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"Eres un adicto y yo tengo la droga que buscas". La triste realidad del aspirante en Fórmula 1
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SIN DINERO NO HAY VOLANTE

"Eres un adicto y yo tengo la droga que buscas". La triste realidad del aspirante en Fórmula 1

El hecho que algunas estrellas de la F1 cobren abultados sueldos, a menudo oculta la cara amarga que sufren tantos pilotos, que empeñan su alma y patrimonio en pos del sueño

Foto: El 'Gran Circo' oculta situaciones desagradables. (EFE/EPA/James Ross)
El 'Gran Circo' oculta situaciones desagradables. (EFE/EPA/James Ross)

Ahora que tanto se habla de igualdad, de salud mental o de seguridad en el deporte profesional, a menudo se olvida la triste realidad del aspirante a piloto en las carreras de coches o motos. Estos son los únicos deportes donde, para competir, no solo no cobras dinero por ejercer tu actividad profesional, sino que incluso en ocasiones tienes que pagar por intentarlo. Tal es la barbaridad de dinero que se precisa para llegar a la Fórmula 1 que, por si fuera poco jugarse la vida cada vez que se compite, son numerosos los casos de pilotos que ellos o sus familias han perdido hasta la camisa en el empeño solo por tener una oportunidad.

Foto: Imagen del primer partido del Rayo C. (Unión Rayo)

Imaginen el absurdo que los mejores futbolistas jóvenes del mundo pagaran dinero por venir a jugar al Real Madrid o al FC Barcelona. Si el balompié siguiera la lógica de la Fórmula 1, padres y managers de talentosos jugadores buscarían dinero debajo de las piedras para que los grandes clubes les hicieran un hueco en sus plantillas. La apuesta giraría alrededor de la posibilidad de llamar la atención a nivel mundial dentro de un gran equipo y que, de ese modo, pasado un tiempo, los mejores clubes se pelearan (y pagaran mucho) por ese jugador.

Por absurdo que parezca el planteamiento, ese es el día a día de miles de familias y pilotos que sueñan con triunfar en el automovilismo. No basta con ser bueno, muy bueno o haber construido un gran palmarés en categorías inferiores. Ni haberse puesto a los mandos de un Fórmula 1 y demostrado con creces que mereces un sitio en la especialidad puede ser suficiente. O traes dinero debajo del brazo o en muchas ocasiones pierdes tu volante.

Imaginen como debe de sentirse estos días, por ejemplo, alguien como Nico Hulkenberg cuando lee acerca de lo que está sufriendo psicológicamente ahora mismo Lewis Hamilton. Porque ¿cómo debe sentirse alguien al que le ponen el caramelo dos carreras y luego te mandan a la calle? Dio igual haber demostrado ser claramente mejor que el otro piloto del equipo y haber estado como mínimo al nivel del piloto que sustituía, porque en cuanto 'Hulk' dejó de servir a las necesidades puntuales del equipo, regresó a su estado de ‘lunes al sol’. El alemán estuvo en pretemporada en las quinielas de muchos equipos, pero avisó (con toda la razón) que no iba a aportar dinero a estas alturas de su carrera deportiva. Resultado: Hulkenberg se quedó sin volante.

placeholder Guanyu Zhou es un buen piloto, pero su presencia en F1 fundamentalmente se debe al poderío económico de China que está detrás de él. (EFE/EPA/Ali Haider)
Guanyu Zhou es un buen piloto, pero su presencia en F1 fundamentalmente se debe al poderío económico de China que está detrás de él. (EFE/EPA/Ali Haider)

En la F1, el dinero siempre manda

Recientemente, se ha visto con Antonio Giovinazzi perdiendo su asiento a manos del poderío económico chino que apoya a Guanyu Zhou. Siempre ha sido así en el automovilismo y por desgracia rara vez ha habido otra opción: o tenías unos padres con un bolsillo resistente o tenías un país poderoso detrás de ti. Cuando no estabas incluido en una de esas categorías, las posibilidades de llegar a la Fórmula 1 eran mínimas, aunque la determinación o la audacia (más bien temeridad) de familias y pilotos hayan intentado siempre desafiar esta perversa lógica.

El propio Fernando Alonso sin ir más lejos, a pesar de venir avalado como lo mejor de lo mejor a nivel mundial en las categorías inferiores, se vio beneficiado en su llegada a la Fórmula 1 de la España en pleno 'boom' de comienzos de siglo. Algo innegable. Sin Telefónica y los patrocinadores de Adrián Campos, uno de los mejores pilotos de la historia, habría corrido el riesgo de no llegar a la cumbre del automovilismo.

Resulta sangrante, a la vez que incomprensible, que pilotos como Antonio García, Tom Kristensen, Pechito López, Nick de Vries o Ronnie Quintarelli no hayan desarrollado la fructífera carrera en Fórmula 1 que su talento merecía. Algunos han podido disfrutar de éxito profesional en otras especialidades diferentes, pero sirva esta ilustre lista de ausentes para hacerse una idea del terrible precio que hay que pagar para estar presente en la parrilla. Todos los pilotos que hay en Fórmula 1 son muy buenos, porque de lo contrario jamás habrían logrado la superlicencia, pero sin dinero propio o procedente de auspiciadores no hay nada que hacer.

Como dicen los ingleses, en las carreras de coches ‘No money-no honey’, es decir, o pagas o no corres. Esta diabólica premisa hace cometer a todo tipo de locuras a la hora de perseguir la quimera de llegar a competir en Grandes Premios. En España fue muy sonado en su época el atraco a un banco del piloto de motos Fernando González de Nicolás, que desesperado ante la falta de fondos para continuar en el mundial, cometió aquel delito que le llevó una temporada a la cárcel. Sin llegar tan lejos, hay muchos casos de pilotos que han sufrido en sus carnes el desprecio a su talento por culpa de no aportar dinero.

Mike Thackwell, un gran talento perdido

Uno de los casos más notorios fue el del neozelandés Mike Thackwell, que casi adolescente emigró a Inglaterra para labrarse un futuro como piloto y ganó todo lo que se podía ganar antes de llegar a la Fórmula 1. Harto de hacer méritos y que a pesar de ello no tuviera hueco en la especialidad, le llevó a retirarse con un sonoro portazo con apenas 26 años. Un piloto que en categorías inferiores fue capaz de ganar a Alain Prost o a Nigel Mansell decidió que había tenido suficiente después de diez años de victorias y seguir viviendo al día, sin un sueldo fijo y sin poder ahorrar un solo penique.

Los pilotos españoles tradicionalmente han sido víctimas de esta presión y han visto como sus carreras deportivas y a menudo también su economía personal se iba al garete. Es desde luego de lo más duro que le puede pasar a un deportista, verse apeado de la competición por otro piloto por una decisión no basada en el talento puro, sino económica. Roberto Merhi puede que sea la víctima más reciente de esta situación, pero como decíamos anteriormente, esto es algo que ha ocurrido toda la vida. Recuerden por ejemplo como Giancarlo Minardi a finales de los ochenta se cargó de un plumazo la carrera deportiva en Fórmula 1 tanto de Adrián Campos como de Luis Pérez-Sala.

Foto: Jan Magnussen regresa al equipo HAAS. (REUTERS/ Hamad I Mohammed)

El propietario del equipo que hoy compite bajo la marca Alpha Tauri, una vez que exprimió todo lo posible el patrocinio de Lois que había traído el propio Campos, no dudó en sustituir a los pilotos españoles por Paolo Barilla o Pierluigi Martini. Ambos eran equiparables a Adrián y Luis respectivamente, pero sus sustitutos eran italianos y los dos, hijos de magnates de la industria alimentaria. Fin de la discusión.

Mantenerse en la Fórmula 1 sin el apoyo de un gran constructor, siempre fue un negocio de altísimo riesgo y, por tanto, los dueños de esos equipos rara vez tuvieron escrúpulos en bajar a un piloto del coche para sustituirlo por otro que les resultara comercialmente más interesante. Saben a la perfección que la determinación de los pilotos por competir en Fórmula 1 es tan brutal que harán lo imposible por conseguir el dinero que se les pide. Un conocido piloto, que prefiere guardar el anonimato, resume cómo de claro se lo dejó un jefe de equipo en las negociaciones de un contrato: "Los pilotos sois drogadictos (de las carreras), tú eres un adicto y yo tengo la droga que tú buscas". Triste, pero demoledoramente real.

Ahora que tanto se habla de igualdad, de salud mental o de seguridad en el deporte profesional, a menudo se olvida la triste realidad del aspirante a piloto en las carreras de coches o motos. Estos son los únicos deportes donde, para competir, no solo no cobras dinero por ejercer tu actividad profesional, sino que incluso en ocasiones tienes que pagar por intentarlo. Tal es la barbaridad de dinero que se precisa para llegar a la Fórmula 1 que, por si fuera poco jugarse la vida cada vez que se compite, son numerosos los casos de pilotos que ellos o sus familias han perdido hasta la camisa en el empeño solo por tener una oportunidad.

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