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El asiento de un piloto de F1: cuando el trasero y el cerebro se unen en el mismo sitio
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LA HUELLA DIGITAL EN SU COCHE

El asiento de un piloto de F1: cuando el trasero y el cerebro se unen en el mismo sitio

Personalizar asiento es uno de los ritos de la pretemporada. Un elemento crucial de rendimiento, confort y seguridad, con un singular y metódico proceso de fabricación

Foto: Fernando Alonso, en la elaboración de su asiento con Aston Martin. (Aston Martin AMR)
Fernando Alonso, en la elaboración de su asiento con Aston Martin. (Aston Martin AMR)

Fernando Alonso ha explicado que, para sentir y pilotar un monoplaza, su violento golpe de volante inicial y la respuesta del neumático son cruciales para su estilo de conducir. Niki Lauda se mostró algo más gráfico cuando hizo fortuna con su famosa descripción: "Yo piloto con el culo", el epicentro de su sensibilidad como piloto. Ambos tienen razón, ya que la fuerza de la dirección indica el comportamiento del coche, pero también es en el contacto físico con este el que permite sentir sus cambios dinámicos. En último extremo, Alonso, Lauda y todos sus colegas dependen de su asiento, confeccionado a su medida como el sastre a su cliente. Ergonomía, capacidad de concentración y seguridad son el corte de ese traje.

El pilotaje al límite exige que cuerpo y mente se fundan con la máquina para que sea el inconsciente el que tome los mandos. Resulta así crucial despejar cualquier elemento disruptor del proceso. En este sentido, la sofisticada precisión de un monoplaza en todas sus áreas también se extiende a la zona donde el piloto apoya su cuerpo. De aquí que cada uno cuente con su propio asiento confeccionado obsesivamente y minuciosamente a medida.

La fabricación del asiento es el primer rito de cada temporada, para algunos de iniciación cuando llegan a un nuevo equipo, y mayor significación cuando debutan en Fórmula 1. Una suerte de anillo de arras que celebra el comienzo de una nueva relación. El traje hecho a medida, crucial elemento de a bordo. Porque un piloto puede usar un mono de otro con similares medidas, incluso también un casco. Pero absolutamente nadie puede utilizar el asiento de otro piloto cuando de competir al máximo nivel y hasta la última milésima se trata.

Un proceso obsesivamente minucioso

Alonso, Sainz y sus colegas estarían perdidos de no fundirse con su asiento, totalmente sujetos. De este depende su capacidad de movimientos con brazos y pies para interactuar con los pedales de acelerador y freno, aunque algunos buscan el mínimo movimiento de cabeza y extremidades. También el ángulo y la visión y, por supuesto, la seguridad, por no recordar el cumplimiento reglamentario. Por ejemplo, el 'baquet' debe posicionar al piloto para que su casco se sitúe por debajo de la diagonal que marca el arco de seguridad con el frontal del habitáculo, sin perjudicar la visión adecuada para dirigir al monoplaza en la pista. Y, por supuesto, debe fijar el cuerpo del piloto con total precisión para sentir el comportamiento de su monoplaza y soportar sus violentas reacciones. Por todo ello, el cuerpo no debe moverse nada, absolutamente nada, salvo la cabeza, brazos, manos y pies.

Lejos quedan los tiempos en los que el baquet se confeccionaba rellenando espuma de forma totalmente rústica. Hoy, el asiento de un monoplaza de Formula 1 se lleva a cabo con mejores métodos científicos, aunque sin perder cierto toque artesanal para perfilar los detalles. Todo empieza con el proceso de moldeado, que puede durar casi un día entero. El piloto ha de estar presente en todo momento y con el mismo equipamiento con el que compite. Un buen número de operarios participa activamente en el proceso.

Primero se llena una bolsa de plástico inflable llena de pequeñas judías (en el argot) mezcladas en una gruesa capa de resina expansible. El piloto se sienta durante varios minutos hasta que su cuerpo moldea y dibuja el material como una huella digital. Durante todo este tiempo, el piloto va analizando hasta el detalle más ínfimo cada aspecto de su posición, movimientos, confort… Siempre ayudado por los operarios del equipo, atentos a la menor necesidad y demanda, hasta que el piloto se muestra totalmente confortable y seguro de su posición.

Cuestión de seguridad

A continuación, ese primer molde se escanea para crear una figura tridimensional en el ordenador, que será luego utilizada por otros operarios para fabricar la pieza de carbono que se inserta en el monoplaza. Un bloque modelado progresivamente y con extrema precisión con las máquinas dirigidas por la imagen 3D CAD. Al molde también se le practican los orificios necesarios para los cinturones de seguridad o las cinchas laterales que utilizan los equipos médicos y de intervención para extraer todo el asiento con el piloto incluido en caso de necesidad. Porque no solo se trata de confort, sino también de seguridad. El asiento está anclado al chasis a través de un sistema especial integrado cuatro sólidos soportes que, en su caso, facilitan la extracción.

Ese primer asiento, que puede tardarse entre cinco o diez días en ser terminado, luego volverá a ser revisado con el piloto en las instalaciones del equipo para seguir puliendo detalles. Pero también puede tratarse solo una versión inicial, ya que en ocasiones se necesitan varias sesiones en la pista para dar con la definitiva. Bien por tratarse de una altura incorrecta, una posición no totalmente cómoda en plena curva, molestias de su superficie en determinadas partes del cuerpo o, incluso, no responder a las exigencias aerodinámicas.

En categorías de chasis iguales (Formula 3, Formula 2), la personalización del asiento es igual de crucial y necesaria, pero al ser los chasis iguales, también lo es la posición del piloto. Cada monoplaza de Fórmula 1 es un verdadero prototipo, y cada baquet es absolutamente distinto. La expresión última de la fisonomía del piloto, su huella digital impresa en el chasis de su monoplaza. Tanto, que si Max Verstappen utilizara el asiento de Yuki Tsunoda, no aguantaría una vuelta en pista, mientras su radio se inundaría de pitidos, por aquello de sus habituales exabruptos.

Fernando Alonso ha explicado que, para sentir y pilotar un monoplaza, su violento golpe de volante inicial y la respuesta del neumático son cruciales para su estilo de conducir. Niki Lauda se mostró algo más gráfico cuando hizo fortuna con su famosa descripción: "Yo piloto con el culo", el epicentro de su sensibilidad como piloto. Ambos tienen razón, ya que la fuerza de la dirección indica el comportamiento del coche, pero también es en el contacto físico con este el que permite sentir sus cambios dinámicos. En último extremo, Alonso, Lauda y todos sus colegas dependen de su asiento, confeccionado a su medida como el sastre a su cliente. Ergonomía, capacidad de concentración y seguridad son el corte de ese traje.

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