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Sainz: cuando se te escapa la victoria en Mónaco, pero ganas el respeto del 'paddock'
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primer podio con Ferrari y en el Gran Premio

Sainz: cuando se te escapa la victoria en Mónaco, pero ganas el respeto del 'paddock'

Sainz remató su brillante fin de semana con un segundo puesto que, aun con sabor "agridulce" para el español, eleva su estatus en el seno de Ferrari junto a Leclerc

Foto: Carlos Sainz, en su primer podio con Ferrari y en el GP de Mónaco.
Carlos Sainz, en su primer podio con Ferrari y en el GP de Mónaco.
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Carlos Sainz logró un magnífico segundo puesto en el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1. Pero a pesar del gran éxito de su primer podio con Ferrari y también su primero en circuito tan prestigioso, el madrileño sentía que había algo de oportunidad perdida de un triunfo.

Lograr un primer podio con Ferrari, en Mónaco, en solo su quinta carrera con el mítico equipo italiano, debería saber a gloria a cualquier piloto. Pero cuando se roza tan de cerca el triunfo, es inevitable que el animal competitivo que todo piloto lleva dentro salga a la luz. Sin despreciar su magnífico resultado, al madrileño le quedó una pequeña sensación de trabajo inacabado.

Aunque el madrileño reconociera que si le hubieran ofrecido un segundo puesto el pasado miércoles sin ninguna duda lo hubiera comprado, no podía evitar una sensación agridulce. "Hoy más no se podía hacer, creo —declaraba Sainz al término de la prueba—. Hemos tenido muy buen ritmo durante todo el fin de semana, y hoy en carrera ha habido ratos donde lo he podido demostrar. Estoy contento por el segundo puesto, aunque no contento por el equipo al ver que tenía la ‘pole’ al alcance de la mano y podría haberse ganado la carrera, pero después de lo que pasó ayer, está bien". La frustración del sábado se había compensado con el resultado del domingo. Una cosa por la otra. Pero la mejor señal de la posición actual de Sainz en Ferrari es que pensaba más en lo que había perdido, la victoria, que en el magnífico resultado logrado. Y algo más.

El abrazo de Leclerc

Un segundo puesto desde la cuarta plaza donde es imposible realizar adelantamientos es un éxito, que completaba un fin de semana que destacaba el propio Mattia Binotto al acabar la carrera: “Estamos muy contentos por él —destacó el ingeniero suizo—, se merece este resultado y es su primer podio de los muchos que estoy convencido de que va a lograr en Ferrari. Me ha gustado mucho también ver a Charles yendo a felicitar a Carlos al acabar la carrera, y eso demuestra la armonía que hay en el equipo, me gusta mucho ver cómo los dos han entendido el proyecto y cómo anteponen el equipo ante todo”.

Efectivamente, llamó la atención el detalle del monegasco y, aunque es innegable su deportividad respecto a su compañero, tampoco sería de extrañar que fuera el propio Binotto el que sugiriera al monegasco que se acercara a dar un abrazo a Carlos. No quiere decir que el gesto de Leclerc hacia Carlos no fuera genuino. Pero leyendo entre líneas las declaraciones de Binotto y que, sin ser preguntado, reflejara varias veces esa cuestión, se deduce lo mucho que el jefe de la ‘Scuderia’ quiere preservar a toda costa la armonía dentro de su casa.

McLaren, precisamente el equipo del que procede Sainz, es el ejemplo de que es posible mantener esa armonía entre dos pilotos muy igualados y beneficioso para la progresión de una escudería. Sabedor Binotto de contar este año con dos auténticos titanes, parece lógico que se esfuerce en que trabajen juntos para llevar Ferrari de nuevo a la cumbre, en vez de sufrir las peleas intrafamiliares de la temporada pasada. Esa armonía que hay que regar cada día, cuidando de no ofender el ego de los pilotos con hechos o declaraciones que les puedan hacer sentirse desfavorecidos. Véase por ejemplo en McLaren con Ricciardo: a pesar de perder vuelta respecto a Lando Norris, sus jefes salieron enseguida a la palestra a apoyar a muerte a su piloto en horas bajas.

Un estatus diferente

Precisamente el extraordinario nivel de Norris respecto a un valor consagrado como Daniel Ricciardo y la presión de Sainz en todas las carreras sobre Leclerc están cambiando notoriamente la percepción del piloto madrileño en el 'paddock'. Mucho hablar de Verstappen, de Leclerc, de Russell, de Norris, etc., pero alrededor de Carlos Sainz siempre planeaba un cierto ‘sí, pero’. El perfil elegante y discreto del piloto español es una cualidad que se adora en Ferrari, pero quizás a veces se haya interpretado de forma errónea en el mundillo al dar a algunos la impresión de que le faltaba ese plus ‘killer’ que diferencia a los ‘terrenales’ de los ‘extraterrestres’.

La siempre influyente prensa anglosajona, incluido el propio David Coulthard, entrevistador en el podio, se vio totalmente entregada a la demostración del madrileño. Quizá todos daban por sentado el apabullante dominio de Leclerc en su casa con un Ferrari que se mostró sorprendentemente competitivo en Mónaco. Pero no contaban con que cada minuto que el madrileño pisara la pista monegasca iba a ser consistentemente tan rápido o más que su compañero y, lo que es más importante, sin cometer un solo error. El de Leclerc el sábado, sin embargo, le costó la victoria al monegasco.

Aunque Sainz no sea consciente de ello aún, aunque se le haya escapado una posible victoria en Mónaco, se había ganado el respeto generalizado del 'paddock' (y por supuesto, de su propio equipo) para considerarle desde Mónaco un miembro del olimpo de ‘los elegidos’.

Carlos Sainz logró un magnífico segundo puesto en el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1. Pero a pesar del gran éxito de su primer podio con Ferrari y también su primero en circuito tan prestigioso, el madrileño sentía que había algo de oportunidad perdida de un triunfo.

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