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El puñetazo en la mesa de Ben Sulayem ante Lewis Hamilton: "No al activismo particular"
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UNA DECISIÓN POLÉMICA

El puñetazo en la mesa de Ben Sulayem ante Lewis Hamilton: "No al activismo particular"

El presidente de la Federación Internacional de Automovilismo ha anunciado el fin de las manifestaciones políticas. Se veía venir al elevarse cada vez más el tono de la controversia

Foto: Lewis Hamilton y Sebastian Vettel, en un acto de protesta. (Reuters/Bryn Lennon)
Lewis Hamilton y Sebastian Vettel, en un acto de protesta. (Reuters/Bryn Lennon)

Lewis Hamilton empezó el año fuerte y amenazante cuando amenazó dejar de correr si no le permiten expresarse políticamente. Era un claro desafío a la FIA y su presidente Mohammed Ben Sulayem, quizá sabedor de lo que se cocía en el ente regulador del deporte acerca de limitar los mensajes de contenido político. Dicho y hecho, el mandatario emiratí lo ha dejado claro: "No queremos tener a la FIA como una plataforma para agendas personales privadas". Guste o no, aunque tenga arrendada la explotación comercial a Liberty Media, El casero de la Formula 1 ha hablado bien claro a sus inquilinos, diciéndoles que libertad de expresión sí, pero pidiendo permiso primero y si no se concede, tendrá que hacerse fuera del edificio.

El presidente del organismo que regula el deporte automovilístico a nivel global, parece haberse dado cuenta, que su estrategia conciliadora y de mano blanda no estaba funcionando. Las aguas políticas del deporte bajaron en 2022 más revueltas que nunca y ha debido entender, que o empezaba a hacer valer su autoridad o su sillón presidencial empezaba a oler a pólvora. Lewis Hamilton fue de desafío en desafío con sus escenificaciones políticas estos dos últimos años, alentando además a otros pilotos a que lo hicieran, siendo Sebastian Vettel el que más ha seguido sus pasos en el terreno reivindicativo. Pero Ben Sulayem ha decidido poner freno a un asunto, que estaba generando a la institución que preside serios quebraderos de cabeza.

El responsable, la FIA

No se tiene en cuenta, que cuando hay una protesta diplomática o incluso un conflicto legal como consecuencia de unas manifestaciones en el marco un Gran Premio, las quejas (y posibles consecuencias) llegan al buzón de la FIA, no al de los pilotos. Por tanto, es lógico que el detentador del poder reglamentario regule estos asuntos si considera que están causando un serio daño al deporte o a la propia institución. La realidad es que la neutralidad de la FIA en cuestiones políticas ya está contemplada en sus estatutos, por lo que ahora se propone es regularlo específicamente y lo que es más importante: el proceso sancionador para aquel que incumpla las normas.

Pero... ¿Qué es lo que dijo Lewis Hamilton, para que haya provocado una reacción tan inmediata y contundente por parte de Ben Sulayem? En declaraciones al New York Times así se expresaba el piloto británico: "2020 tuvo un gran impacto personal. Me siento empoderado para ponerme de pie y hablar abiertamente sobre cualquier tema. Independientemente del resultado, sé que las cosas siempre deben decirse y hacerse, porque mucha gente está sufriendo. Si no puedo defender los derechos humanos y no puedo continuar con lo que he estado haciendo estos años, prefiero no correr más". Si el piloto británico cumple lo dicho y antepone su activismo personal a su carrera deportiva, solo cabe aplaudir su coherencia. Sería el segundo piloto en la historia que amenaza al poder deportivo y cumple además su amenaza, después de Emerson Fittipaldi en el Gran Premio de España de 1975.

placeholder Mohammed Ben Sulayem, la pasada temporada. (Reuters/Massimo Pinca)
Mohammed Ben Sulayem, la pasada temporada. (Reuters/Massimo Pinca)

La diferencia entre la situación de Fittipaldi y la de Hamilton, es que el piloto brasileño desafió al ente federativo por lo que consideraba unas medidas de seguridad inaceptables en el circuito de Montjuich, mientras que el caso de Hamilton se produce por unas cuestiones que aunque puedan ser preocupantes en la sociedad, están absolutamente fuera del ámbito deportivo. Es muy posible, que la tragedia ocurrida en el circuito urbano de Barcelona con cinco personas fallecidas en el accidente del piloto alemán Rolf Stommelen salvara a Fittipaldi de una severa reprimenda por parte de la FIA. Los hechos daban la razón al piloto paulista y hubiera sido tremendamente contraproducente cualquier sanción para la imagen de la FIA, pero aquí, al no hablarse de seguridad, Ben Sulayem es tajante: "Si quieres protestar algo, pide permiso. Si no respetas la norma, es lo mismo que acelerar de más en el carril de boxes. Si lo haces, está muy claro que estás sancionado".

Ayrton Senna, también desafió en 1991 al poder deportivo de la FIA, ante lo que consideraba un abuso de autoridad y falta de honorabilidad de su presidente, Jean Marie Balestre. Durante meses amagó el brasileño con no participar en la Fórmula 1, pero el mandamás del deporte fue inflexible: O Senna pedía perdón, o no tenía superlicencia. Y el brasileño se la tuvo que envainar. Probablemente, Ben Sulayem, haya aprendido de aquella historia, acerca de la importancia de hacer valer la autoridad del máximo responsable de un deporte.

"Siempre he creído en el deporte como catalizador del progreso en la sociedad" -se defiende el presidente de la FIA- "Pero yo, que soy de una cultura árabe, que soy musulmán, jamás voy a imponer mis creencias a otras personas. ¡Nunca!. Por supuesto, que tengo mis inquietudes personales, pero eso no significa que pueda utilizar la FIA para expresarlas". Y este es quizá el punto clave de toda la controversia, porque lo que defiende Ben Sulayem es que le parece muy positivo que los pilotos expresen sus inquietudes personales, pero que para ello utilicen sus propias plataformas, no que se aproveche un altavoz que no pertenece ni a los pilotos, ni por supuesto a los directivos de la FIA.

Habla la Carta Olímpica

Ben Sulayem, defende que la FIA en particular y el deporte automovilístico en general deben de ser neutrales y al igual que ha destacado en otras ocasiones, se debe seguir el espíritu de la carta olímpica, que en su artículo 50, reza lo siguiente: "No se permitirá ningún tipo de manifestación ni propaganda política, religiosa o racial en ningún emplazamiento, instalación u otro lugar que se considere parte de los emplazamientos olímpicos". El motivo de esta norma según argumenta el propio Comité Olímpico Internacional, es que la visión de los problemas difiere mucho dependiendo de las culturas, naciones y religiones y que los eventos deportivos deben de ser espacios de encuentro y concordia, donde el foco principal esté en los logros del deportista.

Foto: Red Bull, vigente campeón de la F1. (Reuters/Amr Alfiky)

El año pasado, Sebastian Vettel fue entrevistado por la BBC y se expresó con total libertad acerca de sus preocupaciones sociales y medioambientales, incluso acerca de sus contradicciones personales. Y ciertamente, es mucho decir que es un ataque a libertad de expresión el no permitir las reivindicaciones y protestas políticas durante los Grandes Premios. El poder expresarse libremente es un derecho sagrado en cualquier democracia que se precie y por ello, nada impide a Lewis Hamilton, que en su condición personal convoque una rueda de prensa en un hotel cercano al circuito y diga todo lo que considere oportuno bajo su responsabilidad personal.

Zak Brown, el patrón de McLaren, respaldaba al presidente de la FIA, con unas declaraciones que aunque no gustarán como es lógico a mucha gente, dan con la clave del asunto: "Creo que es necesario encontrar un equilibrio. Tenemos una responsabilidad como deporte en hacer las cosas bien, pero no podemos tener cada comienzo de una carrera tomado por la agenda política para alguien. No creo que eso sea saludable, ya que puede restar valor a lo que todos han sintonizado, que es que quieren ver un Gran Premio. Me alegra que la puerta esté abierta para que los pilotos y los equipos hablen con la FIA si hay un tema que quieran discutir. No es una prohibición, sino algo sujeto a autorización. La puerta está abierta si la petición es razonable"-concluyó el directivo norteamericano-.

Lewis Hamilton empezó el año fuerte y amenazante cuando amenazó dejar de correr si no le permiten expresarse políticamente. Era un claro desafío a la FIA y su presidente Mohammed Ben Sulayem, quizá sabedor de lo que se cocía en el ente regulador del deporte acerca de limitar los mensajes de contenido político. Dicho y hecho, el mandatario emiratí lo ha dejado claro: "No queremos tener a la FIA como una plataforma para agendas personales privadas". Guste o no, aunque tenga arrendada la explotación comercial a Liberty Media, El casero de la Formula 1 ha hablado bien claro a sus inquilinos, diciéndoles que libertad de expresión sí, pero pidiendo permiso primero y si no se concede, tendrá que hacerse fuera del edificio.

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