Aquellas inofensivas emociones que trajeron estos hooligans a la Fórmula 1
El comportamiento inapropiado y en ocasiones violento de ciertos aficionados, empieza a ser preocupante. Autoridades, pilotos y equipos deben frenar la peligrosa espiral
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El hooliganismo de los seguidores deportivos más fanáticos, un fenómeno históricamente asociado exclusivamente al fútbol, por desgracia se ha extendido a otras modalidades deportivas como la Fórmula 1, que no está siendo ajena a este triste fenómeno. El comportamiento inaceptable de muchos aficionados en el pasado Gran Premio de Austria se ha empezado a tornar alarmante, pero en absoluto puede hablarse de algo espontáneo. El proceso venía calentándose desde hace tiempo y ahora ha comenzado a hervir.
Ciertamente, los seguidores de Max Verstappen venían pasándose de la raya en muchas carreras, pero en Austria la cosa se fue totalmente de madre. La marea naranja surgida a remolque de los éxitos del prodigio holandés ya había dejado muestras de su comportamiento en varias carreras desde hace tiempo. Pero ni se puede circunscribir el problema a esta afición, ni concluir que los holandeses son más borrachos, racistas y homófobos que los aficionados de otros países. Aquí encaja aquello de que el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Los holandeses se pasaron mucho, sí, pero veníamos de Silverstone, donde muchos ingleses no se quedaron cortos.
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Una progresiva futbolización
De entrada, no podemos quejarnos de 'futbolización' de los seguidores de la Fórmula 1 cuando las retransmisiones televisivas abandonaron su tradicional neutralidad y adoptaron un estilo mucho más partisano. Como n el fútbol, cada vez se percibe una mayor polarización en los comentarios que justifican todo lo del piloto propio y critican inmisericordemente al rival. Es una mala práctica que, quizá con excepción de Italia, han adoptado muchos países para sus retransmisiones.
Sorprenderá el ejemplo de Italia, porque si algunos aficionados o retransmisiones jamás fueron neutrales, fueron los Italianos. Pero con un matiz clave. En Italia,seguir a Ferrari es casi una religión, pero excepto un sector absolutamente minoritario, jamás ser ferrarista suponía faltar el respeto a los rivales. Véase por ejemplo el cariño que se le tiene a Fernando Alonso en Italia, aunque haga ya muchos años que no compita con los del Cavallino.
Es en el Reino Unido, por ejemplo, donde a pesar de contar con la afición quizás más entendida del mundo, los medios y las retransmisiones televisivas británicas han ido perdiendo cada vez más su objetividad. Desde hace tiempo están absolutamente al servicio de la causa del piloto inglés de turno. Es todo un contraste, por ejemplo, comparar los comentarios de SKY TV hoy día con los de la BBC Murray Walker y James Hunt hace tres décadas. Hunt era irreverente y decía cosas que escandalizarían a la corrección política actual, pero la realidad es que el mito británico del automovilismo repartía críticas y alabanzas por igual fueran del país que fueran.
I cannot actually believe Sky Sports News have tweeted this. Actually, in fairness, I can.
— 𝗣𝗵𝗶𝗹 𝗠𝗰𝗚𝗶𝗻𝗹𝗮𝘆⭐️ (@philbertosilva) July 8, 2022
The irony is absolutely off the scale here. 😂
Sky Sports literally put the Max Verstappen crash at Silverstone last year in a "Merry Christmas" TV indent last year. https://t.co/Ivj5hPShzI
Los pequeños detalles suman
No se le dio la importancia que tenía que SKY TV felicitara las navidades y el nuevo año con un Max Verstappen sufriendo un fuerte accidente en Silverstone. Es cierto que el desafortunadísimo anuncio fue retirado a petición de Red Bull (equipo con sede en el Reino Unido) pero semejantes mensajes los carga el diablo y envenenan terriblemente el ambiente de la afición rival. Un pequeño detalle, sin duda, pero en una tormenta perfecta que todo suma.
Como promotor, Liberty Media tampoco es del todo ajeno al terreno audiovisual tóxico. Su exitosa serie de Netflix ‘Drive to survive’ ha colaborado en esta dinámica polarizadora, dramatizando demasiado las relaciones entre los pilotos y fomentando roles de héroes y villanos. Tanto es así, que Max Verstappen rechazó seguir formando parte de una farsa en la que se hacía ver que pilotos se llevaban mal, cuando en realidad no había ningún problema entre ellos.
Tampoco los pilotos son inocentes en toda esta historia cuando los estándares de pilotaje han bajado de forma tan preocupante. Los avances en seguridad en los coches y las escapatorias de asfalto han tenido un efecto muy pernicioso en la forma de pilotar de muchos miembros de la parrilla, que aceptan como normales maniobras que en otro tiempo eran impensables, ya que podían suponer ni más ni menos que matar al rival. Hoy día, acciones antideportivas se ven como lo más normal y hasta son celebradas con absurdos eufemismos porque son pilotos 'de carácter' con la 'agresividad de los campeones'. Nefasto mensaje.
I bet all these disrespectful replies I’m getting to this, are coming from the same people who held Latifi accountable for last year’s F1 WC result and threatened him to death for weeks. This platform is a sad place nowadays. https://t.co/F2lindaz1V
— Dani Juncadella (@dani_juncadella) June 30, 2022
Los males de la politización
Tampoco ayuda la creciente politización de la propia competición y de algunos pilotos a través de su activismo hacia determinadas causas. Se quiera admitir o no, es innegable que es un factor que ha contribuido a que cierto sector de la afición genere una animadversión irracional hacia un determinado piloto por la acción u omisión de su activismo. Nadie discute que el daño al medioambiente, el racismo o la homofobia no deban de ser causas defendidas en cualquier sociedad avanzada, pero el problema sucede que al dar entrada a cuestiones extradeportivas a la competición llegan también las contradicciones o los señalamientos. No debió hacer ninguna gracia al público canadiense que Sebastián Vettel señale a su país como "criminal medioambiental" cuando Alemania puede recibir la misma crítica.
A diferencia del pasado, las redes sociales y la inmediatez que proporciona la comunicación digital hace que en cuestion de segundos cualquier nimiedad se haga una bola de nieve gigante imposible de parar. La FIA (Federación Internacional de Automovilismo) debe tomar cartas en el asunto, porque aún está a tiempo de evitar que haya que lamentar problemas mayores de los que estamos viviendo, que empiezan a ser graves. Y quienes vienen ahora con el traje de bombero deberían recapacitar y asumir su contribución a echar gasolina en una hoguera que cada día se hace más grande.
El hooliganismo de los seguidores deportivos más fanáticos, un fenómeno históricamente asociado exclusivamente al fútbol, por desgracia se ha extendido a otras modalidades deportivas como la Fórmula 1, que no está siendo ajena a este triste fenómeno. El comportamiento inaceptable de muchos aficionados en el pasado Gran Premio de Austria se ha empezado a tornar alarmante, pero en absoluto puede hablarse de algo espontáneo. El proceso venía calentándose desde hace tiempo y ahora ha comenzado a hervir.