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El imperdonable amateurismo organizativo de la Fórmula 1 con el GP de Bélgica
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FARSA EN SPA-FRANCORCHAMPS

El imperdonable amateurismo organizativo de la Fórmula 1 con el GP de Bélgica

El fiasco con que se cerró el GP de Bélgica delató la falta de planes alternativos cuando se sabía que la lluvia iba a condicionar la carrera, cerrado además con una farsa ante los espectadores y televidentes

Foto: El 'safety-car' fue el protagonista del Gran Premio de Fórmula 1 de Bélgica.
El 'safety-car' fue el protagonista del Gran Premio de Fórmula 1 de Bélgica.
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Más allá del debate sobre si debía o no debía haberse celebrado la carrera, urge encontrar responsabilidades y remedios ante un lamentable fiasco organizativo del GP de Bélgica. Si la Fórmula 1 quisiera pegarse un tiro en el pie y acumular en apenas unas horas toneladas de descrédito como deporte, ni esforzándose titánicamente ni planeándolo maquiavélicamente habrían sido capaces de igualar tal cúmulo de errores e incompetencias como los demostrados en la cancelación de la cita belga.

Porque, aunque en los registros oficiales aparezca como celebrada y con algunos puntos repartidos para pilotos y constructores, en realidad no existió tal carrera. Simplemente se trató de un asidero reglamentario que eximirá de responsabilidades públicas y económicas al promotor Liberty y a la Federación Internacional de Automovilismo. Simplemente fue eso: un burdo requiebro legal para que aceptemos como blanco lo que es negro como el carbón.

placeholder Max Verstappen ganó el Gran Premio de Bélgica sin disputar una sola vuelta en carrera.
Max Verstappen ganó el Gran Premio de Bélgica sin disputar una sola vuelta en carrera.

Un terrible daño reputacional

No creo quedarme corto al afirmar sin duda que la Fórmula 1 alcanzó en Spa su nadir reputacional. El daño es inconmensurable y el tiempo solo irá engrandeciendo las consecuencias de lo que se hizo, pero especialmente de aquello que no se hizo, en este Gran Premio de Bélgica. Sin entrar a valorar las cuestiones deportivas sobre si debía o no debía haberse celebrado la carrera en tales condiciones. Hay precedentes de carreras celebradas en su totalidad con pista más mojada como las de Spa-Francorchamps entre las 15:00 y las 18:00 del domingo. Concedamos el beneficio de la duda de que no se daban esas condiciones mínimas de seguridad, pero lo que resulta inaceptable es la ausencia total de planes de contingencia ante esta situación, por otra parte del todo previsible.

Que en Spa-Francorchamps llueve habitualmente es algo que conocemos desde que se celebran carreras en esta pista de las Ardenas, una de las zonas con mayor índice pluviométrico de Europa. Pero si la Fórmula 1 considera que el asfalto muy mojado ya no tiene cabida en su formato actual, quizá deba plantarse suprimir del calendario la mejor pista del mundial, test definitivo de máquinas y pilotos. Si lo que pretende la cruzada actual de sus rectores es no asumir un solo riesgo, que sean consecuentes. Y de paso, que pidan a Pirelli que suprima de su gama los neumáticos de lluvia extrema.

La menor lluvia afecta a las condiciones de visibilidad en una pista de alta velocidad con el 'spray' que despiden los coches, y la sensación de peligro es algo más que palpable. Quizá por ese heroico reto, la carrera de Spa es una de las preferidas por los aficionados. Pero si los pilotos (o algunos de ellos) deciden que el riesgo es demasiado elevado y prefieren llevarse puntitos calientes a casa sin jugársela en pista, los organizadores tenían desde el miércoles tiempo para haber pensado en un plan alternativo.

placeholder Por si la farsa de la 'carrera' se hubiera quedado corta, que se celebrara la ceremonia del podio resultó insultante.
Por si la farsa de la 'carrera' se hubiera quedado corta, que se celebrara la ceremonia del podio resultó insultante.

Un solo plan, cero alternativas

Ante las perspectivas metereológicas previas, hubo tiempo suficiente para valorar alternativas al plan inicial. Como haber trasladado la prueba al lunes, haber empezado la carrera tres horas antes e incluso cancelarse totalmente la carrera. Pero declarar como celebrado un Gran Premio por haber completado dos vueltas detrás de un 'safety-car' no tiene un pase. Es vergonzoso que se repartan puntos y hasta insultante que incluso se celebre una ceremonia de podio. Todo esto tiene un nombre muy simple: farsa.

Cuando se valoró la posibilidad de aplazar la carrera, se adujo como excusa que no daría tiempo logísticamente a desmontar todo el tinglado y llevarlo a tiempo a Zandvoort, apenas unos kilómetros más arriba de Spa-Francorchamps. Pero los costosos 'motorhomes' y boxes de diseño son más importantes que tener a tiempo los coches en pista la mañana del viernes. Un flagrante ejemplo de absurdos que anteponen la forma a la función.

Desde hace más de 60 años, en Estados Unidos saben que en un circuito oval no es posible correr con el asfalto mojado. Quien compra una entrada es consciente de tener que extender su estancia un día más allá del domingo. Muchos espectadores no pueden quedarse porque sus obligaciones laborales no se lo permiten, pero no se engaña a nadie y todos saben que en su planificación es un factor a considerar. ¿Tan difícil era planear en el calendario una reserva de un día, por si las condiciones de mojado de Spa-Francorchamps hacían imposible la celebración de la carrera el domingo? La falta de previsión ante un elemento tan obvio demuestra un amateurismo organizativo preocupante.

También podría haberse alterado todo el programa de la mañana del domingo y haber comenzado la carrera a las 12, pongamos por ejemplo. Una posibilidad ni contemplada porque los ‘slot’ de televisión están previstos para las 15:00. Sin embargo, por no intentar siquiera adelantar el programa tres horas, los espectadores en vivo y a través de la televisión se quedaron compuestos y sin carrera. Como decía Voltaire, "lo mejor es enemigo de lo bueno". Un cambio en el programa efectivamente generaba problemas, pero la terquedad de no variarlo un ápice dejaba a los responsables a merced de los elementos climatológicos y con el desastre consumado.

Lo lógico, cancelar el Gran Premio

Si la Federación Internacional de Automovilismo es incapaz de dotar sus reglamentos de soluciones alternativas, es obligada la asunción de responsabilidades ante la farsa que vivimos en Spa. Si la incompetencia del señor Michael Masi, el máximo responsable federativo, impide encontrar soluciones a los problemas, la carrera simplemente debería de haberse cancelado. Estamos ante el enésimo ejemplo de que los reglamentos de la FIA persiguen un fin sin tener en cuenta las posibles incongruencias derivadas de sus, en principio, razonables normas. Véanse como otros ejemplos la inexistencia de monoplazas de reserva en los equipos o la imposibilidad de modificar los reglajes de sábado a domingo aunque se sepa que las condiciones climatológicas pueden cambiar radicalmente.

Para que una farsa de este calibre no vuelva a repetirse, es obligado asumir responsabilidades y que rueden cabezas. En política, los grandes responsables de los desaguisados siempre se van de rositas utilizando cabezas de turco, o creando nuevas normas sobre aquellas anteriores que fueron incapaces de hacer cumplir con buen desempeño. Por eso, señor Jean Todt, no mire a otro lado, dimita y que su organización pague los destrozos. Los aficionados ya pagaron sus tiques, pero ustedes les engañaron.

Más allá del debate sobre si debía o no debía haberse celebrado la carrera, urge encontrar responsabilidades y remedios ante un lamentable fiasco organizativo del GP de Bélgica. Si la Fórmula 1 quisiera pegarse un tiro en el pie y acumular en apenas unas horas toneladas de descrédito como deporte, ni esforzándose titánicamente ni planeándolo maquiavélicamente habrían sido capaces de igualar tal cúmulo de errores e incompetencias como los demostrados en la cancelación de la cita belga.

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