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Red Bull vs. Mercedes: la guerra donde no hay santos y la FIA no quiere crear mártires
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LUCHA DE GIGANTES EN LOS DESPACHOS

Red Bull vs. Mercedes: la guerra donde no hay santos y la FIA no quiere crear mártires

La confirmación de la FIA a la no sanción Verstappen deja la puerta abierta a los pilotos de que es legal sacar a un rival fuera de la pista. Pero también ofrece otras derivadas

Foto: La guerra donde no hay 'santos'. (EFE/Antonio Lacerda)
La guerra donde no hay 'santos'. (EFE/Antonio Lacerda)

Finalmente no hubo sanción para Max Verstappen por el incidente con Lewis Hamilton en Brasil. Los comisarios no quisieron mojarse, temerosos quizá de las reacciones en cadena que podrían generarse. La patata caliente no era fácil de gestionar.

Ciertamente, era un dilema de lo más envenenado el que tenía ante sí la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) este fin de semana. Una vez que aparecieron nuevas evidencias audiovisuales, Mercedes exigió que se revisara la decisión tomada en Brasil por los comisarios de carrera que eximía de sanción a Max Verstappen y ponía de paso en un brete muy serio al organismo regulador.

Si la FIA confirmaba la 'no sanción' al piloto de Red Bull, estaría poco más o menos admitiendo que es legal sacar a un piloto fuera de pista. Si, por el contrario, le sancionaba, abría un melón de consecuencias indescriptibles, al dar pie a un peligroso 'revisionismo histórico'.

Foto: Toto Wolff y Christian Horner se lanzaron dardos en del GP de Qatar. (F1)

Si los resultados de un Gran Premio o de un campeonato pueden alterarse según vayan apareciendo nuevas evidencias o testimonios estaríamos, en primer lugar, ante el cuento de nunca acabar, litigio va y litigio viene; en segundo lugar, no podríamos dar por ganador de un Gran Premio a nadie. Cualquier carrera publicaría unos resultados provisionales, a la espera de apelaciones o 'nuevas evidencias'.

Esa peligrosa deriva la dejaba entrever la FIA en su comunicado oficial: "Se consideren correctas o incorrectas las decisiones de los comisarios, no parece deseable poder revisar ninguna sus decisiones dos semanas después del hecho". Es decir, admiten implícitamente que podrían haberse equivocado en la decisión, pero al mismo advierten del problema de la revisión una vez terminada la carrera. Y no les falta razón. Si a menudo criticamos a los comisarios por su lentitud a la hora de tomar decisiones, sólo faltaba ponérselo mas difícil aún, si les forzáramos a que cualquiera de sus decisiones debiera sólo tomarse una vez que estuvieran todas las evidencias disponibles.

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FOTO: Reuters/Hamad I Mohammed.

¿Dónde se traza la raya?

Porque además, como en tantas otras polémicas, el problema surge en saber dónde trazar la raya para admitir cuándo se puede y cuándo no revisar un resultado. Si hablamos en términos de estricta justicia habría, por ejemplo, que despojar a Ayrton Senna del título de 1990, pues varios años después reconoció haber chocado a propósito a Alain Prost para zanjar en la primera curva de Suzuka el título mundial.

Con las evidencias y las imágenes disponibles en aquel momento, el accidente que decidió aquel campeonato del mundo se resolvió como un incidente de carrera. Pero si años después el implicado admite que fue una maniobra antideportiva, bajo la filosofía del revisionismo habría inexcusablemente que corregir aquel fallo. ¿Si fuera algo ocurrido hace dos semanas es justo aplicarlo, pero si es hace dos meses, no? ¿Y por qué semanas y no años o incluso desde que existe la Fórmula 1? Lo dicho, el precedente sería tan peligroso que los despachos de abogados londinenses se estarían frotando las manos ante la avalancha de reclamaciones a posteriori que empezarían a surgir.

Pero otro asunto de no menor calado que la FIA no ha querido ni tan siquiera insinuar, pero crucial para la mente de los comisarios deportivos: el cuestionamiento de su autoridad deportiva. El oficial automovilístico suele ser alguien con una inmensa pasión por el deporte, pero que por diversas circunstancias no pudo canalizar su afición compitiendo detrás de un volante. Conocedores de su lugar en el deporte, llevan bastante mal que se metan en su terreno (y tienen razones sobradas para ello). Igualmente, no soportan que pilotos o jefes de equipo les presionen, les digan qué hacer o, peor aún, duden de su honorabilidad.

Toto Wolff, al ataque

Esa pantanosa zona la viene transitando últimamente Toto Wolff, que avisaba que "se acabó la diplomacia". El jefe de Mercedes ha pasado al ataque con un discurso victimista, utilizando los mismos argumentos de 'persecución' o 'discriminación' que tan a menudo hemos venido escuchando a su pupilo Lewis Hamilton. Ha catalogado que las decisiones de los comisarios eran "de risa". Incluso conocido el veredicto del viernes en Losail, se ha despachado con un "nos lo imaginábamos". En definitiva, Wolff hace todo lo que un comisario deportivo puede detestar.

No parece lo más inteligente, a priori, alienar a quien juzga si tu causa es justa o no. Pero Wolff sabe que si los comisarios suelen ser poco permeables a la presión de pilotos y jefes de equipo, sí lo son mucho más a la presión de la opinión pública. El jefe del equipo Mercedes busca soliviantar a las huestes de seguidores de Lewis Hamilton para que, de ese modo, el organismo regulador se piense muy mucho contra quién está dictando una decisión.

Nada de lo que ocurre entre Mercedes y Red Bull es casual y aquí cada cual defiende sus intereses por lo civil o por lo criminal, que decía Luis Aragonés. Destaca qiue la FIA hubiera aplazado su decisión un día para no decir nada. Pero sin ese 'teatrillo' el poder deportivo no daría a entender a Mercedes y, sobre todo a los fans de la Fórmula 1, que se estaba tomando el tema muy en serio.

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FOTO: EFE/Yuri Kochetkov.

Es una curiosa paradoja, además, que en este juego de reclamaciones y contrareclamaciones, Red Bull esté cuestionando la superioridad del Mercedes de Hamilton en Brasil, cuando la insultante diferencia de sus coches con sus dobles difusores y sus escapes soplados les dieron cuatro títulos. Aquellas genialidades de Adrian Newey eran puros rodeos al reglamento, pues aunque pasaran los controles, iban absolutamente en contra del espíritu de la norma. Cuando alguien que no sea Red Bull utiliza el mismo juego de 'interpretación creativa' del reglamento ya no les gusta tanto.

Es muy probable que el nuevo alerón flexible de Lewis Hamilton sea el causante de la mágica resurrección en competitividad del Mercedes en Brasil, una semana después de la debacle de México. Sin embargo, si la pieza de marras pasa los controles impuestos por la FIA por muy alejado que esté del espíritu del reglamento, habría que decirle a Red Bull que ajo y agua, so pena de 'revisar' todos sus títulos y victorias de 2010 a 2014.

La labor de los comisarios deportivos es criticada con razón en muchas ocasiones, pero la exigencia de celeridad para que el resultado deportivo en carrera no se vea adulterado, tiene que admitirse el posible error en base a las evidencias que dispongan en el momento. Particularmente cuando hablamos de una guerra en la que no hay ningún santo.

Finalmente no hubo sanción para Max Verstappen por el incidente con Lewis Hamilton en Brasil. Los comisarios no quisieron mojarse, temerosos quizá de las reacciones en cadena que podrían generarse. La patata caliente no era fácil de gestionar.

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