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Por qué el matrimonio de conveniencia de Ford y Red Bull en la Fórmula 1 es necesario para ambos
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UN RUMOR QUE TOMA FUERZA

Por qué el matrimonio de conveniencia de Ford y Red Bull en la Fórmula 1 es necesario para ambos

Después de que la operación de fusión con Porsche no prosperara, al equipo de la bebidas energéticas se le asocia al gigante americano, muy necesitado de revitalizar su imagen

Foto: El monoplaza de Red Bull en el 2021. (EFE/EPA/Shawn Thew)
El monoplaza de Red Bull en el 2021. (EFE/EPA/Shawn Thew)

Ford pasa por malos momentos como empresa, viendo como su presencia en sus principales mercados, especialmente en Europa, se diluye de año en año. Siguen fabricando excelentes automóviles, pero cada vez menos diferenciales frente al empuje de las marcas asiáticas. Al quedarse en terreno de nadie frente al poderío de los constructores alemanes. Urge, por tanto, un revulsivo donde, como ocurriera antaño, la Fórmula 1 pueda ser su mejor aliada. Red Bull, por su parte, ya ha anunciado que en la nueva reglamentación van a construir su propio motor, una vez que finalice su colaboración con Honda en 2025. Su objetivo a nivel técnico es que, al igual que hacen Mercedes y Ferrari, tengan sus dos frentes técnicos de propulsor y chasis unidos bajo el mismo paraguas. Esto no excluye que busquen un compañero de viaje a la hora de fabricar el motor y Ford parece la marca mejor colocada para ello.

Red Bull no quiso renunciar a su independencia y como consecuencia, se malogró en el último minuto el acuerdo con Porsche. La marca austríaca no quería ser fagocitada por el coloso alemán, que como era lógico quería tener un control total del proyecto, especialmente en el apartado del propulsor. Esta circunstancia no frenó de todos modos los planes del equipo actual campeón del mundo para crear su propia división de motores. La oportunidad de un matrimonio de conveniencia entre Red Bull y Ford, es que a diferencia de Porsche, el constructor estadounidense tiene unas necesidades que pasan mucho más por el marketing, que por la inversión tecnológica en motorizaciones de Fórmula 1.

Unos intereses comunes

Si fraguara el acuerdo, sería además una curiosa coincidencia, porque el actual equipo Red Bull, está construido sobre las cenizas de lo que fue en su día el equipo Jaguar, la última presencia oficial en la máxima especial del automovilismo de Ford. Por aquellos años, la marca del todavía era propiedad de Ford, pero terribles errores de gestión y planteamiento a todos los niveles, hizo que en noviembre de 2004 se vendiera toda la estructura de Fórmula 1 a Red Bull. Casi de forma inmediata, se vendió también la unidad de motores de competición Cosworth, así como la propia marca Jaguar. Se inició entonces una ausencia oficial de Ford de las competiciones automovilísticas, nada menos que por 11 años, con un tímido y fugaz retorno a las competiciones de GT en 2016 junto a Chip Ganassi Racing. Pero desde entonces, el vacío absoluto.

Foto: Fuente: cedida.

El caso de Ford cumple, como en ninguna otra marca, el dicho de que la presencia en competición, no es tanto lo que te aporta, sino lo que te quita cuando no estás presente. Los mayores períodos de esplendor de Ford en el mercado han coincidido cuando más éxitos ha cosechado en las carreras y su declive ha ido igualmente en paralelo a su ausencia. Podrá argumentarse todo lo que se quiera en contra de esta premisa, pero la realidad es tozuda. Hace cuatro décadas Ford tenía por encima de un 15 por ciento de cuota del mercado europeo y era cuando ganaba en Fórmula 1 con Williams, en Le Mans con Rondeau, en los rallyes con el modelo Escort, en los turismos con el Capri. Era la época que todos los aspirantes a pilotos pasaban por la Fórmula Ford y los jovencitos soñaban con tener un Ford Fiesta XR2 como primer coche… Lo que se dice omnipresencia. Hoy día, la marca del óvalo azul no tiene ninguna presencia oficial en competiciones y su cuota a duras penas se mantiene en el cinco por ciento. Eso son los crudos hechos y quizás alguien por fin haya advertido en Dearborn, la sede central de la empresa, que sin recuperar el alma, la marca está condenada a la desaparición. Al menos en el mercado europeo.

Si Ford se asociara a Red Bull y pusiera sus logotipos en sus motores, no hay que ver en cualquier caso el acuerdo como una mera operación de marketing. Y no porque esto sea algo malo en sí mismo, (de hecho, de forma similar nació el famoso motor Ford Cosworth), sino porque para Red Bull Technologies, también es importante acceder a los ingentes recursos propios y del ecosistema de proveedores de un gigante de la industria automovilística. A nadie se le escapa, por ejemplo, que por mucho que Mercedes tenga una compañía dedicada exclusivamente a la fabricación de unidades de potencia para la Fórmula 1 en Brixworth (Reino Unido), el acceso a los recursos tecnológicos de la central en Stuttgart (Alemania) ha sido un elemento clave en sus éxitos.

Los peligros de la 'racanería'

La presencia de Ford en los rallyes actualmente no puede contarse como oficial, porque aunque da mucho apoyo a la estructura M-Sport de Malcolm Wilson, no deja de tratarse de una iniciativa particular. Tiene un indudable mérito que siendo un equipo privado o semioficial, si se prefiere la expresión, Ford dispute victorias y títulos a Toyota o Hyundai que son escuadras oficiales en toda regla, pero al final, está claro que o desembarcas con todas las consecuencias, o los laureles se los acaban llevando otros. Esto es básicamente lo que viene ocurriendo desde hace casi dos décadas en el mundial de rallyes y sorprende, que alguien no levante la mano en la empresa y advierta que querer ahorrarse siempre el último Euro va a dejar contento al director financiero, pero compuesto y sin cliente al vendedor del concesionario. No olvidemos, que la famosa expresión ‘Vence el domingo y venderás el lunes’ viene de la propia Ford.

placeholder (Reuters/Mike Hutchings)
(Reuters/Mike Hutchings)

Esta 'racanería' de Ford quizá tenga un culpable indirecto en la persona de Walter Hayes, la persona que encumbró a Ford a todas sus glorias deportivas, pero que a la vez provocó tal borrachera de éxitos, que sus sucesores subestimaron hasta hoy día el reto de la bandera a cuadros. Hayes con su audacia y visión hacía una y otra vez el milagro de los panes y los peces con el presupuesto justo. En Ford, una vez jubilado, el ejecutivo británico nunca supieron asumir que los tiempos habían cambiado y que sobre todo ya no contaban con el genio de la lámpara. Curiosamente, al igual que ocurre hoy día, a mediados de los años sesenta Ford se encontraba en una encrucijada muy similar a la actual. Por aquellos años la imagen de marca y la gama de coches en Europa tenía con una percepción muy deteriorada. Walter Hayes, en ese momento director de comunicación de la marca, empezó a convencer a todos los ejecutivos, tanto de las filiales europeas como al propio Henry Ford, que las carreras eran la solución.

Gracias a Walter Hayes, Ford puso sus emblemas en el Cosworth DFV, el motor de competición más exitoso de todos los tiempos, suya fue la idea del ‘Total Performance’ que hizo que al tener toda la gama de modelos, versiones deportiva que triunfaban en rallyes o en circuitos, la imagen de la marca pasó en muy poco tiempo de ser anticuada y aburrida a la más deseada por los jóvenes.

Básicamente, la impronta de Hayes en Ford, es muy similar a la lograda por Jurgen Hübbert en Mercedes, que como principal impulsor de la Fórmula 1 y todas las actividades de competición, dio una vuelta total a la percepción comercial de su marca. En el plazo de dos décadas, los Mercedes ya no eran visto solo como cochazos para ‘viejos’, sino una marca dinámica y aspiracional para todo tipo de públicos. Ford, si quiere alas para volar de nuevo muy alto, lo mejor quizá que podría hacer es asociarse a Red Bull.

Ford pasa por malos momentos como empresa, viendo como su presencia en sus principales mercados, especialmente en Europa, se diluye de año en año. Siguen fabricando excelentes automóviles, pero cada vez menos diferenciales frente al empuje de las marcas asiáticas. Al quedarse en terreno de nadie frente al poderío de los constructores alemanes. Urge, por tanto, un revulsivo donde, como ocurriera antaño, la Fórmula 1 pueda ser su mejor aliada. Red Bull, por su parte, ya ha anunciado que en la nueva reglamentación van a construir su propio motor, una vez que finalice su colaboración con Honda en 2025. Su objetivo a nivel técnico es que, al igual que hacen Mercedes y Ferrari, tengan sus dos frentes técnicos de propulsor y chasis unidos bajo el mismo paraguas. Esto no excluye que busquen un compañero de viaje a la hora de fabricar el motor y Ford parece la marca mejor colocada para ello.

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