Carlos Sainz: cómo mantener la cabeza alta mientras caes como una piedra al fondo del río
El piloto madrileño cuajó un fin de semana perfecto por rendimiento personal al maximizar desde el sábado un monoplaza que sigue mostrando las mismas carencias de siempre
"Tengo algo guardado todavía", le decía Carlos Sainz a su ingeniero al empezar la novena vuelta. Un mensaje esperanzador para un hipotético podio del español y para los miles de aficionados que abarrotaron el Circuit. "Estad tranquilos, el ritmo es bueno", repetía a Ricky, su ingeniero, cuando este le metía prisa: "Hay que incrementar el ritmo, Hamilton está detrás". A partir de ese mismo momento, la radio del madrileño se convirtió en escenario de la impotencia y sorpresa mientras caía a plomo como una piedra hacia el lecho del río. "He hecho mi mejor fin de semana del año… pero es un quinto". Nada hay peor que luchar con las manos atadas a la espalda.
¿Fue una sentencia de muerte el Gran Premio de España para el concepto que encarna el SF23? Ferrari introducía una serie de evoluciones para intentar abrir una nueva vía técnica en su monoplaza. Mercedes, también. Escuchar a Sainz y Leclerc resultaba demoledor para el futuro del actual monoplaza italiano, mientras Hamilton y Russell acababan en el podio tras pasar por encima del madrileño, quien parecía pilotar un cortacésped en comparación. Si el trazado catalán ejerce como piedra de toque para un amplio tipo de trazados, Fred Vasseur y los suyos recibieron una cruel y dolorosa respuesta.
🇪🇸 Carrera dura. Por desgracia, nuestro ritmo está marcado por la degradación y la gestión de las gomas, pero lo hemos dado todo y seguiremos trabajando en el nuevo paquete y el desarrollo del coche. ¡Gracias! Correr en casa siempre es un placer
— Carlos Sainz (@Carlossainz55) June 4, 2023
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"Cuando llegue a casa, me diré que no se pudo hacer más", explicaba Sainz al terminar en modo resignación. Al menos, el madrileño salvó la cara de su equipo en Montmeló y batió ampliamente a Charles Leclerc, echando otra palada de tierra a ese debate que tanto se busca abrir en Italia —y fuera de ella— a la menor oportunidad. Ojo al patrón de las últimas carreras: quizás Sainz ha lanzado la pelota de 2022 al campo de Charles Leclerc…
Crónica de una agonía
"El nuevo paquete estaba destinado a mejorar principalmente la velocidad media a baja y, en esa área, hemos sentido un paso en la dirección correcta", explicaba Sainz tras lograr el segundo puesto el sábado. "Es un paso en una dirección diferente, no es tanto una gran mejora o un gran cambio en nuestro rendimiento, sino que abre una ventana diferente de rango de trabajo para el coche. Ese era el objetivo principal de esta actualización, no ir de repente medio segundo más rápido". ¿Resultado? Tan desolador como preocupante para el futuro.
La radio de Sainz ofreció un patrón común durante la prueba: la triste toma de conciencia de su destino inapelable. "Está volando, volando", le confirmaba a su ingeniero ante la arrolladora llegada de Hamilton. "El objetivo es Russell para el podio", le bajaban el listón al madrileño cuando Hamilton estaba a punto de devorar al Ferrari. Ni eso. Russell le dejó en su adelantamiento dando vueltas como una peonza. Sainz seguía avisando de un ritmo imposible de elevar. Desde esa décima vuelta supo que sería un pato sentado durante el resto de la carrera y el Gran Premio de España se convirtió en la crónica de una agonía. "Incluso con estatus 2, no puedo igualar el ritmo de Checo", se quejaba ante el segundo Red Bull, que venía como un caza de combate en comparación. No hubo misericordia y sí demasiada impotencia. Y la misma foto que en pasados Grandes Premios. Por detrás, Leclerc vivía su personal pero igualmente frustrante pesadilla.
"Las cinco primeras vueltas de carrera las he hecho pisando huevos, no he atacado con el neumático, lo he cuidado, con aire limpio, detrás de Máx…", explicaba después Sainz. En vano. Tan pronto Sainz quiso atacar, volvió a sentir que tenía mantequilla por neumáticos. La misma historia de la segunda parte de 2022, de las siete carreras de 2023, quizá con la excepción de Australia. "En las curvas rápidas iba levantando mucho, teniendo cuidado con el neumático, en tracción, en frenada, sin bloquear... No he podido tratarlo mejor de lo que lo he tratado y, aun así, hemos degradado mucho. Han saltado las alarmas y me he dicho '66 vueltas se me van a hacer muy largas". Vaya si lo fueron. En esta ocasión, delante de 110.000 aficionados, casi todos españoles.
¿Acta de defunción del SF23?
Al terminar la carrera, Sainz hizo un diagnóstico demoledor del SF23 del que, teóricamente, se suponía más manejable de conducir. "Tenemos mucha inconsistencia, tenemos stints decentes, otros dramáticos, como en Miami que, sin saber por qué, degradas mucho, mientras que en otros podías atacar… No sabes por dónde te va a salir el coche y tienes que ir a la carrera a la expectativa. Incluso la quali de Charles. De repente, ves que uno va muy rápido y el otro sufre. Y no encontramos la explicación", afirmaba el madrileño. Pero los problemas del SF23 no acaban aquí: "No sabemos qué pasa en curva rápida, porque aquí el coche se mueve mucho, en GPS somos de los peores equipos en curva rápida, tanto en grip como en estabilidad". Nada nuevo bajo el sol de Maranello.
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— Scuderia Ferrari (@ScuderiaFerrari) June 4, 2023
En Baréin, Toto Wolff cortó por lo sano con la línea técnica del W14 iniciada en 2022. En Montmeló, el equipo alemán recibía la primera respuesta al cambio de rumbo: su dos pilotos escoltaron a Max Verstappen. Sin embargo, Sainz terminaba a veinte segundos de Lewis Hamilton, a trece de Russell, que salía duodécimo, y a diez de Pérez, undécimo. Por detrás de Red Bull, en 2023 la jerarquía entre Aston Martin, Mercedes y el equipo italiano ha cambiado según el trazado, como también fue el caso en Montmeló. Hará falta algún circuito más para certificar el acta de defunción del actual SF23, pero sus síntomas siguen siendo los de siempre.
"Estoy un poco frustrado porque en casa te apetece lucirte, te apetece defender y, si toca una carrera a la defensiva, por lo menos defenderte bien, pero es que hoy no he podido hacer ni eso", se lamentaba Sainz. "Te deja una sensación de no haber podido dar a la gente un poco más de espectáculo. Me hubiese hecho mucha ilusión haber luchado ese podio. Quería haber hecho algo especial, pero ese podio no ha podido ser". Los estoicos ofrecen buenas lecciones para aplicar a las carreras, donde el hombre depende de la máquina: en aquello que esté bajo tu control, está tu responsabilidad. En este sentido, Carlos Sainz fue un gran alumno en el Gran Premio de España.
"Tengo algo guardado todavía", le decía Carlos Sainz a su ingeniero al empezar la novena vuelta. Un mensaje esperanzador para un hipotético podio del español y para los miles de aficionados que abarrotaron el Circuit. "Estad tranquilos, el ritmo es bueno", repetía a Ricky, su ingeniero, cuando este le metía prisa: "Hay que incrementar el ritmo, Hamilton está detrás". A partir de ese mismo momento, la radio del madrileño se convirtió en escenario de la impotencia y sorpresa mientras caía a plomo como una piedra hacia el lecho del río. "He hecho mi mejor fin de semana del año… pero es un quinto". Nada hay peor que luchar con las manos atadas a la espalda.
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