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Infierno y redención de Larson, el piloto que dijo "nigger" en una carrera 'online'
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UNA DE LAS PROMESAS DEL NASCAR

Infierno y redención de Larson, el piloto que dijo "nigger" en una carrera 'online'

A Kyle Larson se le escapó en un canal privado un comentario (“nigger” o negrata) que fue escuchado en vivo. Lapidado socialmente, se ha sometido a un personal proceso de contricción

Foto: Kyle Larson ha vivido seis meses de infierno tras escucharse un comentario despectivo racial en su canal privado de una carrera virtual (Mike Dinovo-USA TODAY Sports)
Kyle Larson ha vivido seis meses de infierno tras escucharse un comentario despectivo racial en su canal privado de una carrera virtual (Mike Dinovo-USA TODAY Sports)

"Simplemente quiero decir que lo siento. El domingo por la noche cometí el error de decir esa palabra que nunca debería haber dicho (“Nigger” o ‘negrata’), y no hay excusas para ello”. Con solo 27 años, Kyle Larson prometía oro en el campeonato Nascar, la meca deportiva y más lucrativa del automovilismo americano. Pero en segundos el cielo cayó sobre su cabeza y el mundo se hundió bajo sus pies. En un angustioso vídeo, el joven piloto se arrugó humildemente dentro del huracán que ya azotaba Estados Unidos con los problemas raciales. “No me han educado así, fue algo horrible de decir, lo siento mucho por mi familia, mis amigos, mis patrocinadores, la comunidad de las Nascar, y especialmente la comunidad afroamericana”.

¿Quién en semejante contexto actual podría permitirse un sacrilegio de tal calibre? En pocas horas, Larson se convirtió en un apestado. Sus patrocinadores le abandonaron inmediatamente, al igual que la marca Chevrolet. Fue despedido de su equipo, uno de los mejores de Estados Unidos. Vapuleado en la prensa, su futuro se derritió como el hielo. Esta es la historia del descenso a los infiernos de Kale Larson y de una redención que recibe una bocanada de oxígeno estos días.

"Hey nigger..."

Miles de jóvenes pilotos aspiran a sobresalir en los cientos de carreras de base que se celebran en Estados Unidos cada fin de semana. Su meca es la Nascar, donde ganar un millón de dólares al año puede es pan comido solo por integrar su parrilla. Como Kyle Larson. Con ya seis victorias en la cima, fue fichado Chip Ganassi, una de las tres estructuras más grandes de los Estados Unidos. Con el coronavirus Larson decidió matar el tiempo en las carreras virtuales del ‘iRacing’ como tantos otros de sus colegas.

“I can’t see it. You can’t hear me? Hey nigger.” “No puedo verlo ¿Puedes oirme? Hey ‘negrata”. Larson tenía problemas de sonido en su canal privado para comunicarse con el ‘spotter’, un ayudante de pista, que ni siquiera era de color. Pero el audio estaba abierto públicamente. A los pocos segundos comenzaron a escucharse las palabras de sus colegas, anonadados, incluso con sus gestos de sorpresa en los vídeos. 24 horas después, Larson había perdido todo entre el rechazo social acentuado por la exacerbada sensibilidad con el conflicto racial.

En ese vídeo de 42 segundos, Larson rogaba disculpas públicas, hundido emocionalmente. “Entiendo que el daño quizás sea irreparable, y estoy hecho a la idea. Pero quería que supierais cuánto lo siento, espero que todo el mundo se mantenga bien en estos tiempos de locura”. Al poco tiempo, Bubba Wallace, el piloto de color de la Nascar y el equivalente a Lewis Hamilton en la lucha antirracista en la Nascar, aprovechaba la ocasión para crujir elegante pero públicamente a Larson. Y luego, la imagen se fue a negro.

placeholder Larson, de orígenes japoneses, ha tenido que pasar por un largo proceso de rehabilitaciòn social
Larson, de orígenes japoneses, ha tenido que pasar por un largo proceso de rehabilitaciòn social

"No te hemos educado así"

¿Qué fue de Larson desde aquel domingo de Pascua, 12 de abril? “Diez semanas atrás dije la ‘N word’ ( En Estados Unidos es ya anatema pronunciar la palabra) en un canal público en una carrera virtual. En un instante mi carrera quedó hecha pedazos” reconocía amargamente. Hace pocas fechas, Larson publicaba una larga carta explicando las consecuencias de su desliz y el proceso que siguió a continuación. Se remitía a un aula del Urban Youth Racing School, presente de nuevo ante niños que buscan oportunidades en el mundo de las carreras. Muchos eran de raza negra. Ya había estado en el pasado allí para ayudarles, pero ahora se trataba de una estación más en su viaje de ‘rehabilitación’ personal y social. Una manera de implorar el perdón de aquellos niños a los que había aconsejado en el pasado, pero también el de la sociedad, aunque sin demasiadas esperanzas de éxito. Allí hizo acto de contricción como en otros lugares similares durante estos últimos meses.

En su carta, Larson quiso justicar que el suyo no fue un acto de racismo, sino una expresión de familiaridad compartida días antes con otro grupo. “Cuando escribo esto, sé lo ridículo que significa decirlo ahora”. A continuación, explicaba sus antecedentes familiares para demostrar lo lejos que estaba el racismo de sus creencias y vivencias. Sus padres y abuelos eran prueba de ello. Su madre es de origen japonés, y la familia había vivido la experiencia de la discriminación social. Sus abuelos maternos incluso habían sido internados en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Lo que más hirió a Larsson fue el dolor de sus padres. “No, tú no, no te hemos educado así”, vinieron a decirle. Pero ellos fueron su mejor sostén durante estos cinco meses.

Humillado y vapuleado

Larson desapareció socialmente. Incluso agradecía llevar mascarilla en estos tiempos de Covid. “Desde abril reflexioné mucho, y me di cuenta lo muy poco que sabía sobre la experiencia afroamericana en este país, y sobre el racismo en general. Educarme a mí mismo es algo que debía haber hecho hace tiempo”. Lanzaba sus mensajes a la comunidad de color en una botella de arrepentimiento, con la esperanza de que fuera recogida. Paralelamente, la Nascar le presentaba una hora de ruta de penitencia a seguir, “mandatory sensitivity training” le llamaban. Pero también inició su propio camino personal. Contrató a un “diversity coach”, Doug Harris, quien sacó su látigo para fustigar a Larson. Con siete hijos, Harris le mostraba cómo podía ser la vida de un hombre de color en Estados Unidos. “Todos tendrían que tener a alguien que les hablara como Doug me hablaba a mí”.

Voluntario en diferentes organizaciones, Larson incluso viajó a Minneapolis para unirse al funeral de George Floyd. Estuvo con la leyenda olímpica Jackie Joyner-Kersee y su comunidad de San Luis, charló con atletas y pilotos de color, con ejecutivos. “Se trataba de la importancia de tener empatía y consideración a la gente que no es como yo”. Mientras tanto, Larson intentaba ganarse la vida en carreras locales, donde arrasaba. Era como volver a un campo de tierra de pueblo tras haber jugado al fútbol en Maracaná.“No fueron conversaciones fáciles”, admite Larson, quien deja entrever lo fuerte que le dieron en la cabeza. De los más duros con la maza fue un mecánico de color con el que había trabajado durante muchos años. “Después de decir aquella palabra, la furia me llegó desde todos lados”. Como Larson reconoce, “fui públicamente humillado”.

Ya es suficiente

“La gente me ha enseñado mucho durante estos cinco meses. La próxima vez que esté en una clase, espero poder devolver su amabilidad compartiendo mi historia para que otros puedan aprender de mis errores. Convertirla en una historia de la que esté orgulloso de poder contar depende de mí” es ahora su moraleja personal. De palabra y de obra, Larson buscó todos los mecanismos de contricción a su alcance. El descenso a los infiernos y posterior transmutación para conocer la realidad de la comunidad afroamericana no podía llegar más lejos. Tampoco cabían más formas de arrodillarse. "He crecido más en estos seis meses que en toda mi vida antes", reconocía en una entrevista en la CBS. Hasta que su botella ha sido recogida.

“Nascar sigue prioritizando la diversidad y la inclusión en nuestro deporte, Kyle Larson ha completado todos los requerimientos establecidos por Nascar y ha tomado varias medidas voluntarias para educarse mejor a sí mismo para poder usar su plataforma para ayudar a tender puentes en nuestro país”, rezaba el comunicado emitido por la organización el pasado lunes. “Su suspensión indefinida se levanta. Bajos estos términos, queda habilitado para poder volver a todas las actividades competitivas de Nascar desde el 1 de enero de 2021”. Pero Kayle Larson aún no tiene equipo. Ahora se trata de comprobar si sus colegas y la sociedad también le han perdonado.

"Simplemente quiero decir que lo siento. El domingo por la noche cometí el error de decir esa palabra que nunca debería haber dicho (“Nigger” o ‘negrata’), y no hay excusas para ello”. Con solo 27 años, Kyle Larson prometía oro en el campeonato Nascar, la meca deportiva y más lucrativa del automovilismo americano. Pero en segundos el cielo cayó sobre su cabeza y el mundo se hundió bajo sus pies. En un angustioso vídeo, el joven piloto se arrugó humildemente dentro del huracán que ya azotaba Estados Unidos con los problemas raciales. “No me han educado así, fue algo horrible de decir, lo siento mucho por mi familia, mis amigos, mis patrocinadores, la comunidad de las Nascar, y especialmente la comunidad afroamericana”.

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