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A Fernando Alonso se le pincha el globo: ni una carrera sin su problema mecánico
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Inesperado rendimiento a la baja

A Fernando Alonso se le pincha el globo: ni una carrera sin su problema mecánico

Con un fallo en la salida y un ritmo muy débil con el compuesto blando, el asturiano quedaba sorprendido frente a las expectativas generadas por el A522 durante el sábado

Foto: Alonso se encontró con un par de sorpresas en la carrera sprint del sábado. (Reuters/Massimo Pinca)
Alonso se encontró con un par de sorpresas en la carrera sprint del sábado. (Reuters/Massimo Pinca)

Fernando Alonso se mostraba eufórico al terminar la sesión clasificatoria del Gran Premio de Emilia-Romagna el viernes. El sábado puso los pies en la tierra, para su sorpresa. Otro ejemplo más de cómo quienes están en el cogollo de la cebolla quedan una vez más desconcertados ante el capricho de la criatura mecánica y las expectativas que es capaz de crear. "Ha sido un día duro, porque hemos perdido casi todas las batallas".

El A522 amagó con el coche veloz de Albert Park, pero en la carrera sprint del sábado dejó destellos del desastre de Bahrein y de la segunda parte del Gran Premio australiano. A medida que avanza la temporada se va perfilando el mosaico de su rendimiento con las piezas que va poniendo cada circuito. En solo 21 vueltas, el globo que Alonso llevaba en la mano el viernes se pinchó. Ni puntos, ni grandes esperanzas para el gran premio. El monoplaza francés puede ser rápido, pero posiblemente en esa misma virtud esté oculta su consecuencia: la degradación del neumático.

Otro fallo mecánico

El viernes había quedado una 'x' por despejar. La voluble sesión clasificatoria por condiciones de pista y banderas rojas dibujaban un panorama confuso en torno a Fernando Alonso. Con Ocon noqueado por la fiabilidad -ahora sí le toco al francés- únicamente quedaba la referencia del español. En semejante revoltijo no era posible discernir si la posición del A522 era genuina por velocidad o se había ganado en terreno revuelto. A fin de cuentas, Alonso tenía el viernes por delante a varios equipos cuyo segundo monoplaza salía a su estela, caso de Ricciardo, Pérez y el propio Sainz. De ser capaz de mantenerlos a su espalda, el globo del viernes cogería un gran volumen. Pero ni siquiera hubo lugar. En los primeros metros Alonso ya había sido liquidado por dos de ellos.

El primer aviso llegó en la vuelta de reconocimiento. El segundo, a la hora de entrar a matar en la arrancada a Magnussen, que arrancaba cuarto, pero con neumático medio y, por tanto, más duro. Pero ningún Gran Premio sin su percance técnico, y tampoco este fue la excepción. El sistema de arrancada falló y Alonso pinchó en hueso, salió a trompicones y renqueando, y a punto estuvo de ser incluso superado por Carlos Sainz. Dos posiciones perdidas antes de llegar a la Tosa. "Estoy sin palabras ahora", le decía Alonso a su ingeniero al terminar la carrera, "¿había algo mal en la salida?", preguntaba. "Negativo, lo discutiremos luego en la oficina", le contestaban desde el muro.

Los fantasmas del A522

Pero quedaba lo peor, ese recuerdo desagradable de tiempos recientes, como Bahrein, por ejemplo. En una carrera a solo 21 vueltas demasiado pronto se vio a un Alonso blando, sin mordiente y a la defensiva. Los neumáticos blandos eran un desastre. Ni siquiera en la zona de DRS podía atacar, limitado por la salida de las dos últimas curvas previas. "Un poco decepcionado, salimos quintos y acabamos novenos, nos fuimos un poco para atrás, no teníamos el ritmo hoy, los neumáticos se han acabado rapidísimo en carrera, nos ha pasado alguna vez más, así que tenemos que seguir entendiendo esto, no teníamos ritmo, y estoy un poco decepcionado por eso. Hemos perdido algunos puntos, porque de acabar séptimo o sexto algún puntillo te tocaba. La carrera es mañana, así que vamos a intentar focalizarnos, que va a haber alguna previsión de lluvia y a ver si podemos aprovechar eso", comentaba el asturiano.

La imagen de un Alonso desinflado indicaba que todo el pescado estaba vendido para el día siguiente, de no concurrir dos circunstancias, y ambas ajenas al coche. "La verdad es que hemos tenido condiciones cambiantes todo el fin de semana, hoy ha sido bastante constante, pero mañana puede cambiar otra vez", reconocía Alonso, insinuando que la estabilidad y temperatura del sábado daban otra medida del A522 respecto al viernes. El domingo podría ocurrir otro tanto, pero en sentido más favorable, con otro neumático distinto al usado en la carrera sprint.

En la segunda opción, Alonso aludía a la lluvia, siempre una tirada de dados como esperanza para quien es consciente de no tener ritmo. Además, incluso sin agua, el Dino y Enzo Ferrari es una pista proclive a los incidentes y coche de seguridad, como también confirmó el pasado año. Pero, por el momento, la lección del sábado era clara: el A522 es un monoplaza de geometría variable en su rendimiento, más propenso a la degradación de lo deseado, y con Fernando Alonso encomendándose a factores ajenos. El viernes salió cara, cruz el sábado. El domingo...

Fernando Alonso se mostraba eufórico al terminar la sesión clasificatoria del Gran Premio de Emilia-Romagna el viernes. El sábado puso los pies en la tierra, para su sorpresa. Otro ejemplo más de cómo quienes están en el cogollo de la cebolla quedan una vez más desconcertados ante el capricho de la criatura mecánica y las expectativas que es capaz de crear. "Ha sido un día duro, porque hemos perdido casi todas las batallas".

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