Desde el "estaba cagando" al "dejadme solo": adiós a Raikkonen, el 'volador silencioso'
Kimi Raikkonen se ha retirado definitivamente de la Fórmula 1 tras dos décadas en activo, dejando atrás una de las personalidades más carismáticas y singulares de su historia
Infravalorado por muchos, aunque al final de su carrera muy querido en todo el paddock. La Fórmula 1 pierde a su último ejemplar de piloto de la vieja escuela. Kimi Raikkonen es sin duda uno de los pilotos más singulares de la historia. Más allá de su indudable talento y de su título logrado en 2007, Kimi Raikkonen (Espoo, Finlandia 1979) se convirtió en un piloto muy querido y con una inmensa legión de seguidores gracias a una personalidad irrepetible.
Durante muchos años, Kimi fue una pesadilla para los directores de marketing y comunicación de los equipos. Siempre parco en palabras, cuando no borde en sus respuestas si le buscabas las vueltas, era también peligrosamente sincero cuando la cuestión entraba en zona pantanosa. No había forma de meter en cintura al finlandés en el mundo de la corrección política, por mucho que lo exigieran contratos o jefes de equipo. Él era así y no iba a cambiar.
“Estaba cagando”
Quizá el jefe de equipo más obsesionado por la pulcritud y el control, casi le da un síncope a Ron Dennis en 2006 el día que Kimi tuvo con Martin Brundle aquel episodio glorioso: “Estaba cagando”. ¡Pero cómo se te ocurre decir eso en TV en directo!. Le espetaba Dennis. El finlandés le respondió que a nadie le importaba saber de dónde venía antes de llegar a la parrilla, pero que si le hacen preguntas idiotas, él diría la verdad. Ojo, todo eso sin mover un músculo de la cara, mirando tranquilamente a los ojos de mirada asesina de su temible jefe de equipo. Genio y figura.
Su forma de expresarse directa y sin filtros no se limitaba a su interacción pública en los actos promocionales o con los medios de comunicación. También con los miembros de sus equipos cuando entendía que las comunicaciones por radio no aportaban absolutamente nada. Legendario fue aquel mensaje de ‘Leave me alone’ (dejadme tranquilo) en Abu Dhabi 2012, cuando camino de la victoria contenía los ataques de Fernando Alonso. Aunque fuera el mensaje que hizo más fortuna, dénse un paseo por YouTube porque es fácil encontrar muchos mensajes hilarantes en esa línea.
Qué decir de otro episodio que tanto diferenciaba Kimi de sus colegas; cuando la organización del campeonato pidió a los pilotos que definieran qué suponía para ellos correr en Fórmula 1 respecto a otras especialidades. Uno tras otro, los pilotos desgranaba todas las respuestas típicas y previsibles: Pasión, velocidad, excitación, etc. Cuando le tocó ell turno del finlandés dijo sin inmutarse: “Dinero”. Probablemente, la mayoría de sus colegas lo pensara, pero sólo el era capaz de admitirlo sin complejos.
Curiosamente, con el paso del tiempo los directivos de marketing y comunicación de las marcas empezaron a darse cuenta que los aficionados adoraban esa cruda autenticidad de Kimi. Sin pretenderlo, sus momentos en las entrevistas y ruedas de prensa eran seguidos con enorme expectación, porque sabías que el finlandés iba a darte motivos para partirte de risa. A veces era una contestación con un monosílabo a una pregunta kilométrica, o a veces una respuesta imprevisible. En un entorno tan encorsetado, donde cada palabra se mide, escuchar a Kimi era un puro oasis en medio del desierto.
One world championship, and hundreds and hundreds of laughs 😂
— Formula 1 (@F1) September 1, 2021
So many funny memories with Kimi!#F1 pic.twitter.com/3XQlluUKU8
Un talento ‘vieja escuela’
En cuanto a su calidad como piloto, siempre hubo ciertas reservas respecto a su profesionalidad, probablemente fundadas. Kimi es probablemente el último de esa estirpe de pilotos que fían sus éxitos mucho más al talento que al trabajo. Sin embargo, aunque pocos dudan que, de haber unido a su innegable don natural para conducir más disciplina y trabajo, su palmarés habría sido mucho más abultado. La mejor versión de Kimi se vio en sus dos últimos años en McLaren en 2005 y 2006, pues la presencia de Pedro de la Rosa como piloto de pruebas esos años le dejaba un coche adaptado a su estilo como un guante, sin necesidad de horas de simulador o maratonianas sesiones de entrenamiento.
Cuando en 2007 marchó a Ferrari, obviamente mantenía su calidad, pero la magia de sus años de McLaren se había perdido. Los entrenamientos privados desaparecían, el simulador cada vez tomaba más preponderancia, Ferrari ya no hacía un coche a su medida, con Felipe Massa en plenitud. Fue el comienzo del fin para el finlandés como piloto dominante. El cambio de reglamentación introducido en 2008 resultó fatal para él, pues marcó el fin de la supremacía del talento frente al trabajo.
Kimi se dio cuenta que sus dotes naturales le bastaban para merendarse a los Fisichella, Kovalainen o Webber, pero que ya no era suficientes para batir a los Lewis Hamilton o Fernando Alonso. Competía con pilotos que le igualaban en talento pero le desbordaban en horas de trabajo en el simulador o interminables sesiones con los ingenieros. Así, desmotivado, aprovechó el generoso finiquito que le ofrecía Ferrari para competir en los rallyes o en la Nascar, especialidades que le apetecía mucho probar. Sin embargo, pronto recuperaba las sensaciones (y los salarios) de volver a la Fórmula 1 y así, apenas dos años después de su espantada, fichó por el entonces emergente equipo Lotus.
Honesto hasta el final
En 2012 confirmó no haber perdido un ápice de su talento, hasta el punto que Luca de Montezemolo decidió repescarlo para que presionara a Fernando Alonso en Ferrari. Pensaba que el renovado Kimi llegaría donde Felipe Massa no era capaz , pero de nuevo surgió la evidencia: El talento permanecía, pero sin igualar el estajanovismo del español, con lo que el finlandés no tuvo ninguna opción. Aunque con menor evidencia, la película se repitió los años posteriores con Sebastian Vettel, otro gran trabajador y en sus buenos días tan talentoso como él.
Pero Kimi era tan bueno que incluso lejos de su mejor versión mejoraba a más de la mitad de la parrilla. Como ejemplo, su dominio durante dos años sobre Antonio Giovinazzi, de lo mejorcito de la cantera italiana. Ha sido la primera temporada en la que se ha visto menos rápido que un compañero considerado de nivel medio cuando ha tomado la decisión de retirarse.
Es la muestra palpable de la brutal honestidad de Kimi. Nunca va a engañar a nadie, empezando por sí mismo. La Fórmula 1 echará mucho de menos al piloto más humano de toda la parrilla. Ya no existen aquellos que se pongan en bermudas y se tomen un helado mientras los comisarios se aclaran y el resto de pilotos se calan bajo la lluvia. Ya no existen pilotos capaces de acudir a actos oficiales de entrega de premios con un par de copas de más, o que tengan su sencillez y transparencia. Probablemente, la mejor definición de su calidad humana la pronunció estos días su excompañero de equipo Sebastian Vettel: “Con Kimi es imposible tener un problema. Si tienes un problema con él, el problema lo tienes tú”
El ‘volador silencioso’ de la Fórmula 1 deja un hueco muy difícil por no decir imposible de llenar. Con él se acaba el último ejemplar que compitió contra los humanoides.
Infravalorado por muchos, aunque al final de su carrera muy querido en todo el paddock. La Fórmula 1 pierde a su último ejemplar de piloto de la vieja escuela. Kimi Raikkonen es sin duda uno de los pilotos más singulares de la historia. Más allá de su indudable talento y de su título logrado en 2007, Kimi Raikkonen (Espoo, Finlandia 1979) se convirtió en un piloto muy querido y con una inmensa legión de seguidores gracias a una personalidad irrepetible.