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Cuando los pilotos de F1 no se jugaban los puntos o el dinero, sino la épica deportiva
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SIN ÉPICA, NO HAY DEPORTE

Cuando los pilotos de F1 no se jugaban los puntos o el dinero, sino la épica deportiva

La ‘Carrera de campeones de 1978’ fue una de las pruebas más caóticas de la historia de la Fórmula 1 y pone perspectiva a lo vivido el Domingo en Spa-Francorchamps.

Foto: Keke Rosberg, en 1982, el año que se coronó campeón mundial
Keke Rosberg, en 1982, el año que se coronó campeón mundial

La ‘Carrera de campeones de 1978’ en Silverstone fue una de las pruebas más caóticas de la historia de la Fórmula 1 y pone perspectiva lo vivido en Spa-Francorchamps. Para lo bueno y para lo malo.

Al hacer este ejercicio de memoria histórica no se trata de comparar épocas diferentes, sino de reflexionar sobre el futuro de las carreras de Fórmula 1, seriamente tocado en su prestigio tras la farsa vivida hace casi dos semanas en Spa. No es cuestión de valorar que cualquier tiempo pasado fuera mejor, sino tratar de aprender las lecciones de este para mejorar el presente. A pesar de los grandes avances en la seguridad, la Fórmula 1 también debe ser consciente que cambiar épica por fraude como el domingo en Spa-Francorchamps solo conduce a su suicidio como deporte.

El ejemplo que traemos hoy a colación es el 'International Trophy de 1978’, una prueba también conocida como 'Carrera de campeones', no puntuable para el Mundial y que tenía lugar a principios de temporada hasta comienzos de los años ochenta. Porque ofrecía el contraste más extremo de la historia tanto en lo organizativo como en lo deportivo como telón de fondo a la farsa del ‘no Gran Premio’ de Bélgica de 2021.

Un 'amistoso’, pero con fuego

En aquella época, el Gran Premio de Gran Bretaña alternaba su celebración entre los circuitos de Silverstone y Brands Hatch. Se trataba de una carrera fuera de campeonato que compensaba al promotor su inversión cuando no tocaba el Gran Premio. Pero no se otorgaban puntos ni contaba con una bolsa de premios astronómica, por lo que de celebrarse hoy día no competiría nadie relevante por no haber nada en juego.

Al disputarse al inicio de la primavera y antes de iniciarse el periplo europeo, era la ocasión perfecta para que los equipos probaran sus nuevas máquinas. También una magnifica oportunidad para pilotos y equipos no presentes en la Fórmula 1, aunque con aspiraciones a formar parte de ella y medirse con las grandes estrellas del mundial, pues suponía el escaparate perfecto para llamar la atención de team-managers o posibles patrocinadores. A veces incluso, los equipos punteros probaban a prometedores talentos junto a sus pilotos estrella como aviso de que, si no rendían los titulares había banquillo para sustituir a las figuras en cualquier momento.

En aquella edición de 1978 la parrilla era de auténtico lujo, encabezada por el vigente campeón Niki Lauda acompañado por el ídolo local James Hunt, campeón dos años antes. También estaba Mario Andretti en la primera aparición del revolucionario Lotus 79, Peterson, Depailler, Fittipaldi, Regazzoni... En fin, casi todos los grandes. En la lista de inscritos, junto prometedores británicos como Rupert Keegan o Derek Daly, estaba un desconocido finlandés llamado Keke Rosberg, que compartía posición en la quinta fila de parrilla con el español Emilio de Villota, deseoso de lograr ese resultado que llamara la atención de un posible patrocinador en España.

placeholder Niki Lauda y Mario Andretti, las máximas figuras del momento no tenían problema en jugarse su prestigio frente a los novatos en una carrera menor.
Niki Lauda y Mario Andretti, las máximas figuras del momento no tenían problema en jugarse su prestigio frente a los novatos en una carrera menor.

No había otra opción

El McLaren M-23 del español era ya un monoplaza desfasado, en un circuito de alta velocidad y poca carga aerodinámica. Pero la diferencia se reducía con la lluvia, habitual en esa época del año. "¿Quién sabe? ‘Ójala llueva, si los grandes tienen problemas igual gano la carrera’, pensarían los novatos ¿Ganar? ¿Desconocidos con coches desfasados ganando a los grandes? Pues sí, en aquella época eran posibles semejantes proezas por inconcebibles que hoy parezcan.

Rodar en agua en el antiguo Silverstone entonces no era cualquier cosa. Era la pista más rápida del mundial en su época y aquellos Fórmula 1 no frenaban ni se agarraban como los de ahora, pero eran muy, muy rápidos. Era una absoluta locura rodar con aquellos coches con la pista encharcada. No es que los pilotos de entonces fueran más heroicos que los de ahora pero, sencillamente, era su oficio y no existía otra opción que correr en esas condiciones. Y ante la ausencia de simuladores, los equipos no tenían otra alternativa que probar sus coches compitiendo con fuego real. Así que consagrados y aspirantes competían porque no había otra alternativa.

Casi todo el mundo, fuera

Aquella carrera tuvo lugar bajo un aguacero descomunal. La cantidad de agua en pista era de tal magnitud que Niki Lauda y Ronnie Peterson se salieron de pista por aquaplanning ¡en la vuelta de reconocimiento!. James Hunt duró apenas un par de vueltas. Poco después se marchó también a la grava Mario Andretti y luego fueron cayendo grandes especialistas en agua como Jacky Ickx, Depailler, Stuck…Hasta que se puso líder Keke Rosberg ante el asombro general.

Emilio de Villota partía en parrilla justo por delante del finlandés. Trataba a duras penas de seguir su ritmo rodando durante gran parte de la carrera en quinta posición. Pero después de sufrir tres trompos por aquaplaning en la misma curva, su embrague dijo basta. Tan sólo cinco coches de los 18 que tomaron la salida acabaron la carrera. Pero nadie hablaba ante aquella hecatombe de posibles prestigios mancillados de las estrellas o la locura que suponía haber celebrado esa carrera en esas terribles condiciones. Todo era celebración alrededor del descubrimiento de un talentazo como Keke Rosberg que, gracias a aquella demostración, se labró un futuro en la Fórmula 1 y apenas cuatro años después se coronó como campeón mundial. Otros tiempos.

placeholder Nadie pide regresar en Spa-Francorchamps a los brutales riesgos que por ejemplo asumía Jack Brabham en esta pista en 1966, pero sin épica no hay deporte.
Nadie pide regresar en Spa-Francorchamps a los brutales riesgos que por ejemplo asumía Jack Brabham en esta pista en 1966, pero sin épica no hay deporte.

Ni mejor ni peor, diferente

No se trata de mitificar aquella época y denigrar la actual. Afortunadamente, hoy resulta inconcebible competir con aquel ínfimo nivel de seguridad en circuitos, coches y pilotos. Cada período histórico debe analizarse con los ojos de las circunstancias de su propio momento. Pero nunca hay que olvidar que detrás de aquella locura de Silverstone 1978 latía fundamentalmente la razón más simple que subyace a toda competición deportiva: "¿Hay una carrera? Vayamos y compitamos". Ese es el espíritu que la Fórmula 1 traicionó el pasado fin de semana y no se puede permitir repetir jamás. Con la seguridad ante todo, por supuesto, pero si un gran premio se convierte en cálculo mediático, cuando todo gira alrededor del impacto político o económico, tarde o temprano la afición se irá desconectando.

Si un sábado llueve en Spa-Francorchamps, un talentoso aspirante como George Russell con uno de los peores coches de la parrilla puede batir al campeón mundial Lewis Hamilton con su todopoderoso Mercedes, igual que un novato Keke Rosberg batió con un Theodore a Niki Lauda con su Brabham. Lo bonito y lo fundamental es que todos podamos seguir celebrando esa épica. Lo tremendo es que tengamos que dar ‘me gusta’ a Russell, cuando celebra su podio inexistente en sus redes sociales.

La ‘Carrera de campeones de 1978’ en Silverstone fue una de las pruebas más caóticas de la historia de la Fórmula 1 y pone perspectiva lo vivido en Spa-Francorchamps. Para lo bueno y para lo malo.

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