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Cuando ni un brazo casi roto puede con Kubica. ¿Vuelve "el mejor piloto de la F1"?
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RENAULT LE PONE EN LAS QUINIELAS

Cuando ni un brazo casi roto puede con Kubica. ¿Vuelve "el mejor piloto de la F1"?

Kubica hizo un test recientemente, sorprendió a Renault y la próxima semana volverá a subirse al coche. Si confirma que el accidente de 2011 no le arrebató su talento, podría volver en 2018

Foto: Kubica, sonriente en su test con Renault. (Foto: @RenaultSportF1)
Kubica, sonriente en su test con Renault. (Foto: @RenaultSportF1)

Cualquiera que le viera hoy no pensaría que es un piloto, quizá porque la metáfora de Robert Kubica es más bien digna de un soldado de guerra. Llegó a la élite embutado de medallas, las suyas por ser el único polaco que conseguía ganar batallas en circuitos de toda Europa. Solía lucir con orgullo una en especial, la del Gran Premio de Canadá de 2008, que ganó de forma épica. Porque así como el talento de Robert no entendía de lógica, su vida tampoco. Aún resulta desgarrador que alguien destinado a ser la estrella de Ferrari, el más alto rango de este deporte, cayera herido compitiendo en un Rally en 2011. Se rompió la mano derecha y todavía le cuesta moverla, pero los grandes guerreros siempre luchan por su causa, tengan 18 o sus avanzados 32 años. Y Robert, por fin, está a punto de volver a la suya.

Foto: Carlos Sainz, durante su vuelta de clasificación en Mónaco. (EFE)

Coger un arma de la F1 requiere una fortaleza física al máximo. Y no va a ser tarea fácil para Kubica, pero hablar de que la ilusión mueve montañas se queda corto para alguien que apenas 19 meses después de su accidente decidió subirse de nuevo a un coche. Han pasado ya cinco años, y Robert ha tenido que remontar desde el rango más bajo. Pasó varios años en los 'malditos' Rallies y volvió hace poco a los monoplazas. Probó un Fórmula E, un GP3 y adelgazó 10 kilos antes de subirse a un Renault en un test privado en Cheste (Valencia). Robert se sentía ya preparado para volver. Sólo le quedaba demostrarlo. Y en efecto, dejó a todo su equipo impresionado. El próximo martes, volverá a hacer otro test en Hungría. La vuelta en 2018 del que Fernando Alonso consideró "el mejor piloto de la F1" es cada vez más posible.

"Kubica está diseñado para ser un grande"

Aquel día "mágico" no fue más que el primero de los tres pasos en los que Kubica llevaba trabajando desde su accidente en 2011. Porque aún con el brazo magullado, en todas las entrevistas decía que la F1 seguía siendo su objetivo último y que algún día conseguiría volver, por muy difícil que se terciara. Y precisamente por creer tan fehacientemente en sí mismo ha conseguido entrar ya en las quinielas, porque siempre ha tenido bajo el brazo un talento que no nunca han olvidado los aficionados de la Fórmula 1. En el GP de Bélgica, por ejemplo, se siguen desplegando pancartas apoyándole aunque ya no corra. Y si uno cruza el charco hasta Michigan (EEUU), con una amplia comunidad polaca, es visto como un héroe nacional. Y es que Robert, juicios aparte, no es un piloto cualquiera.

"Está diseñado para ser un grande", contaba Alan Permane, uno de los artífices de su vuelta, mientras le veía rodar al límite en Cheste. A los ingenieros les hablaba del coche como si se subiera a él todos los días, explicaba cada problema al más mínimo detalle y hasta se llegó a quejar de que el motor no tenía toda la potencia que quería para sentirse al máximo. Al otro piloto, Sergey Sirotkin, le metió seis décimas. Con este panorama, no es de extrañar que Renault quiera darle otra oportunidad. Porque aunque lo digan con la poca pequeña, ellos también parecen anhelar su vuelta. A Permane, de hecho, se le iluminaba la mirada mientras recordaba aquel día sus vueltas mágicas de 2010. ¿Podría repetirlas en un eventual retorno en 2018? Una cosa es poder manejar un F1... y otra hacerlo al máximo nivel.

Foto: "Es verdad. Es realmente Robert #Kubica. De vuelta en uno de nuestros coches después de seis años", indicó Renault en su Twitter. (Foto: @RenaultSportF1)

El test de la próxima semana es perfecto para probarse a si mismo, pero Kubica no tiene todas consigo. Empezando por la movilidad de la mano, algo crítico en una nueva etapa de la F1 que requiere mover ruedas en el volante de forma continua. "Es obvio que tiene limitaciones físicas", apuntaba Permane a 'Autosport'. En principio, ahí termina su único (y gran) hándicap, porque el resto lo solventa a base de talento y tenacidad. "Sólo él sabe cuánto le pueden limitar: en 2010 pilotaba el coche a una mano porque tenía que usar la otra para tapar el agujero del F-Duct...". El primer paso ya lo dió en Cheste, y nada sugiere que no vaya a dar el segundo con éxito la próxima semana. El tercero y último dependerá ya de Renault... y si se 'atreve' a rescatarle en sus filas.

¿Un (bendito) problema para Renault?

Sólo su jefe Cyril Abiteboul puede despejar esa duda, y hasta ahora no ha querido hacerlo. Pero en las últimas semanas ha habido un cambio de discurso: si después del primer test negó que Kubica iba a volver a la F1, en Silverstone dijo que "es muy rápido y tiene el entusiasmo de siempre", ya sin ocultar sus opciones para 2018. Renault planteó esas pruebas para "ayudarle" a recuperar la forma, pero no se imaginaban que se encontrarían al Kubica 'de siempre'. En Hungría se medirá ya con pilotos de la parrilla actual y un coche de 2017, dos índices perfectos para ratificar lo que muchos ya sugieren en el 'paddock': la posibilidad de que vuelva, poco a poco, se torna más realista.

placeholder Kubica, durante su test en Cheste. (Foto: @RenaultSportF1)
Kubica, durante su test en Cheste. (Foto: @RenaultSportF1)

Para Renault, tenerle llamando a la puerta sería un (bendito) problema. Porque una decisión así nunca es sencilla. ¿Y si Kubica se viniera abajo con las exigencias de un mundial completo, más aún con alguien tan talentoso como Nico Hülkenberg a su lado? Hay más temas, desde los apaños que necesitarían para que pudiera mover bien la mano derecha, la dinámica interna del equipo y hasta un posible rechazo a Carlos Sainz, a quien siguen la pista desde 2016. No sería fácil, pero puede merecer la pena: al final, fue el propio Kubica quien más se creyó que toda esta historia tendría un final feliz. Hace sólo unos meses, nadie se la planteaba ni en sueños.

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Toto Wolff, jefe de Mercedes, cuenta una anécdota curiosa sobre Kubica. "Hace años, estaba haciendo la Mille Miglia (una carrera) con Aldo Costa. Paramos en un pueblo y mucha gente nos pedía selfies. Un tipo me dijo: 'Por favor, ¡un selfie!' Miré y era Robert. Le pregunté qué hacía ahí y luego nos fuimos a una cafetería". Ambos se conocen bien, hablan en polaco y Wolff reconoce que "se merece volver por ser uno de esos talentos que no pudo demostrar de qué era capaz". Con un brazo medio inmóvil, lleno de magulladoras y lesiones, siete años de 'retraso' y una edad que tampoco ayuda, Kubica no sólo quiere volver a la F1, sino ratificar lo que dijo Alonso hace unos años. Ya lo decía un amigo suyo en Cheste. "Mírale la cara y los gestos que pone...". Corra o no en 2018, Kubica ya ha vuelto.

Cualquiera que le viera hoy no pensaría que es un piloto, quizá porque la metáfora de Robert Kubica es más bien digna de un soldado de guerra. Llegó a la élite embutado de medallas, las suyas por ser el único polaco que conseguía ganar batallas en circuitos de toda Europa. Solía lucir con orgullo una en especial, la del Gran Premio de Canadá de 2008, que ganó de forma épica. Porque así como el talento de Robert no entendía de lógica, su vida tampoco. Aún resulta desgarrador que alguien destinado a ser la estrella de Ferrari, el más alto rango de este deporte, cayera herido compitiendo en un Rally en 2011. Se rompió la mano derecha y todavía le cuesta moverla, pero los grandes guerreros siempre luchan por su causa, tengan 18 o sus avanzados 32 años. Y Robert, por fin, está a punto de volver a la suya.

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