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¿Qué diablos han hecho Hamilton y Vettel para que Niki Lauda tenga miedo a esta F1?
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ESTE MUNDIAL ES SÓLO PARA VALIENTES

¿Qué diablos han hecho Hamilton y Vettel para que Niki Lauda tenga miedo a esta F1?

Hamilton y Vettel dieron una exhibición de talento, inteligencia y tenacidad en Bélgica que dejó petrificado hasta a alguien como Lauda. El desenlace de este título va ya camino de la épica

Foto: Vettel aplaude a Hamilton ganar en el Gran Premio de Bélgica. (Reuters)
Vettel aplaude a Hamilton ganar en el Gran Premio de Bélgica. (Reuters)

Hay quien suele llamar 'gladiadores' a los pilotos de Fórmula 1, pero este Mundial de 2017 va camino de dejar el calificativo en paños menores. Y sí, es cierto que la batalla que mantienen Lewis Hamilton y Sebastian Vettel no deja de ser un calco a otras igual de intensas del pasado, véase el duelo Senna-Prost en los años 90 o aquellos de Alonso con Raikkonen y Schumacher. Pero hay un factor de esta temporada que no ha existido últimamente: dos campeones del mundo que ni siquiera a su máximo nivel consiguen ganar cuando quieren. Algo insólito en la historia reciente de la F1.

Hasta ahora era más una sospecha que un diagnóstico de este Campeonato, pero esta carrera de Bélgica lo dejó todo bien claro: Hamilton y Vettel están incluyendo a su batalla por el título unas dosis de talento apenas vistas en la última década. "A mí no me hubiera gustado correr esta carrera: no había margen para nada, de principio a fin, en ninguna vuelta", decía Niki Lauda, todo un tricampeón mundial, describiendo a la perfección este mundial tan asfixiante. Fue Hamilton el que ganó, pero bien podría haber sido Vettel. Cada cual con sus ventajas y desventajas, entre sus coches hay igualdad extrema. Lucharon hasta el último metro... y acabaron físicamente destrozados. Entre ellos juntan siete títulos mundiales. Casi nada. En Spa, hay quien decía que pocas veces se ha visto este nivel de talento en la historia de la F1.

Hamilton y Vettel, una pugna al dedillo

Las cartas de este mundial no estaban tan bien puestas hasta ahora por distintos factores, ya fueran algunas carreras descafeinadas de Hamilton, dudas sobre el coche de Ferrari y un Valtteri Bottas –compañero de Hamilton– que de vez en cuando asomaba la cabeza. Pero Bélgica despejó las tres de un plumazo: Hamilton sacó su brillo cuando más lo necesitaba, Vettel destacó en un circuito regular para Ferrari, y Bottas se cavó su propia tumba con un 5º puesto. Los dos primeros caminan ya solos al título mundial, y la batalla no va a permitir ningún respiro.

El pulso ha sido intenso todo el año, pero ayer alcanzó su apogeo. Los dos pilotaron a la perfección, sin ningún fallo que diera margen al otro. "Esperaba un error de Hamilton", reconocía Vettel. "No me ha dejado tranquilo en toda la carrera", le respondía el inglés, visiblemente desgastado. Fue probablemente una de las carreras que más tuvo que sudar el británico en los últimos años, precisamente porque aún dando el 110% no le dejó tranquilo Vettel en ningún momento. Ambos se superaron a sí mismos y a sus máquinas, de ahí que fueran detalles mínimos los que decantaron la balanza.

Al irse el Safety Car, Vettel y Hamilton iban pegados uno al otro, pero el de Ferrari –metódico y calculador como pocos– ya maquinaba una jugada: coger el rebufo a Hamilton y adelantarle en la largísima recta posterior de 1,3 kilómetros. ¿Pero acaso un tricampeón como Hamilton iba a quedarse de brazos cruzados? Poco después le devolvió la jugada: antes de llegar a esa recta que Vettel tanto ansiaba, el inglés levantó un poco el pie del acelerador. Lo hizo a propósito y con un objetivo: que Vettel se pegara en exceso a la parte trasera de su coche. De esta forma, en vez de ponerse en la posición óptima del rebufo, le hizo coger todo el aire sucio de su coche y perder velocidad. Hamilton lo tenía ya todo calculado, y por esta 'jugarreta' ganó la carrera.

"Si llega a estar un poco más lejos, podría haberme pasado con el rebufo directamente a su coche y es lo que quería, pero yo no se lo he dado. En cuanto subimos hacia la recta y estaba ahí, sentía toda la fuerza del viento igual que yo, así que no tenía ninguna esperanza. Me he quedado muy satisfecho ", contaba Hamilton. A Vettel no le sentó bien y hasta dijo que "podría haber sido peligroso", pero Hamilton supo leerle a la perfección sus intenciones. Y precisamente por ser los dos ya 'perros viejos' de este deporte, todo apunta a que seguirán siendo estas pequeñas cosas las que acaben decidiendo el mundial. Lo de ayer es uno de otros muchos ejemplos, como cuando Hamilton corrió en España sin beber agua, o las noches en vela de Vettel trabajando con sus mecánicos...

¿Cuestión de circuitos, o de talento?

Vettel sigue liderando el mundial sobre Hamilton –ahora por siete puntos–, pero ninguno de los dos es favorito. Ferrari va mejor en los circuitos más revirados, pero este fin de semana optaron a la victoria en un circuito lleno de rectas. Su hándicap real está en las clasificaciones; allá Mercedes se ha sacado de la manga este fin de semana un nuevo ajuste del motor que les empieza a distanciar del resto. Este sábado les metieron más de 2 décimas, pero podrían haber sido cinco si Raikkonen no le llega a dar rebufos a Vettel. Y con unos nuevos coches que además hacen difícil adelantar los domingos, Mercedes tiene aquí una buena baza.

Pero Ferrari también tiene otras cartas. "Su coche es el mejor, el nuestro hace cosas distintas en una carrera y otra. Nos queda trabajo por hacer", decía Hamilton. El hándicap de Mercedes no sólo está donde Ferrari triunfa –circuitos con curvas reviradas–, sino en tener un coche muy rápido pero nada consistente. En las calles de Singapur pueden venirse otra vez abajo, y Toto Wolff ya dejó el aviso. "Es hora de demostrar que no dependemos de cómo sean los circuitos...". Pat Symonds, ex director técnico de la F1, estima que sólo en la siguiente de Italia y en Japón tendrá ventaja Hamilton. En el resto, o igualdad o ventaja de Ferrari. A Mercedes le tocará trabajar duro. "El coche no está donde necesitamos que esté", apuntaba luego Hamilton, reforzando el argumento de que la batalla está aún por decidirse.

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"No he tenido en ningún momento la ocasión de ganar", decía resignado Vettel, haciendo hincapié en cómo la "buena calidad de pilotaje" que está demostrando junto a Hamilton le obliga a alcanzar siempre el '10' en cada carrera. Un metafórico 9.9 se paga ya muy caro, y entre ambos hay un sentido combinado de admiración y desconfianza que engrandece aún más esta pugna. ¿Acaso Lauda, que corrió con la cabeza aún sangrando pocos meses después de quemarse el cuerpo en Nürburgring 1976, exageró cuando decía que "no se atrevería" a correr una carrera como la de este domingo? El testimonio de alguien así lo decía todo.

Hay quien suele llamar 'gladiadores' a los pilotos de Fórmula 1, pero este Mundial de 2017 va camino de dejar el calificativo en paños menores. Y sí, es cierto que la batalla que mantienen Lewis Hamilton y Sebastian Vettel no deja de ser un calco a otras igual de intensas del pasado, véase el duelo Senna-Prost en los años 90 o aquellos de Alonso con Raikkonen y Schumacher. Pero hay un factor de esta temporada que no ha existido últimamente: dos campeones del mundo que ni siquiera a su máximo nivel consiguen ganar cuando quieren. Algo insólito en la historia reciente de la F1.

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