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Cómo unos héroes pusieron a España en el mapa de la F1 en pleno Franquismo
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ADIÓS A UN PIONERO

Cómo unos héroes pusieron a España en el mapa de la F1 en pleno Franquismo

La semana pasada falleció Miguel Pérez-Mínguez, nombre no muy conocido para el gran público pero el artífice del ingreso de España en la Fórmula 1 moderna.

Foto: Miguel Pérez-Mínguez Emerson Fittipaldi y Clay Regazzoni. (Familia Pérez-Minguez)
Miguel Pérez-Mínguez Emerson Fittipaldi y Clay Regazzoni. (Familia Pérez-Minguez)

A mediados de los pasados años sesenta, España despegaba económicamente con la industria del automóvil y la motocicleta como uno de sus principales protagonistas. Era cuestión de tiempo que en ello se tradujera en la consolidación de unos deportes con presencia anecdótica y restringida para miembros de familias muy acaudaladas. Cierto que en la década de los cincuenta hubo carreras de Fórmula 1 en los circuitos urbanos de Montjuic y Pedralbes en Barcelona y también participación española con el Marqués de Portago o Paco Godia, pero eran anécdotas puntuales que no escondían el absoluto páramo que era España en el concierto automovilista a nivel mundial.

Ni circuitos permanentes había en un país hasta hacía poco aislado a nivel internacional y de economía rudimentaria. Pero la visión de dos entusiastas miembros del RACE (Real Automóvil Club de España), Jesús Saiz y Guillermo Gil de Reboleño, comenzó una historia rocambolesca.

Ambos convencieron a la junta directiva del club para financiar y construir un circuito permanente en las afueras de Madrid con la venta de parcelas de la recién comprada finca de la urbanización Ciudalcampo. Querían incluso la locura por entonces de albergar pruebas de Fórmula 1. La jugada no exenta de riesgo se encontró con un grave problema cuando el circuito estaba a punto de ser terminado: nadie en el club tenía la más remota idea de cómo organizar carreras ni, lo más crítico aún, desconocían cómo gestionar una instalación de esa naturaleza para que financieramente fuera sostenible y no se llevara a la institución por delante. Así empezó la historia del Circuito del Jarama y la llegada de la Fórmula 1 a Madrid durante muchos años.

La creación de ODACISA

En semejante situación entra en juego nuestro protagonista cuando el RACE saca a concurso la explotación del circuito a cambio del pago de un canon anual. A la licitación sólo se presenta una empresa llamada APESA, liderada por Míguel Pérez-Mínguez, gran conocedor del mundo de las exclusivas publicitarias y con experiencia como promotor de eventos con la explotación del Palacio de los Deportes de Madrid, donde llegó a organizar una carrera de karts. (como lo oyen, una prueba de kart indoor hace casi sesenta años)

Cuando Pérez-Minguez firmó el contrato con el RACE creó una sociedad llamada ODACISA, con el objetivo único no sólo de gestionar la instalación sino también la organización de carreras y campeonatos, lógicamente, la principal fuente de ingresos. Pero el RACE entregó un complejo que aún tenía los boxes, la torre de control o la tribuna principal a medio hacer. El dinero de la venta de parcelas de Ciudalcampo se había terminado y la única forma de acabarlo era con los beneficios que fuera dando la explotación.

Por entonces ni existía la Federación Española de Automovilismo, por lo que Pérez-Mínguez tuvo que empezar a formar por su cuenta a comisarios, directores de carreras, e inventarse campeonatos con lo que podía entonces dar de sí el magro parque automovilístico español de la época. Pero lo más difícil era ganar la confianza de los pilotos y equipos de mayor renombre internacional. Sin su aval, en tiempos ‘pre-ecclestone’ la posibilidad de realizar una carrera de Fórmula 1 en el Jarama hubiera sido imposible.

placeholder El Rey Juan Carlos siempre fue un gran apoyo del circuito del Jarama en sus inicios. En la foto junto a Miguel Pérez-Mínguez en una entrega de trofeos de la Fórmula Seat 1430
El Rey Juan Carlos siempre fue un gran apoyo del circuito del Jarama en sus inicios. En la foto junto a Miguel Pérez-Mínguez en una entrega de trofeos de la Fórmula Seat 1430

Ángel Nieto, el gran aliado

Pérez-Minguez supo rodearse de un buen equipo de gente pero, de forma especial, de la figura de Polo Villaamil, (abuelo del que fue piloto de Fórmula 3000). Entre ambos lograron convencer a la élite del automovilismo internacional para que conocieran la pista y los planes de futuro del Jarama como circuito. Así, entre el talento comercial del primero y el prestigio deportivo y personal del segundo lograron organizar una prueba de Fórmula 1 fuera de campeonato nada menos que en 1967. Carrera que ganó el mismísimo Jim Clark,( el vigente campeón mundial de Fórmula 1 del momento), y que fue el espaldarazo definitivo para que se corriera la voz en Europa de que en España se había construido algo de mucho nivel

Barcelona era en aquellos momentos una ciudad muchísimo más pujante a nivel motorístico que Madrid. La audacia de todo lo que se estaba ‘cociendo’ en Madrid impulsó a Salvador Fábregas, presidente del RACC (Real Automóvil Club de Cataluña) a rescatar el trazado urbano de Montjuïc para albergar carreras de Fórmula 1, lo que suponía que los Grandes Premios tendrían que celebrarse de forma alternativa entre las dos ciudades. Pero lo que era fantástico para el desarrollo de la incipiente afición en España suponía un problema añadido para ODACISA, al no poder contar en los años impares con los ingresos de la Fórmula 1.

Sin embargo, Perez-Mínguez no se arredró y contó con un aliado excepcional en la figura de Ángel Nieto, que gracias a sus llenazos cada vez que competía en el Jarama, ayudó a que las cuestas de ODACISA cuadraran. Y es que, por extraño que nos resulte en la actualidad, toda la actividad del circuito a nivel deportivo tenía que hacerse con el pulmón de la empresa, pues no recibió subvención alguna de dinero público.

En agradecimiento a Nieto, Pérez-Minguez fue cómplice del ‘12+1’ en una triquiñuela cuando amenazó el piloto zamorano con pasarse de las motos a los coches por falta de apoyo institucional. El Director General de Deportes de la época, Juan Gich, no daba crédito cuando, en pleno agasajo con Franco en el Palacio del Pardo, Ángel Nieto recién coronado campeón mundial, enseñó unas fotos a bordo de un Fórmula 3 en el Jarama que le había facilitado Pérez-Mínguez. Aquello bastó para que Franco ordenara a Gich cuidar de que al campeonísimo no le faltara de nada y, de paso, que prestara algo más de atención al Jarama, instalación que en sus dos años de existencia el dirigente ni se había dignado siquiera de visitar.

placeholder Muchas fueron las innovaciones de ODACISA que fueron imitadas luego por otros circuitos europeos. Un ejemplo fueron sus innovadores pases adhesivos para ropa y coche. La comparación con lo que se estilaba en circuitos como Silverstone por la época habla por sí sola.
Muchas fueron las innovaciones de ODACISA que fueron imitadas luego por otros circuitos europeos. Un ejemplo fueron sus innovadores pases adhesivos para ropa y coche. La comparación con lo que se estilaba en circuitos como Silverstone por la época habla por sí sola.

Ejemplo para otros muchos

En su momento, el Jarama fue uno de los mejores circuitos del mundo. Aunque desde el primer momento se vió que era una pista pequeña y demasiado ratonera, a nivel de seguridad e instalaciones iba muy por delante de la media de los circuitos de la época. Tan fue así, que cuando el corresponsal de la prestigiosa revista británica ‘MotorSport’ vino a ver a Jim Clark para la carrera inaugural citó textualmente: “Lo antes posible, que viajen los responsables del automovilismo británico a España para ver cómo deben de hacerse las cosas, será lo mejor para nuestro automovilismo”. En la época de Franco.

Pero ODACISA no sólo destacó por el remate de las obras del circuito y su mantenimiento, sino por su excelente gestión comercial y de marketing. Los responsables de muchos circuitos europeos vinieron a Madrid para comprobar el milagro de los panes y los peces, porque en un país sin tradición alguna por el automovilismo, Pérez Mínguez era capaz de tener un circuito forrado de principio a fin de publicidad y con público en las gradas. Entre las muchas innovaciones llevadas a cabo por la empresa estuvo un sistema de pases adhesivos que fue ampliamente imitado a nivel internacional.

El rodaje que dieron al RACE los siete años que ODACISA gestionó el circuito, animó al club a gestionar la instalación a partir de 1974. Así ha seguido hasta la fecha. En el fondo, el Circuito del Jarama fue producto de un milagro y del genio de un pionero

A mediados de los pasados años sesenta, España despegaba económicamente con la industria del automóvil y la motocicleta como uno de sus principales protagonistas. Era cuestión de tiempo que en ello se tradujera en la consolidación de unos deportes con presencia anecdótica y restringida para miembros de familias muy acaudaladas. Cierto que en la década de los cincuenta hubo carreras de Fórmula 1 en los circuitos urbanos de Montjuic y Pedralbes en Barcelona y también participación española con el Marqués de Portago o Paco Godia, pero eran anécdotas puntuales que no escondían el absoluto páramo que era España en el concierto automovilista a nivel mundial.

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