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La gran historia del desconocido keniano que ganaba a los mejores pilotos de rallies sin sudar
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UN DOMINIO ABRUMADOR

La gran historia del desconocido keniano que ganaba a los mejores pilotos de rallies sin sudar

En una época donde correr como local suponía una gran ventaja, el piloto keniata era intratable en su prueba de casa. Fuera de su país nunca ganó, pero sí demostró talento

Foto: Shekhar Mehta, el gran dominador del Rallye Safari en 1980 (Nissan Heritage)
Shekhar Mehta, el gran dominador del Rallye Safari en 1980 (Nissan Heritage)

Antes de que entrara en juego la telemetría y los simuladores, el valor de correr en casa era un factor a tener muy en cuenta. En los Rallyes o los Raid este factor siempre se acentuaba respecto a los circuitos, debido al factor de las particularidades del terreno o del recorrido. Ganar a los franceses en el Montecarlo, a los suecos sobre la nieve o a los finlandeses sobre los saltos del Rallye Mil Lagos siempre era tremendamente difícil. Pero si hubo una prueba donde la especialización llegaba al culmen, ese era el ‘Safari’ donde batir a Shekhar Mehta durante muchos años se convirtió en una quimera.

Mehta lo ganó cuatro veces consecutivas – 1979, 1980, 1981 y 1982 – y también fue el ganador en 1973, cuando adquirió estatus de prueba del campeonato del mundo. Y ojo, que la competencia que tenía el keniata era de impresión, porque Munari, Mikkola, Waldegaard, etc. es decir, todos los pesos pesados de la época, participaban en la que era conocida sin duda como la prueba más dura del mundial. Eran sin duda otros tiempos, porque hoy día sería materialmente imposible realizar una prueba similar. El Safari de aquellos años era lo más parecido a un Dakar en miniatura, pero con sabana y selva en lugar de dunas del desierto.

placeholder Mehta en su primera victoria en el Rallye Safari en 1973 (WRC)
Mehta en su primera victoria en el Rallye Safari en 1973 (WRC)

Dedicación total a una prueba

El secreto de Mehta era una dedicación total a lo largo del año a la prueba de casa y no dejaba absolutamente ningún detalle al azar. De hecho, incluso para su prueba estrella no competía con su mujer Yvonne como copiloto, como solía hacer habitualmente. La razón es que el Safari era un rally de una dureza y dimensiones muy superiores, no sólo a las pruebas locales en las que participaban, sino incluso de cualquiera de las del mundial y era preciso ir con un copiloto muy habilidoso con la mecánica. Mehta admitía que ni él ni su mujer eran capaces de apañarse con una llave inglesa. Esa persona de confianza era Mike Doughty y entre ambos, cuando comenzaban el Rally tenían hechos todos los deberes para que la ‘mala suerte’ no les sorprendiera. El piloto keniata reconocía que la receta de su éxito, era la frase de Michael Jordan de 'cuanto más entreno, más suerte tengo'. Esa suerte incluía hacer simulacros del rallye a lo largo del año replicando el horario del rallye y con distintas condiciones climatológicas.

Raymond Blancafort, uno de los periodistas decanos del automovilismo en España y testigo de muchos de sus triunfos, resumía con una anécdota lo que tenían que hacer los equipos para ganar a Mehta: "En enero (seis meses antes de la prueba), Lancia contrataba al piloto local Vic Preston y le mandaba un coche de pruebas, junto a una furgoneta llena de recambios y unos mecánicos para darle asistencia. Replicaban cinco seis veces el Rallye para ver lo que se rompía, saber donde había que posicionar las asistencias y mejorar el coche para estas condiciones". Todos tenían claro, que para ganar en Kenia a Mehta y a su irrompible Nissan, no bastaba con preparar bien la prueba. Era un trabajo casi anual, para un solo objetivo.

Siempre se especulaba con el apoyo que recibía Mehta por parte de la población local. El público siempre parecía estar muy proactivo para ayudar al ídolo local ante cualquier dificultad y algo más ‘perezoso’ o incluso pasivo, ante los participantes foráneos. Y probablemente fuera cierto, porque ciertas trampas del recorrido afectaban siempre más a sus rivales que a él mismo. Raymond Blancafort lo recuerda así: ‘Había otro piloto local importante, que era Joginder Singh. Los Singh se apostaban en todos los lugares donde podían quedar encallados los coches, -vados y barrizales- y sacaban a los que se quedaban detenidos -tras la correspondiente propina… pero nunca antes de que Joginder hubiera pasado.

Sin embargo, sería absolutamente injusto, achacar a Mehta todo el mérito de sus victorias a la ayuda del público local. Tanto Blancafort, como el resto de los grandes nombres del periodismo que cubrían el mundial de Rallyes en aquella época, coinciden unánimemente que Mehta era un gran piloto. Era no sólo un especialista en el Rally Safari, sino alguien muy competente, especialmente sobre tierra y terrenos duros. Ahí están por ejemplo sus dos podios en Rally Acrópolis o en otras pruebas del mundial como el de Costa de Marfil o el de Nueva Zelanda. Talento y profesionalidad tenía a raudales, pero bien por su dedicación hacia la prueba de casa o quizá también por los intereses de su marca Nissan, sus apariciones mundialistas fuera de Kenia fueron muy esporádicas.

placeholder Mehta no perdonaba su taza de té en los reagrupamientos del rallye Safari. Piloto querido por rivales y afición por igual. (Nissan heritage)
Mehta no perdonaba su taza de té en los reagrupamientos del rallye Safari. Piloto querido por rivales y afición por igual. (Nissan heritage)

Talento e inteligencia

Así lo recuerda Mike Doughty, su copiloto durante su época dorada: "Como piloto, era absolutamente intrépido. Era muy interesante ver a alguien así conduciendo, alguien capaz de entrar en territorio completamente desconocido y ser capaz de improvisar frente a cualquier obstáculo que pudiera encontrarse. Era muy inteligente y a la vez valiente. Él sabía que los pilotos extranjeros eran increíblemente rápidos, pero en el Safari, tenías que adoptar otro enfoque diferente a ir siempre al límite. Hoy, de todos modos, sería imposible replicar aquellos Safaris de hace cuatro décadas, porque en el tramo principal de Mombasa Road, donde a 170-180 kilómetros por hora podías encontrarte jirafas y otros animales salvajes, hoy es un caos lleno de coches y gente".

Shekhar Mehta era además de un gran piloto, un exitoso hombre de negocios. Aunque nació en Uganda, su familia de origen indio tuvo que emigrar al país vecino en la época de los graves desórdenes del régimen de Idi Amin. Los Mehta y los Mavidha eran las familias más ricas de Kenia, con intereses en todo tipo de sectores que iban desde la agricultura hasta por supuesto la distribución de automóviles. Max Mosley, conocedor de la bonhomía de Mehta, de su experiencia como piloto y su visión empresarial, quiso que fuera el máximo responsable de todo lo concerniente a los Rallyes a nivel mundial. Desafortunadamente, justo poco después de su reelección en el consejo mundial celebrado en Londres en 1997, se encontró indispuesto y pocos días después fallecía a la temprana edad de 60 años.

Dado que el Safari ya no forma parte del Campeonato del Mundo de Rallyes y que es prácticamente imposible replicar una prueba de esas características, los récords y las hazañas de Mehta quedarán imbatidos. La única prueba hoy día que quizá pueda asemejarse a aquellos safaris, probablemente sea el Dakar y hoy, como hace cuarenta años, las pruebas más duras premian a aquellos que como nuestro protagonista de hoy no dejaba absolutamente nada al azar. Esa lección es su principal legado en la historia del automovilismo.

Antes de que entrara en juego la telemetría y los simuladores, el valor de correr en casa era un factor a tener muy en cuenta. En los Rallyes o los Raid este factor siempre se acentuaba respecto a los circuitos, debido al factor de las particularidades del terreno o del recorrido. Ganar a los franceses en el Montecarlo, a los suecos sobre la nieve o a los finlandeses sobre los saltos del Rallye Mil Lagos siempre era tremendamente difícil. Pero si hubo una prueba donde la especialización llegaba al culmen, ese era el ‘Safari’ donde batir a Shekhar Mehta durante muchos años se convirtió en una quimera.

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