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La locura de las motos en el Dakar o por qué se reparten los peores boletos de la carrera
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ALTÍSIMO RITMO Y NUMEROSAS CAÍDAS

La locura de las motos en el Dakar o por qué se reparten los peores boletos de la carrera

Los líderes de la categoría de motos están imprimiendo un fortísimo ritmo en este Dakar. Las caídas son numerosas y casi todos los mejores llegan con importantes lesiones a meta

Foto: Adrien Van Beveren, atendido por los médicos del Dakar tras su dura caída en la tercera etapa. (EFE)
Adrien Van Beveren, atendido por los médicos del Dakar tras su dura caída en la tercera etapa. (EFE)

Las imágenes desde el helicóptero impresionaban. El francés Adrien Van Beveren, uno de los mejores especialistas de enduro del mundo, volaba en un pequeño cambio de rasante. El aterrizaje no presagiaba nada bueno. El piloto perdió la rueda trasera en las roderas y salió catapultado de su Yamaha. Van Beveren se arrastró metros y metros por la arena saudí y tuvo suerte de toparse con las piedras solo cuando su cuerpo empezó a perder velocidad. No había acabado ninguno de los dos anteriores Dakar (2018 y 2019). Quería tomárselo con calma. Ni así.

Los protagonistas de la categoría de motos están locos. Al menos, es lo que piensan muchos, incluso sus colegas de los coches. Porque todos llevan un buen número de boletos con alto porcentaje de mala fortuna. No es hipérbole. Muchos han llegado tras graves lesiones en este ultimo año y los que no, ya están empezando a sufrirlas. Cuando solo se llevan tres días de la presente edición, el rosario de caídas invita a la preocupación. Que le pregunten a Van Beveren, pero también a Laia Sainz, a Joan Barreda, a Ross Branch, ganador de la segunda etapa, al boliviano Daniel Nosiglia... la dura lotería está en marcha.

Un ganador roto

Los avatares de años anteriores y las lesiones parecían notarse en el enfoque inicialmente reservado y prudente de algunos de los favoritos. “No necesito ganar etapas, no es el objetivo, sino el de la victoria absoluta. Pero no puedo perder mucho tiempo a la vez. Tengo que estar en el grupo adecuado” repetía estos días Van Beveren. Pero su dilema (y argumentario) es el mismo que el de todos los aspirantes a la victoria: no dejarse llevar por el ritmo de los más rápidos, no rodar por encima de las posibilidades corriendo todo tipo de riesgos, pero tampoco perdiendo el contacto con el grupo de cabeza. El galo reconocía en la segunda etapa que le estaba costando encontrar el ritmo de carrera. Había que apretar. En la tercera, Van Beveren ya estaba fuera de combate. Vistas las imágenes, que solo cuente con fractura de clavícula como indicaban los primeros análisis es un milagro. Pero no es la primera vez que se la rompe, ni mucho menos.

Van Beveren llegó al Dakar de forma exuberante. Desde el principio se veía en el francés a un futuro ganador de la carrera. Sexto en su debut en 2016, cuarto al año siguiente. En 2018 lideraba la prueba e iba camino de rematarla con una ventaja de media hora en la penúltima etapa, pero desgraciadamente chocó contra una roca y aquello le apartó de un éxito que ya acaricaba con las yemas de los dedos. Salió proyectado por los aires y se perforó un pulmón, además de romperse una clavícula. En 2019 el motor le dejó tirado cuando apenas quedaban dos días. Llegaba ahora a Arabia Saudí con el ardor más contenido. Ya está en el hospital.

placeholder Van Beveren, en lágrimas tras abandonar el Dakar 2019 al romperse el motor de su Yamaha. (EFE)
Van Beveren, en lágrimas tras abandonar el Dakar 2019 al romperse el motor de su Yamaha. (EFE)

Las lesiones hacen mella

También parecía el caso de Joan Barreda antes de empezar el Dakar. Tras cuatro operaciones de muñeca en los dos últimos años y un gran sufrimiento para coger el tono físico necesario, el pasado rally en Sudamérica se convirtió en una pesadilla. Sin querer renunciar al Dakar, pero con un bajo estado de forma y poca preparación previa, la carrera terminó pronto. Cuando era líder, cayó en una hondonada en la tercera etapa. En 2018 tuvo que retirarse machacado físicamente por su rodilla y muñeca. Barreda ha sido durante estos últimos cursos uno de los más rápidos de la categoría, pero las lesiones parecen también haber acentuado su prudencia.

Sin embargo, el castellonense ha empezado el presente Dakar logrando el objetivo que no consiguió Van Beveren. Barreda es cuarto en la general a once minutos de Ricky Brabec, primero. Todo ello pese a que también sufrió una caída en la segunda etapa que le hizo resentirse de otra anterior, producida en un entrenamiento en diciembre, que le provocó una dolorosa fisura de costilla. Cómo aguante físicamente las próximas jornadas será crucial. Los de delante lo están haciendo muy bien y con un ritmo altísimo, hasta ahora nadie afloja, con todos tirando fuerte y sin fallar”, explicó el español. En la categoría de motos, el físico del piloto es crucial para sostener el ritmo en cabeza. Cualquier problema que se arrastre añade más boletos a la lotería. Barreda afronta un gran desafío estos días.

El coraje y pundonor de Laia

Muchos más aspirantes a la victoria total ha vivido experiencias similares en el último año. Tobi Price, ganador en 2019, necesitó medio año para recuperarse de la lesión de muñeca con la que compitió en el último Dakar. Con dolores insoportables en algunas ocasiones, el australiano logró la victoria de manera inconcebible, aunque también favorecido por el abandono del americano Bravec y de, curiosamente, Van Beveren. A Price le disputó la victoria en esa edición el chileno Pablo Quintanilla, aunque una caída le provocó la doble fractura de tobillo de la que le costó siete meses recuperarse. Otro de los favoritos, Kevin Benavides, cuenta con un impresionante historial de infortunios en forma de lesiones. Este pasado año lo pasó prácticamente en el dique seco antes de llegar al Dakar.

“Iba mirando el roadbook. No era un sitio muy rápido pero enganché una piedra, me ha escupido muy fuerte y me he dado un golpe fuerte”. Como otros protagonistas de la presente edición, Laiz Sanz sufrió un feo accidente en la segunda etapa que la dejó muy tocada de la cadera, aunque el martes pudo aguantar relativamente bien la etapa. La catalana no ha abandonado nunca en sus nueve participaciones en el Dakar, pero habrá que estar a la espera de su evolución en próximas jornadas

El listado de caídas no cesa y resulta imparable. Ayer el botswano Ross Branch, triunfador del lunes y mejor rookie, mordió el polvo. No pudo disfrutar mucho de su alegría y llegó a la meta de Neom totalmente destrozado fruto de su incidente. El día anterior ya tuvo que abandonar el boliviano Daniel Nosiglia, con su moto irreconocible. Luciano Benavides, hermano menor de Kevin, llegó dolorido tras recibir el impacto en la mano de una piedra lanzada por otro rival que le adelantó. En fin, falta todo un Dakar por delante, pero en la categoría de motos ya han caído varios de los peores boletos de este deporte. La única lotería que nadie querría que le tocase.

Las imágenes desde el helicóptero impresionaban. El francés Adrien Van Beveren, uno de los mejores especialistas de enduro del mundo, volaba en un pequeño cambio de rasante. El aterrizaje no presagiaba nada bueno. El piloto perdió la rueda trasera en las roderas y salió catapultado de su Yamaha. Van Beveren se arrastró metros y metros por la arena saudí y tuvo suerte de toparse con las piedras solo cuando su cuerpo empezó a perder velocidad. No había acabado ninguno de los dos anteriores Dakar (2018 y 2019). Quería tomárselo con calma. Ni así.

Arabia Saudí
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