque mañana dejara de correr, ya sería el segundo piloto español con mejor palmarés de la historia.

Además, entrar en ese juego de enfrentamiento Alonso/Sainz siguiendo una lógica balompédica tampoco parece tener mucho sentido. El automovilismo nunca se ha caracterizado por esa dinámica futbolística de que para ser seguidor de un equipo hay que detestar a otro. La polarización es parte intrínseca del futbol pero, aplicada a las carreras de coches no lleva a ninguna parte. La pasión que ha despertado el retorno de Fernando ha vuelto loca la afición española, y parece inevitable que Sainz quede ensombrecido frente a esta avalancha. Pero apoyar a uno no tiene que implicar desbarrar contra el otro. Al contrario. Vivimos la mejor época del automovilismo español de la historia y alimentar enfrentamientos estériles supone perderse una buena parte de una maravillosa película.

placeholder Sainz sacó el máximo rendimiento de su Ferrari. (Reuters/Nacho Doce)
Sainz sacó el máximo rendimiento de su Ferrari. (Reuters/Nacho Doce)

Todos se equivocan

Porque con los errores ocurre lo mismo. Todos los pilotos se equivocan y en algún momento se muestran humanos. Sainz comete fallos como en el pasado Gran Premio de Mónaco. Pero Alonso también se equivocó este fin de semana. Lo ocurrido en Barcelona, donde pilotos como Leclerc, Russell, Pérez o el propio Fernando tuvieron problemas, debería dar un poco de perspectiva a la hora de juzgar la labor de Sainz ¿O acaso no fue extraordinaria su vuelta de clasificación?

Pocos ejemplos de esa doble vara de medir como el contraste sufrido por Carlos Sainz en Azerbaiyán y España frente a Charles Leclerc. Las razones argumentadas por ambos pilotos para explicar un rendimiento por debajo de lo previsto (y sobre todo respecto a su compañero de equipo) tenía un denominador común: la falta de confianza. El SF23 es un coche crítico de conducir e impredecible, pero lo es tanto para uno como para otro piloto. Es cierto que Leclerc parece tener un plus sobre Sainz en clasificación, pero su rendimiento también le hace ser más irregular a base de correr más riesgos. El pasado fin de semana, sin ir más lejos, Leclerc sucumbió inesperadamente en el Q1 y echó la culpa a posibles fallos en el monoplaza. ¿Y si hubiera sucedido al contrario?

Leclerc es uno de los pilotos más veloces a una vuelta de la Fórmula 1. En su debut en Ferrari doblegó a Sebastian Vettel y, a decir de muchos, es el único capaz de plantar cara de tú a tú a Max Verstappen. De hecho, en sus años de kárting le batía a menudo. En los dos años que llevan juntos Leclerc y Sainz en Ferrari, el monegasco ha impuesto a menudo su ley sobre el español, pero no en todos los casos. En la primera temporada, Sainz sumó más puntos y en este curso, después de siete carreras, Carlos aventaja a su compañero en 16 puntos. En siete carreras ya hay datos que indican que Leclerc ha tenido picos de velocidad superiores a Sainz, pero también que ha sido menos consistente.

Un injusto ninguneo

Un cuarentón como Fernando Alonso parece haber entendido mejor el mundo de la comunicación con el público más joven. El palmarés y el comienzo fulgurante de Alonso han influido en el boom de nuevos seguidores de la Fórmula 1. Pero simplemente exacerba una tendencia que ya venía de un par de años a esta parte. Puede que la imagen de seriedad que proyecta Carlos sea herencia del rigor que siempre caracterizó al ultraprofesionalismo de Sainz Sr. Pero quizá los tiempos han cambiado. En 2023, la dedicación de los pilotos no se cuestiona por su actividad y bromas en redes sociales. Igual que Liberty Media ha dado un giro descomunal en la cuestión audiovisual respecto a la era Ecclestone, si Alonso ha captado cómo comunicarse hoy en día con los aficionados, con mayor razón debería hacerlo Sainz.

Algo parecido sucede con su siempre cuestionada situación en Ferrari. Más allá de que Charles Leclerc sea el niño bonito de John Elkann, hay un termómetro infalible para sobrevivir en Ferrari: ganarse el corazón de los tifosi. Algo que debe estar siempre arriba en la apretada agenda de Sainz. Pocos casos hay más reveladores en la historia de Ferrari en este aspecto como Jean Alesi, quien tenía tenía talento a raudales, aunque muchas carencias en otros aspectos. Pero en Italia le adoraban. Pese a que los resultados no acompañaran, Alesi tuvo una larga carrera en las filas del Cavallino por haber sabido ganarse el cariño de los aficionados. Lo convirtieron en poco menos que intocable y Sainz, un piloto infinitamente más completo, lo puede (y debe) conseguir.

Pero si todo lo anterior es crucial en un mundo donde hasta el detalle más nimio cuenta, en este deporte manda el cronómetro y los resultados. En Barcelona, Sainz llevó al Ferrari todo lo lejos como fue posible, tanto en entrenamientos como en carrera. Esa es la mejor receta, carrera a carrera, para revertir el insufrible doble rasero que a menudo se aplica al madrileño.

"Echando la vista hacia el fin de semana, me costaría creer que pudiera ser peor de lo que ha sido. Ya tenemos unos cuantos días así de decepcionantes este año. Desafortunadamente, a tono con el resto de la temporada". Imaginen si estas declaraciones hubieran sido de Carlos Sainz después una mala actuación en un Gran Premio. Pero son palabras de su compañero Charles Leclerc, quien, junto a la decepción por su mala carrera en Barcelona, se explayó sobre las muchas carencias del Ferrari SF23. ¿Alguien duda que, de haber sido a la inversa, no son pocos los que habrían lanzado críticas sonoras e inmisericordes hacia el madrileño? Parece que el piloto monegasco tiene bula para equivocarse. Y la comprensión hacia sus desventuras encuentra una simpatía que al otro piloto de la Scuderia se le niega.

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