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"Si Carlos (Sainz) no se quita el casco, ni te acerques". Así fue la historia de McLaren
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LA INTRAHISTORIA DEL SEXTO PUESTO en mónaco

"Si Carlos (Sainz) no se quita el casco, ni te acerques". Así fue la historia de McLaren

Cuando Sainz se quedó a pie en los primeros libres, y con el rendimiento del MCL34, tanto el piloto como el equipo no esperaban terminar con el resultado logrado en Mónaco

Foto: McLaren y Carlos Sainz remontaron en Mónaco un partido que empezó con el marcador en contra (Foto: McLaren)
McLaren y Carlos Sainz remontaron en Mónaco un partido que empezó con el marcador en contra (Foto: McLaren)

Jueves, primera sesión de libres del Gran Premio de Mónaco. “Si Carlos se deja el casco puesto, ni te acerques…”. Solo había dado una vuelta, pero Carlos Sainz tuvo que volver prematuramente a su garaje: la batería, una avería larga que podía costar toda la sesión. El piloto se quedó un buen rato oculto mientras intentaba digerir la frustración. La peor noticia en el peor de los circuitos para perderse una primera tanda. Aquella en la que se busca recuperar sensaciones, acumular vueltas, ganar confianza y acercarse poco a poco a los raíles de Mónaco. Efectivamente, se perdió toda la sesión y un tercio del fin de semana, una considerable desventaja respecto a todos sus rivales.

Sábado, entrenamientos clasificatorios. Cuando Sainz entró en línea de meta y ya dentro del Q3, Andrea Stella pegó un puñetazo de alegría sobre la mesa del muro de boxes. Porque en McLaren no las tenían todas consigo hasta ese momento. Más bien lo contrario. El equipo sabía desde el principio que el MCL34 no tenía suficiente carga aerodinámica para Mónaco. El alerón trasero que habían traído se había quedado corto. Perder los primeros libres impidió probar una puesta a punto que hubiera evitado el error de los ingenieros cuando modificaron sustancialmente el ‘set up’ para el sábado. Hubo que echar marcha atrás y los dos pilotos saldrían pisando terreno resbaladizo a los clasificatorios. Pero Sainz recobró sensaciones del pasado en Mónaco y metió su MCL34 en el Q3. Al día siguiente, ese adelantamiento de la curva 3...

"¿Pero dónde ha adelantado?"

Los mecánicos se levantaron de sus sillas cuando vieron a Albon y a Sainz en paralelo hacia el Casino. Parecía que el español perdía su posición frente al segundo Toro Rosso. Las imágenes televisivas se cortaron en ese mismo instante. Cuando Sainz apareció al terminar la vuelta por delante incluso de Kvyat los mecánicos saltaron de alegría. Nadie se lo esperaba. "¿Pero dónde ha adelantado?".

placeholder Carlos Sainz en Mónaco.
Carlos Sainz en Mónaco.

Fue una de las maniobras del Gran Premio. Sainz había arrancado muy bien pero quedó frenado ante Kvyat en la primera curva y Albon logró emparejarse al McLaren. Sin embargo, en la subida Sainz se encontró con una tracción inesperada y decidió clavar el cuchillo hasta el Casino, por la zona sucia y con gomas aún frías. Tan así que Sainz vió posible otra víctima, esta vez a Kvyat. Por el mismo sitio que Max Verstappen intentaba remontar en 2016 con Red Bull y acabó contra los raíles. El ruso no podía imaginar que alguien buscara un adelantamiento en esa zona y por fuera. Cuando quiso reaccionar Sainz ya le enseñaba el 'Huski Chocolate' que lleva en su alerón trasero. Un adelantamiento en pista es oro puro en Mónaco, pero aún quedaba lo más duro: defender la posición con un monoplaza más lento que los Toro Rosso. Que después de Montmeló, debían ya tener pesadillas con Sainz.

Tom Stallard, el ingeniero remero

Se trataba a partir de entonces de gestionar el neumático. La coordinación con su ingeniero de pista era fundamental en una carrera tan compleja como la de Mónaco. Sainz se ha encontrado en McLaren un ingeniero con el que ha sintonizado. Porque Tom Stallard ha sido deportista de élite, medallista olímpico de remo, con ocho participaciones en la famosa regata Oxford Cambridge. Allí entendió el papel del timonel: al remero hay que darle la información justa. Ni escasa, porque su cabeza empieza a divagar. Ni demasiada, porque empieza a preocuparse. Para Stallard, un ingeniero de pista es como un timonel: mensajes escuetos al piloto, pero cargados de información. Más si cabe en las calles de Mónaco, donde no hay tiempo ni rectas para respirar.

Entró en juego el equipo. Coche de seguridad. Sainz está viviendo las diferencias con Renault. El año anterior el equipo había machacado su carrera, como también este año con Ricciardo al llamarle tan temprano y arruinar su quinta posición. Pero el piloto español está descubriendo un McLaren más completo en este terreno, con una superior capacidad para valorar y anticipar todo tipo de escenarios. Dejaron a Sainz en la pista y acertaron de pleno. Luego acudieron a Norris.

placeholder Formula One F1 - Monaco Grand Prix - Circuit de Monaco, Monte Carlo, Monaco - May 25, 2019   General view of McLaren's Carlos Sainz Jr. during qualifying   REUTERS Gonzalo Fuentes
Formula One F1 - Monaco Grand Prix - Circuit de Monaco, Monte Carlo, Monaco - May 25, 2019 General view of McLaren's Carlos Sainz Jr. during qualifying REUTERS Gonzalo Fuentes

El británico había dañado sus neumáticos al comienzo de la carrera. El equipo le pidió un ritmo determinado que bloqueara momentáneamente al pelotón perseguidor y a los Toro Rosso, tiempo que resultaría crucial más tarde. Norris se sacrificó para ayudar a Sainz. Llegaron los momentos decisivos de la prueba. El ruso comenzó a volar en 1.16, bajando sus tiempos dos segundos sobre vueltas anteriores para superar a Sainz. El equipo alertó al español de que Kvyat le había le había comido el ‘pit window’ y adelantado virtualmente. El español debía entonces rodar como un poseso si quería salvar su posición. Sainz logró 15.8 la vuelta rápida de carrera hasta ese momento. El equipo había logrado el paso por boxes más rápido de la carrera, parada incluída. Cuando volvió a la pista el ruso estaba prácticamente pegado a su alerón. Literalmente, mantener la posición fue cuestión de par de metros.

"¡What a team! ¡What a team!"

Pero el tema aún no había terminado todavía. El piloto español comenzó a sufrir ‘graining’ con sus neumáticos. Perdía ritmo y Kvyat amenazaba. Si se cuida la goma, el ‘graining’ se limpia más tarde, aunque no era el caso de Sainz. Pero el equipo británico cuenta en sus filas con Hiroshi Imai, un antiguo ingeniero de Bridgestone que sabe leer los neumáticos como un brujo. Imai le pedía a Stallard que tranquilizara a Sainz por la radio: el neumático se iba a limpiar. Pero en Toro Rosso le dieron luz verde a Kvyat para atacar al McLaren, quizás conscientes de sus problemas. Imai tenía razón, el neumático se limpió a tiempo.

"¡Bien hecho, Carlos. Bien hecho. P6. Fantástico pilotaje". "Sí, gran trabajo chicos, yo lo hice con la salida, y vosotros con la estrategia...¡Gracias! ¡What a team! ¡What a team!”. Fue el mensaje que se lanzaron Stallard y Sainz al entrar en meta. Ambos tenían razón. McLaren lo había bordado. “¡Eso es lo que quiero ver en un piloto! ¡Lo de la curva 3 ha sido impresionante!” diría poco después Zak Brown del suyo. Luego llegaría el ‘tuit’ de los ‘cojones’.

Sainz mantenía su marca en Mónaco: cinco grandes premios, siempre en el Q3, siempre en los puntos, siempre por delante de sus compañeros, y con tres monoplazas distintos. Todavía no se ha ido una sola vez contra los raíles. Al día siguiente, en su habitual análisis tras cada gran premio, la página británica Autosport solo otorgaba en sus valoraciones dos dieces: uno para Lewis Hamilton. El otro, para Carlos Sainz.

Jueves, primera sesión de libres del Gran Premio de Mónaco. “Si Carlos se deja el casco puesto, ni te acerques…”. Solo había dado una vuelta, pero Carlos Sainz tuvo que volver prematuramente a su garaje: la batería, una avería larga que podía costar toda la sesión. El piloto se quedó un buen rato oculto mientras intentaba digerir la frustración. La peor noticia en el peor de los circuitos para perderse una primera tanda. Aquella en la que se busca recuperar sensaciones, acumular vueltas, ganar confianza y acercarse poco a poco a los raíles de Mónaco. Efectivamente, se perdió toda la sesión y un tercio del fin de semana, una considerable desventaja respecto a todos sus rivales.

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