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El libro de notas de Charles Leclerc que le ayuda a tragarse sapos como el de Mónaco
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Madurez e inteligencia emocional

El libro de notas de Charles Leclerc que le ayuda a tragarse sapos como el de Mónaco

El monegasco ha perdido dos victorias seguidas sin culpa por su parte, especialmente dolorosa la última. Sin embargo, Leclerc ha reaccionado con aplomo y espíritu de equipo

Foto: Leclerc perdió ante los suyos una victoria segura por los errores de su equipo. (Reuters/Benoit Tessier)
Leclerc perdió ante los suyos una victoria segura por los errores de su equipo. (Reuters/Benoit Tessier)

La fibra de un piloto se tensa en la victoria y en la derrota, pero es esta la que revela temple y personalidad. Para algunos expertos en psicología, 'la brecha' es esa capacidad para hacer una pausa mental antes de reaccionar de forma visceral o automatizada al estímulo externo con una respuesta racional y equilibrada. Como Charles Leclerc, ejemplo de comportamiento ante los dos recientes golpes recibidos: dos victorias perdidas sin responsabilidad alguna por su parte, el de Mónaco particularmente doloroso.

Con medio minuto de ventaja y en cabeza, una avería mecánica destrozó su Gran Premio de España. En Mónaco la daga entró en el corazón. Sin embargo, a pesar de los ensordecedores pitidos por la radio, Leclerc protegió posteriormente a su equipo sin masacrarle con sus críticas. A pesar de sus errores operativos, en Ferrari reina una singular armonía interna. En parte, gracias a la personalidad de sus pilotos. Actitudes y perfiles como el de Leclerc​ añaden cohesión interna a pesar de los errores de su equipo, que tan costosos pueden resultar a final de campeonato.

Una por otra

Un piloto es el último vértice que visualiza con su rendimiento en la pista y comportamiento fuera de ella los esfuerzos de centenares de miembros anónimos. En este sentido, Leclerc ha sido particularmente testado en estos dos últimos grandes premios. Perdió el liderato del campeonato en Montmeló, y más terreno todavía en Mónaco tras mostrarse imbatible los tres días, con el equipo como artífice de su tremenda decepción. Dos victorias consecutivas evaporadas, la última su mayor ambición personal al margen del título. Ni siquiera subió al podio. Pero nunca se revolvió contra los suyos después de la carrera.

Leclerc sorprendió tras su abandono en Montmeló, cuando en vez de desaparecer, se dedicó a saludar a sus mecánicos uno por uno, incluido el muro de boxes. "Todo el mundo está tan decepcionado como yo hoy por lo que ha ocurrido, no había razón para mostrarse enfadado con nadie al salir del coche, vi a los mecánicos muy afectados y quise animarles". Leclerc supo entrar en 'la brecha' y responder como necesitaban los suyos.

El impacto emocional y deportivo fue aliviado cuando Leclerc se bebió el vaso medio lleno a recordar la progresión del F1-75 con la nueva evolución introducida en Montmeló. En Italia la reacción valió su peso en oro. Se trató de un gesto de liderazgo que no pasó desapercibido. Sin olvidar su humildad semanas antes después de su error en Imola. No era el momento de reproches. El equipo le arropó entonces, y el piloto correspondió con la misma moneda.

Ferrari no se toca

"Siempre intento desafiarme a mí mismo, es por lo que llevo siempre mi libro de notas. Escribo todo lo que siento, todo lo que experimento, todo lo que digo a mis ingenieros. Crezco y mejoro gracias a estos detalles", explicaba en una reciente entrevista en el diario francés 'L'Équipe', en la que daba algunas pistas sobre su personalidad. Como el famoso emperador Marco Aurelio, que por las noches recogía sus reflexiones para mejorar su carácter y comportamiento ante la vida, en la mejor línea de estoicos como Séneca.

A pesar de su juventud, el monegasco ha pasado por duras pruebas personales que han ayudado a forjar una gran madurez para su edad y una sólida inteligencia emocional. Como la pérdida de su mentor y mejor amigo, Jules Bianchi, o la de su padre tras una larga enfermedad cuando luchaba por el título de la Fórmula 2 en 2017, paso previo para su salto a Ferrari. Camino de Baku para las carreras decisivas, Mauricio Arrivabene le preguntó cómo se sentía. Leclerc le contestó que solo quería ganar el título y acudir con el éxito al funeral de su padre. Arribavene supo entonces, confesó más tarde, que con 21 años estaba preparado para asumir la enorme responsabilidad de pilotar para Ferrari.

Binotto intenta implantar desde su llegada un espíritu diferente al que ha imperado en Maranello durante tantos años, lejos de la famosa cultura de la 'culpa', pero manteniendo esa que hace de Ferrari un totem intocable, como bien ha descubierto Carlos Sainz. Con larga experiencia en Ferrari, Binotto está inculcando en el monegasco la conciencia de su posición en Maranello. "Este invierno, Mattia me explicó algunas cosas sobre Michael, cómo influyó en el equipo y como presionó para mejorar el profesionalismo, aún puedes notar la marca que dejó en Ferrari".

Sin duda, la sombra del campeón alemán sobrevolaba en su inconsciente con su reacción en el Gran Premio de España. Uno de los rasgos unánimemente reconocidos en el comportamiento de Schumacher fue la protección pública que dispensó al equipo incluso en los momentos más duros desde 1996 a 1999, así como en los años de sus mayores éxitos. Al piloto alemán nunca se le escuchó la menor crítica a Ferrari.

Nunca hasta ahora el monegasco había conseguido terminar la carrera de casa. En la citada entrevista, se le preguntaba a Leclerc si ha dedicado algún capítulo en su libro de notas al Gran Premio de Mónaco: "Todavía no, lo tendré la próxima semana una vez que la carrera haya terminado, así que me servirá para el próximo año". Seguro que no será el capítulo que esperaba, ni mucho menos. Pero si ese cuaderno sirve para mejorar como piloto y como persona, hoy Charles Leclerc es un piloto todavía más fuerte.

La fibra de un piloto se tensa en la victoria y en la derrota, pero es esta la que revela temple y personalidad. Para algunos expertos en psicología, 'la brecha' es esa capacidad para hacer una pausa mental antes de reaccionar de forma visceral o automatizada al estímulo externo con una respuesta racional y equilibrada. Como Charles Leclerc, ejemplo de comportamiento ante los dos recientes golpes recibidos: dos victorias perdidas sin responsabilidad alguna por su parte, el de Mónaco particularmente doloroso.

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