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Mauro Forghieri, el genio que susurraba a los caballos y gritaba al mismísimo Enzo Ferrari
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FALLECE UNA FIGURA LEGENDARIA de ferrari

Mauro Forghieri, el genio que susurraba a los caballos y gritaba al mismísimo Enzo Ferrari

Alma mater de las decisiones técnicas de Ferrari durante dos décadas. Genial y brillante técnicamente. De temperamento latino. Marcó una era en la historia del equipo italiano

Foto: Mauro Forghieri posa en el 70 aniversario de Ferrari. (Reuters)
Mauro Forghieri posa en el 70 aniversario de Ferrari. (Reuters)

Escojamos a Gunther Steiner, de Haas, como responsable de equipo. A Adrian Newey, como aerodinamicista estrella. A Mattia Binotto en sus tiempos de responsable de área de motores de Ferrari. A cualquiera de los mejores especialistas de los principales equipos encargados de diseñar los mejores esquemas de suspensiones o caja de cambios. Metamos a todos en una coctelera y agitemos su contenido: el resultante podría ser bautizado como Mauro Forghieri. Un genio de otros tiempos, de los más grandes que ha dado la Fórmula 1, pasó hace dos días a desplegar su talento en otra dimensión.

Forghieri fue una de las piezas clave en la historia de Ferrari, más si cabe porque convivió con el carácter volcánico y la naturaleza manipuladora de Il Comendatore. También ejerció como un verdadero Leonardo da Vinci de su vertiente técnica, porque el genio italiano era capaz de diseñar un monoplaza desde la punta del alerón delantero al trasero. Ahí se incluye absolutamente todas las tripas internas y la piel de un Fórmula 1 de los años 70/80. Y de genio temperamental también andaba sobrado, alguien especial debía ser también Forghieri cuando el mismo Enzo Ferrari le endosó el área técnica de su organización con solo 26 años. Era una época en la que Ferrari le pegaba a todos los palos más allá de la Fórmula 1 y vivía bajo las tormentas del carácter de su fundador.

Todos a la calle y el pollito, al frente

Mauro Forghieri era hijo de un ingeniero que había trabajado en la casa. Es decir, enchufe familiar como línea cabecera del currículo. Un equipo de Fórmula 1 era entonces como una gran familia, y la afinidad era también importante, como bien se precia en toda la cultura latina. En el caso de Ferrari, la comparación era literal, y quizá un tanto extrema. En 1961, ocho ingenieros, con su líder técnico Carlo Chiti al frente, le plantaron una carta al jefe en la mesa para quejarse de la excesiva influencia en el día a día de su mujer, Laura. A los pocos minutos Enzo Ferrari los había puesto en la calle, uno por uno. Pero había descabezado su equipo técnico. Y allí estaba el pollito Forghieri, que había entrado en Ferrari un año antes, y al que le cayó encima todo el negociado de la competición. No le quedó otra que aceptar. Era un 30 de octubre de 1961. Algo vería Il Comendatore en aquel chaval, que luego sentaría las bases de los éxitos de Ferrari en las dos décadas siguientes. Aunque llevó su tiempo.

A su llegada, Ferrari competía en Fórmula 1, la Mille Miglia, pero, sobre todo, en la resistencia y las 24 Horas de Le Mans. Desde 1960 a 1965 vivió una encarnizada lucha con Ford, que drenaba buena parte de los recursos de la organización. El prototipo P4 fue uno de los hijos más amados por Forghieri. Entonces, Ferrari dependía de un 12 cilindros de los tiempos de Mari Castaña. El ingeniero le pedía dinero al jefe para diseñar un nuevo 12 cilindros. Diseñarlo, pero él mismo. Ferrari era un equipo sin grandes recursos a finales de los sesenta hasta que llegó el dinero de Fiat y el jefe entonces le dio carta blanca.

Una joya de la mecánica

Con seis ingenieros, Forghieri diseñó el famoso B12 boxer, de planta plana por sus cilindros opuestos, que cambiaría la historia de Ferrari y los oídos de los aficionados. En 1970 apareció el 312 B. También en carrocería y aerodinámica firmaba los proyectos el Da Vinci de la época. Pero no eran años fáciles. El propio Forghieri recuerda que Ferrari no ocultaba sus opiniones y broncas con más decibelios que sus propios motores, dada su proverbial habilidad para enrarecer el ambiente de su equipo con sus maquinaciones, de las que no se salvaban los pilotos. "Era un hombre de gran comprensión de la naturaleza humana, y como explotarla", le definió Forghieri quien, sin embargo, no se achantaba y plantaba cara a gritos en muchas ocasiones al propio Ferrari. Quizás por ello respetaba a su técnico. Porque el ingeniero susurraba a los caballos de potencia de sus motores, pero también gritaba a pleno pulmon a Il Commendatore.

Forghieri quería concentrarse en la Fórmula 1. Encontró el apoyo del recién llegado Luca de Montezemolo, otro mozalbete. A partir de 1973, solo Fórmula 1. Los 312 del ingeniero italiano empezaron a alejarse de la forma cilíndrica de la época. Comenzó a crear formas diferentes, con los radiadores a los lados, el alerón delantero fundido con la carrocería.... Con Niki Lauda ya en Ferrari, el B3 empezó a ganar en 1974. En 1975 llegó otro golpe de genio. El propio Forghieri diseñó una caja de cambios transversal y, combinada con el V12 y un monoplaza coeto y ágil, permitió en 1975 a Lauda ganar el título. En 1976 el accidente de Laura impidió el de pilotos, pero no el de constructores. Ahí quedaban esas imágenes de Mauro, susurrando al oído de Niki, en el Gran Premio de Japón, que justificaría su abandono con una avería mecánica. Lauda se negó. Volvieron a ganar el año siguiente.

placeholder Gilles Villeneuve, uno de los mitos de la Scuderia, vivió su época en Ferrari con Mauro Forghieri. (Archivo)
Gilles Villeneuve, uno de los mitos de la Scuderia, vivió su época en Ferrari con Mauro Forghieri. (Archivo)

Con el turbo, más madera

Con Fiat metiendo la cuchara y la personalidad de Ferrari, Ferrari era una jaula de grillos política. En ese ambiente se movió Mauro Forguieri durante años, tanto director deportivo como técnico. Un ambiente no precisamente a prueba de úlceras. Entonces, llegó otro de los grandes desafíos para Ferrari. De genio a genio. Colin Chapman introdujeron el efecto suelo en sus monoplazas, los pontones laterales en forma de ala invertida que convirtieron sus coches en auténticas ventosas. El maravilloso y poderoso V12 plano de Ferrari se convirtió en un obstáculo por su ancha planta, incompatible con los wing car. Forghieri se las arregló para diseñar el famoso 312 T4, uno de los monoplazas más originales y controvertidos estéticamente de Ferrari y de la historia de la Fórmula 1. Con ese coche ganó el título Jody Scheckter en 1979.

¿Qué llegaba la era turbo? Ahí estaba el Leonardo da Vinci diseñando el nuevo motor en poco más de un año. Un propulsor todo fuerza bruta que se convirtió el más potente de la Fórmula 1 en aquellos tiempos. Pero su chasis -Forghieri también pinchaba- era un hierro, lo que en 1981 no impidió a Gilles Villeneuve hacer milagros e historia aquel año. El propio Forghieri, también polémico y con buena costra política tras tantos años en Ferrari, jugo un escurridizo y florentino papel en el famoso episodio de Imola con Didier Pironi. No siempre era un alma noble y directa, pero es que había que entender el Ferrari de aquellos tiempos.

El palacio florentino

A finales de los 70, llegó el director deportivo Marco Piccinini, aprendiz de Maquiavelo en las carreras, ojos y oídos de Ferrari en los circuitos. Pero Lardi, el hijo natural de Enzo e influencia de Fiat, convirtieron Maranello en un palacio florentino. Enzo Ferrari iba perdiendo fuerza y salud. Mauro Forghieri pidió el paso a la reserva y dimitió en 1986. Ferrari ya le había rechazado una dimisión dos décadas atrás. Esta vez ya no hubo vuelta de hoja. Luego, Lamborghini le pidió diseñar un V12. También lo hizo. En 1993, Ayrton Senna le pidió a Ron Dennis probar un McLaren con ese motor montado a bordo. Fue en Estoril. Al brasileño le encantó, pero Ron Dennis ya había firmado con Peugeot. 30 años después de que aquel pipiolo recibiera los trastos técnicos de manos de Enzo Ferrari, sus criaturas seguían coleando.

37 de las 241 victorias de Ferrari cayeron sobre la égida de Mauro Forghieri. Colin Chapman, Gordon Murray, Adrian Newey… Son los primeros que hacen pop en la mente cuando de genios en la Fórmula 1 se habla. Mauro Forghier ocupa un lugar entre ellos sin necesidad de codazos. El icono de Ferrari tambien tiene su Leonardo da Vinci en rojo.

Escojamos a Gunther Steiner, de Haas, como responsable de equipo. A Adrian Newey, como aerodinamicista estrella. A Mattia Binotto en sus tiempos de responsable de área de motores de Ferrari. A cualquiera de los mejores especialistas de los principales equipos encargados de diseñar los mejores esquemas de suspensiones o caja de cambios. Metamos a todos en una coctelera y agitemos su contenido: el resultante podría ser bautizado como Mauro Forghieri. Un genio de otros tiempos, de los más grandes que ha dado la Fórmula 1, pasó hace dos días a desplegar su talento en otra dimensión.

Ron Dennis Mattia Binotto McLaren
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