Es noticia
Leclerc y Verstappen como Cristiano y Messi: el peligro de dar las llaves de la casa a tu estrella
  1. Deportes
  2. Fórmula 1
FUTBOL Y FÓRMULA 1 UNIDOS

Leclerc y Verstappen como Cristiano y Messi: el peligro de dar las llaves de la casa a tu estrella

En la Fórmula 1 como el fútbol, una superestrella puede dar mucho a un equipo, pero jamás debe estar por encima de la institución que representa. De hacerlo, es el principio del fin

Foto: Max Verstappen y Charles Leclerc. (Reuters/Aleksandra Szmigiel)
Max Verstappen y Charles Leclerc. (Reuters/Aleksandra Szmigiel)

En contra de lo que a priori pueda parecer, el Futbol y la Fórmula 1 son mucho más parecidos de lo que mucha gente imagina. Uno de los aspectos donde coinciden más a menudo es en lo decisivo que puede resultar en sus respectivos auges y caídas la dependencia respecto de sus principales estrellas. De un tiempo a esta parte, estamos viendo momentos muy turbulentos dentro de los equipos de Fórmula 1 y todos ellos provocados o generados por las actitudes de sus pilotos estrella. Si ya es difícil en un equipo de fútbol, prescindir de un megacrack del estilo Cristiano Ronaldo o Lionel Messi, imaginen cuando en lugar de 11 jugadores solo hay dos pilotos. Si en el fútbol hay varias ligas potentes y muchos equipos donde elegir, la dificultad de encontrar en el automovilismo a uno de esos extraterrestres capaces de extraer las decisivas últimas dos-tres décimas de segundo es aún mayor.

placeholder Cristiano Ronaldo con Fernando Alonso en el Gran Premio de Mónaco. (EFE/Rubio)
Cristiano Ronaldo con Fernando Alonso en el Gran Premio de Mónaco. (EFE/Rubio)

El punto de no retorno

Cuando el fenómeno empieza a trascender al equipo y a convertirse en ídolo de masas, los jefes de equipo en ambos deportes se enfrentan al peliagudo dilema de cómo poner coto a sus exigencias. Una exigencia que no necesariamente es mala cuando responde a intentar mejoras deportivas. La cosa se pone delicada cuando se entra en el terreno económico, peligrosa cuando el deportista hace lo que le da la gana y letal cuando el dominio egoísta de la superestrella llega al punto de no retorno.

El caso concreto de Cristiano Ronaldo en el Real Madrid y Lionel Messi en el Futbol Club Barcelona es paradigmático, porque en el primer caso hubo un presidente que se plantó ante el portugués y una directiva en el segundo caso que no se plantó ante el argentino. La grada adoraba a ambos, eran sus estandartes y, como consecuencia, aquel que osara dejarlo marchar iba a ser visto como el gran traidor. Es fácil de juzgar todo esto desde fuera, pero terriblemente difícil para el que le toca decidir. La Fórmula 1, como cualquier deporte de equipo, tampoco atiende a razones cuando entra en juego la pasión del aficionado, pero convengamos que en ningún deporte esto está tan exacerbado como en el futbol.

placeholder Christian Horner y Helmut Marko viven el momento dulce con Max Verstappen, pero saben que han sido desautorizados por su estrella. (Reuters/Aleksandra Szmigiel)
Christian Horner y Helmut Marko viven el momento dulce con Max Verstappen, pero saben que han sido desautorizados por su estrella. (Reuters/Aleksandra Szmigiel)

Lo que sí es muy similar en el mundo del motor respecto al fútbol es el peligro de que un equipo sea también demasiado dependiente de una estrella. Es malo tener dos gallos en mismo gallinero, pero es peor aún tener un piloto muy bueno sin nadie que le tosa. Cuando McLaren tuvo sus años dorados con Ayrton Senna y Alain Prost en el mismo equipo, la cohabitación se hizo extremadamente difícil. Pero, cuando Prost se fue de McLaren, la hiperdependencia de Senna acabó por desangrar al equipo económica y técnicamente. El brasileño, además después de haberlo ganado todo y haber vaciado los cofres de McLaren, se marchó sin pestañear a Williams.

Ahora estamos viviendo el golpe de Estado interno de Ferrari provocado por Charles Leclerc, para cargarse a Mattia Binotto y que en su lugar llegara alguien favorable a sus intereses como Fred Vasseur. ¿Alguien duda de que, si Ferrari falla, el propio Leclerc se marcharía a Mercedes en cuanto Lewis Hamilton dejara su asiento vacante? Sin ir más lejos veamos también el caso del mismo Hamilton, que estos días hacía un incomprensible vídeo viral haciendo un fast and furious a bordo de un Nissan. Ojo, siendo como es ¡un piloto bajo contrato de Mercedes! Hasta el año pasado, Toto Wolff y el resto de la cúpula de Mercedes se la tenían que envainar una y otra vez ante los repetidos "hago lo que me da la gana" del piloto británico. Pero, ahora, en Mercedes tienen a George Russell y a nadie se le escapa que el tono de la previsible bronca de Wolff a su pupilo va a ser muy distinto hoy que el del año pasado. Ya no es imprescindible.

Toda esta música de exigencias, desplantes o creerse por encima de la entidad suena bastante a lo que hacía Cristiano Ronaldo en el Real Madrid, hasta que Florentino Pérez le marcó el camino de salida. Hay que ser valiente desde luego para tomar una decisión así. A unos años vista, parece que Pérez acertó, pero, si la caprichosa pelota no hubiera querido entrar en los momentos clave, la grada y los medios de comunicación habrían mirado al palco pidiendo explicaciones. Influye también el manejo que hagas de la comunicación, de lo capaz que seas de modular el sentir de los aficionados, pero, al final del día, el directivo que toma la decisión de poner firme a su estrella solo espera que los resultados deportivos lo avalen.

Verstappen como Messi

Ahora es Red Bull el que pasa por una tesitura similar a la que en su día el FC Barcelona vivió con Messi. En la actualidad, Verstappen es la gran estrella del universo automovilístico, el talento tocado por la mano de Dios, el hombre que ha devuelto a su equipo a lograr títulos mundiales, y, por ello, pobre de aquel que ose contradecir lo más mínimo a la gran estrella. Supermax ahora es el piloto mejor pagado de la parrilla, no duda en desautorizar a sus jefes en público y, probablemente, haya tenido que ver en el fichaje de Daniel Ricciardo, con el objetivo de quitarse de en medio a Checo Pérez en cuanto pueda. Christian Horner y Helmut Marko se sentirán de forma parecida a como en su momento se sintieron Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu. Pero todos compartirán, seguro, que, por mucho que no les guste de la situación, es muy difícil plantarse y decir hasta aquí hemos llegado.

En Fórmula 1 a menudo se pone el ejemplo de Michael Schumacher como ejemplo que desmonta esta teoría, de que suponga un problema que un piloto maneje a su antojo un equipo. Pero hay matices importantes a tener en cuenta. En primer lugar, no era la dictadura de una estrella, sino el gobierno de un triunvirato formado por Jean Todt como jefe de equipo, Ross Brawn como director técnico y el propio Schumi. Si Luca de Montezemolo, el presidente de Ferrari, cuestionaba a alguno, atacaba a los tres. Ese bloque férreo propició después de unas cuantas temporadas que empezara a funcionar su apisonadora, pero fue gracias al triple blindaje que el trío sobrevivió desde 1996 hasta 1999 sin lograr el título mundial.

En contra de lo que a priori pueda parecer, el Futbol y la Fórmula 1 son mucho más parecidos de lo que mucha gente imagina. Uno de los aspectos donde coinciden más a menudo es en lo decisivo que puede resultar en sus respectivos auges y caídas la dependencia respecto de sus principales estrellas. De un tiempo a esta parte, estamos viendo momentos muy turbulentos dentro de los equipos de Fórmula 1 y todos ellos provocados o generados por las actitudes de sus pilotos estrella. Si ya es difícil en un equipo de fútbol, prescindir de un megacrack del estilo Cristiano Ronaldo o Lionel Messi, imaginen cuando en lugar de 11 jugadores solo hay dos pilotos. Si en el fútbol hay varias ligas potentes y muchos equipos donde elegir, la dificultad de encontrar en el automovilismo a uno de esos extraterrestres capaces de extraer las decisivas últimas dos-tres décimas de segundo es aún mayor.

Leo Messi Cristiano Ronaldo Fórmula 1 Mattia Binotto
El redactor recomienda