La última irreverente locura de Red Bull con la que rompe moldes en la Fórmula 1
Desde su llegada a la Fórmula 1, Red Bull ha querido exhibir su irreverente y rompedora imagen, para lo que ha llevado a sus monoplazas a los lugares más insospechados
Red Bull ha vuelto hacer otra de sus ‘locuras’ con un Fórmula 1, u otra genialidad desde el punto de vista del marketing, según se mire. Esta vez han llevado uno de sus monoplazas al entorno opuesto para el que ha nacido: un puerto de montaña repleto de horquillas y adoquines en Suiza, el Tremolastrasse. Desde Airolo hasta el paso de Gotardo, en cuatro kilómetros se sucedían veinticuatro curvas una detrás de otra, muchas de ellas tan lentas como la más lenta del calendario de F1, la de Loews, en Mónaco.
Desde su llegada a la Fórmula 1, Red Bull ha roto moldes. Si Mahoma no va a la montaña, el fabricante de bebidas austríaco ha utilizado la Fórmula 1 para promocionar su imagen irreverente y rompedora, y nada mejor para ello que llevar a sus monoplazas a los escenarios más insospechados. En una playa de Santo Domingo comenzaron esas 'locuras'.
El único equipo con un Show Car Team
Hasta en el Himalaya
En algunas curvas del Tremolastrasse era casi imposible meter un monoplaza en la curva. Y una salida de pista no suponía irse a una puzolana precisamente. Pero los Alpes se quedaban pequeños en comparación a la experiencia de 2011 en el paso Khardung-La, la carretera más alta del mundo en la que un vehículo puede circular, en la región de Leh (India), a casi 5.359 metros de altura. Red Bull presumió de haber transportado, arrancado y pilotado un Fórmula 1 en el Himalaya. Y por aquello de las montañas, también con otro piloto suizo, Neel Jani.
Otra reciente ‘locura’ fue meter a Max Verstappen en la estación de esquí de Hahnenkamm, en Kitzbühel (Austria), donde el Show Car Team tuvo que hacer filigranas logísticas. Desde la subida a la cima del RB7 de 2011 con un helicóptero, hasta la puesta a punto del motor para afrontar temperaturas de congelación de líquidos a 1.600 metros de altura, usar neumáticos con tacos y rodar con cadenas. Además, Verstappen tuvo que manejar un monoplaza en zonas de pendientes a pesar de haberse diseñado un circuito sobre la nieve para la ocasión.
Misión imposible con Tom Cruise
También rompedora, pero a menos altura, fue la celebración del cuarto título consecutivo de Sebastian Vettel, para lo que el fabricante austríaco subió su monoplaza al helipuerto Burj Al Arab de Dubai, a 210 metros de altura sobre el mar, donde David Coulthard tuvo que hacer unos ‘donuts’, cuando menos delicados, ante el reducido espacio disponible. El piloto escocés también fue protagonista de otro espectáculo en 2011 organizado en el rancho texano del millonario Red McCombs para terminar delante del edificio del Texas State Capitol. El Circuito de las Américas no había sido asfaltado todavía, pero el monoplaza rodó sobre su todavia polvoriento recorrido con temperaturas de casi cincuenta grados.
¿Misiones imposibles para Red Bull? También en 2011, el Show Car Team desplazó doce personas desde Gran Bretaña para que Tom Cruise aprovechara una pausa de la que se filmaba en diciembre de aquel año, aunque para seguir rodando en un F1 con David Coulthard como instructor. El actor probó suerte en el circuito de Willow Springs en California, en una sesión de siete horas para llevar a cabo toda la producción para las 24 vueltas que Cruise dio a la pista. Aquel mismo año, Sebastian Buemi había rodado en un lago helado de Quebec con su monoplaza.
Lima, Beirut, Perth, Ciudad de México, Omán, Ciudad del Cabo, Hong Kong… Red Bull ha visitado infinidad de ciudades y situado un Fórmula 1 en los lugares más insospechados, logrando un extraordinario retorno gracias a su singular mentalidad para salirse del marco de un deporte creativo, pero también tan tradicional en otros aspectos. Seguro que hubo muchos en el paddock espantados en 2010 por la imagen de Jaime Alguersuari rodando con su coche en las arenosas playas de la República Dominicana, un auténtico sacrilegio para los puristas. Llegó a alcanzar los 180 km/h. Era solo el comienzo de las ´locuras’ de Red Bull.
Red Bull ha vuelto hacer otra de sus ‘locuras’ con un Fórmula 1, u otra genialidad desde el punto de vista del marketing, según se mire. Esta vez han llevado uno de sus monoplazas al entorno opuesto para el que ha nacido: un puerto de montaña repleto de horquillas y adoquines en Suiza, el Tremolastrasse. Desde Airolo hasta el paso de Gotardo, en cuatro kilómetros se sucedían veinticuatro curvas una detrás de otra, muchas de ellas tan lentas como la más lenta del calendario de F1, la de Loews, en Mónaco.