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"¡No pienso dar un dólar a esos gilipollas!" Así fue el genio de la seguridad en las carreras
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BILL SIMPSON, CREADOR DE LOS MONOS IGNÍFUGOS

"¡No pienso dar un dólar a esos gilipollas!" Así fue el genio de la seguridad en las carreras

Bill Simpson fallecía recientemente. De personalidad arrolladora y polémica, su visión fue única para desarrollar elementos hoy imprescindibles en la seguridad de los pilotos

Foto: Mario Andretti con el icónico casco integral Bandit creado por Bill Simpson. (Imago)
Mario Andretti con el icónico casco integral Bandit creado por Bill Simpson. (Imago)

Falleció el lunes pasado de esta semana de un ataque al corazón. Bill Simpson (Hermosa Beach, 1940) no será un nombre conocido por el gran público, pero sin duda fue una de las personalidades mas importantes en la historia del automovilismo por sus logros en el campo de la seguridad. Y también un personaje especial

Sin su aportación no podría comprenderse la evolución de las carreras de coches. Puede afirmarse con absoluta seguridad que nadie fue tan influyente para salvar vidas de pilotos y mecánicos en todo tipo de competiciones automovilísticas. Porque fueron suyas muchas de las grandes innovaciones en equipamiento de protección creadas y desarrolladas por su compañía, Simpson Race Products, fundada mientras competía en los óvalos. Incluso llegó a disputar las 500 millas de Indianápolis en 1974.

Solo los visionarios despliegan esa fuerza arrolladora capaz de romper límites y fronteras, como fue el caso de Simpson. De su cabeza brotaba una idea tras otra para proteger a los pilotos. Ideas con frecuencia no bien recibidas por el 'establishment' deportivo, bien porque dejaba en evidencia las lagunas en seguridad de los organismos reguladores, bien por negarse a pasar por el aro de estos organismos con los ‘canones’ o ‘peajes’ que le requerían pagar. Simpson no era precisamente una persona muy dotada para la diplomacia, y sí tenía una honestidad brutal, sin ninguna clase de filtro para expresar su visión de las cosas. La absoluta fe en la superioridad de sus productos y su personalidad singular hicieron de Bill Simpson todo un personaje de vida casi novelesca.

Creador de los monos ignífugos

Simpson fue el creador de los primeros monos realmente ignífugos, gracias a la pionera aplicación del Nomex, material recomendado por su amigo Pete Conrad, el tercer astronauta en pisar la luna y gran aficionado a las carreras. Solo por este producto ya merece su reconocimiento por todos los pilotos que desde entonces los han llevado. También creó las viseras de casco realizadas en ‘perspex’, un tipo de metacrilato a prueba de balas. Con una de ellas en su casco Helmut Marko no habría perdido su ojo por una piedra en el Gran Premio de Francia de 1972 Tambioén creó el primer paracaídas como sistema de frenado para 'dragsters' y las redes de contención en las ventanas para los vehículos NASCAR.

Su obra quizá mas icónica fue el casco integral Bandit que, además de su diseño revolucionario inspirado en Darth Vader, marcó un estándar desconocido hasta la fecha cuando apareció en 1978 por su ligereza y resistencia estructural. Y por si todo lo anterior fuera poco, el dispositivo de protección de cuello HANS de reciente implantación global en el automovilismo se desarrolló en colaboración con su marca. Fernando Alonso, por ejemplo, usó cascos Simpson, y quizás salvó su vida por el HANS en el accidente del Gran Premio de Brasil de 2003.

placeholder El accidente de Fernando Alonso en el Gran Premio de Brasil 2003. (Imago)
El accidente de Fernando Alonso en el Gran Premio de Brasil 2003. (Imago)

"¡A ver quién decía que no!"

Tuve ocasión de conocerle en 1995, mientras seguía la IndyCar en Estados Unidos, que en aquellos años rivalizaba sin complejos con la Fórmula 1. Le debí caer bien porque cuando le dije que era español surgió el audaz hombre de negocios que también llevaba dentro y me dijo de sopetón: "Genial, no tengo representante en España, tú lo serás, mañana vente a mi palco en la curva 1 (del circuito de Indianapolis) y cerramos el trato". ¡A ver quién decía que no a semejante propuesta!

Bastó que le contara a Mr. Simpson cómo me marcaron de niño, en los últimos grandes premios de Fórmula 1 celebrados en el Jarama, sus monos ignífugos brillantes y sus cascos galácticos, para decirme: "Me importa una j**** m**** que no tengas experiencia, tienes pasión por esto y eso me basta, lo harás bien. Mañana te pasas por la fábrica (ubicada no muy lejos del famoso ‘Brickyard’) y definimos el primer pedido que te mando para España". Allí estaba yo, recién acabada la universidad, emigrante a Estados Unidos para aprender inglés, convertido en empresario en lo que tardaba Mr. Simpson en tomarse un vaso de whisky (bastante poco, por cierto). Mientras conversábamos pasaban por su palco, como si fuera su propia casa, personajes como AJ Foyt, Richard Petty, Darrell Waltrip y otras leyendas del automovilismo americano que le demostraban una cercanía solo propia de los muy, muy amigos. Me pudo el ambiente y (felizmente) me tiré a la piscina ante esa oferta empresarial que no se podía rechazar.

"¡No pienso pagarles un duro!"

Su personalidad era apabullante. Cuando en la fábrica empezamos a hablar del plan comercial conocí al real Bill Simpson en toda su dimensión. Cuando le dije lo poderoso que era el motociclismo en España y le comenté lo que pagaban las marcas de cascos de moto a los pilotos del mundial, me respondió: "¡No pienso pagar un duro a esa panda de gilip**** a dos ruedas que, por dinero, son capaces de proteger su cabeza con mierdas de policarbonato!" (sic) (hablamos de cascos de hace más de dos décadas). Cuando hablábamos de la competencia en monos ignífugos y cascos, era absolutamente despiadado en la crítica a las marcas rivales, que consideraba absolutamente inferiores a sus productos. Las definía como como "panda de cap*** que se visten con esos sacos de basura" (sic) o "llevan esos cascos de ciclista". Aunque no todo era desdén con la competencia, la rudeza de su discurso sabía reconocer cuándo sus rivales hacían bien su trabajo. "Esos franchutes han hecho sus deberes, sus monos ignífugos son tan buenos como los míos" o "Con esa marca japonesa tenemos que pelear duro porque sus gorros (sic) son muy buenos".

Años después, le sugerí que debíamos fichar a un piloto español llamado Fernando Alonso que debutaba en Fórmula 1. Le comenté que era un fenómeno y campeón mundial en potencia. Cuando le dije que Fernando había sido campeón del mundo de karting con un casco de su marca, no pestañeó. Me mandó un casco último modelo para que Fernando lo probara y me dijo: “Tienes a Oriol Servià (pilotando con casco Simpson en IndyCar en aquella época) y si conseguimos fichar a este chaval que dices que es tan bueno, tienes que vender como mínimo los mismos cascos que vende en Italia la mujer de Teo Fabi (el expiloto italiano de F1), que tiene el mercado del karting dominado". Por desgracia, Fernando Alonso también tenía otra oferta de una marca japonesa (la única, por cierto, respetada por Bill Simpson) que mejoraba nuestra propuesta con un bonus económico por punto conseguido. Aquí volvió a surgir el genio Simpson sin filtro y en toda su crudeza: "Mira Pablo me dijo—, el día que tenga que pagar a un piloto para que lleve un producto que le puede salvar la vida, cierro mi empresa".

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JLS/SV - RP2DRIHBATAA

La muerte de Dale Earnhardt

Sin duda fue una verdadera lástima aquella oportunidad perdida con Fernando. Pero la razón de dejar representar en España sus productos realmente vino a consecuencia de su salida de la compañía tras el fallecimiento de la gran estrella y leyenda de la NASCAR, Dale Earnhardt. Simpson fue culpado por el organizador del campeonato de la muerte del famoso ‘Intimidator’ en las 500 millas de Daytona, a causa de un defecto —según ellos— en la fabricación de los cinturones de seguridad de su marca. Para mí, sin el propio Simpson al frente de la compañía, perdía todo el sentido seguir. Además coincidió que la FIA quería obligarle a pagar un canon de homologación del HANS al hacerse obligatoria la introducción del dispositivo. Furioso ante esa exigencia decía: "¡Pero si me tendrían que pagar a mí. El HANS se desarrolló conjuntamente conmigo! ¡A la mierda con la FIA, ese nido de engreídos burócratas europeos!". Literal.

No pasar por el aro de la FIA en Europa era similar a no pasar por el aro de la NASCAR en América. Earnhardt era gran amigo suyo, y enfrentarse a aquel juego sucio de la NASCAR fue el golpe mas duro de su vida. No solo tuvo que abandonar la compañía que él mismo había fundado para evitar su quiebra, sino que recibió incluso amenazas de muerte por parte de enfurecidos fans de Earnhardt. El no tenía dudas: "¡Mis cinturones no fallan nunca y no saben estos jod*** cap***, la clase de hijodep*** que soy y yo! No voy a parar hasta demostrar que el fallo fue suyo por culpa de un montaje incorrecto, o por mala supervisión". Efectivamente, la NASCAR no quiso ir a juicio e indemnizó a Simpson con una cifra multimillonaria no declarada en el acuerdo extrajudicial. Con ese dinero y siempre infatigable a pesar de sus muchos whiskys, peleas de bar y divorcios a sus espaldas, fundó una nueva compañía de cascos llamada Impact, que inmediatamente ofreció a todo piloto que el consideraba relevante, entre ellos nuestro 'heroe americano' Antonio García.

Con el fútbol americano

Su última contribución a la seguridad, sin embargo, no fue en automovilismo, sino en el fútbol americano. Impresionado ante la alarmante sucesión de lesiones cerebrales en la NFL, se asoció con Chip Ganassi (propietario de uno de los mejores equipos de carreras americanos) para aportar en otro deporte toda su experiencia ganada en el automovilismo. Sus cascos dejaron tan en evidencia la pobre calidad de las marcas existentes que incluso la propia NFL no los quiso homologar ante la posible repercusión económica para los jugosos contratos de proveedor que tenía con las marcas tradicionales. Conscientes de la tremenda superioridad de protección del producto de Bill Simpson, muchos jugadores usaban sus cascos, pero colocando en ellos los adhesivos de las marcas oficiales.

Harto de toparse nuevamente con el 'establishment' de burócratas y marketinianos sin escrúpulos, como él los definía, vendió recientemente la compañía para que alguien con más mano izquierda salvara el proyecto y los puestos de trabajo, su máxima preocupación y motivo de orgullo. Algo muy importante para él, huérfano de padre y prototipo americano del hombre hecho a sí mismo. Bill Simpson siempre fue ‘maverick’ de la seguridad, un genio y figura —en el sentido mas literal de la expresión— hasta la sepultura. D.E.P.

Falleció el lunes pasado de esta semana de un ataque al corazón. Bill Simpson (Hermosa Beach, 1940) no será un nombre conocido por el gran público, pero sin duda fue una de las personalidades mas importantes en la historia del automovilismo por sus logros en el campo de la seguridad. Y también un personaje especial

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