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El curioso caso de Pascal Wehrlein, o cómo una lesión nunca tuvo tanto misterio en la F1
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no corrió en australia ni lo hará en china

El curioso caso de Pascal Wehrlein, o cómo una lesión nunca tuvo tanto misterio en la F1

Dos meses después de tener un "leve" accidente, Wehrlein afirma no estar físicamente listo para correr. La historia está llena de incongruencias, e incluye hasta un pulso entre Ferrari y Mercedes

Foto: Pascal Wehrlein, en los libres del GP de Australia. (EFE)
Pascal Wehrlein, en los libres del GP de Australia. (EFE)

“Me queda mucho que aprender, pero estoy listo para correr con Mercedes”. Pascal Wehrlein sonaba como candidato ideal a sustituir a Nico Rosberg, y en Alemania le veían como la nueva ‘estrella’ de la Fórmula 1. Pero en enero recibió dos golpes que le han convertido en el gran ‘estrellado’ del año: uno psicológico cuando se anunció el fichaje de Valtteri Bottas, y otro físico tras sufrir un fuerte accidente en la Race of Champions. Lo que en su momento era un “leve dolor” está empezando a truncar una trayectoria deportiva meteórica. Entre poder luchar por el título de 2017 a no haber debutado aún con Sauber se esconde una historia que nadie entiende.

Wehrlein se ausentó en los primeros test de Barcelona por precaución médica, pero rodó la semana siguiente sin problemas y ya no tenía dolor en la espalda. La FIA revisó su condición física y le dio luz verde para correr en el GP de Australia. Pero ahí volvieron las problemas. “No estoy listo para completar una carrera entera”, dijo tras los entrenamientos libres. La Federación no vio nada extraño cuando le hicieron las pruebas, pero Wehrlein ya ha anunciado que tampoco disputará el próximo GP de China. Los motivos de fondo aún no han quedado claros. ¿Qué hay detrás de aquel “leve” accidente?

Una historia llena de inconsistencias

La clave no parece estar tanto en el dolor de espalda, sino en todas las horas de entrenamiento que perdió mientras se recuperaba del accidente. En 2017, la mayor exigencia física de los coches ha obligado a los pilotos a emplearse a fondo. Sin una buena preparación, soportar los extremos de hasta 8 fuerzas G en las curvas resulta imposible. Wehrlein ya dejaba algunas pistas. “No he podido entrenar todo lo que necesitaba”, comentó con la boca pequeña. La distancia de 1,5 segundos que le endosó su compañero Marcus Ericsson en los Libres 1 empezaba a cobrar sentido. ¿Estaba Wehrlein tirando la toalla con estos coches?

Sauber entró en una situación rocambolesca. En el paddock se empezaba a dudar sobre la profesionalidad de Wehrlein mientras su sustituto, Antonio Giovinazzi, se ganaba todos los vítores con una brillante 13º posición. Algunos como Mark Webber fueron muy duros con el alemán. “Ha escudado su ausencia diciendo que no estaba en forma, eso no está bien”. El rumor de que Giovinazzi podría ser titular durante todo el año empezó a difundirse. Monisha Kaltenborn, la jefa de Sauber, se puso a la defensiva. “Es desagradable que gente sin competencia juzgue así a Wehrlein. Hay que apreciar su honestidad”. Aunque intentaran salvarle la cara, Wehrlein pudo haber cavado su propia tumba cuando reconoció su mal estado físico.

En cualquier caso, quedan varias dudas en el aire. En los primeros test, Wehrlein dijo que los médicos le pidieron guardar reposo para no forzar la espalda. Ya sin molestias, parecía rodar sin problemas en la segunda tanda. Pero si luego en Australia reconoció que todavía no estaba listo para aguantar la exigencia física del coche con sólo 15 días de entrenamiento, ¿por qué no dijo lo mismo en los test, cuando acababa de recuperarse de la lesión y ni había tenido tiempo para ir al gimnasio? Así como el propio caso es extraño, las versiones del piloto tampoco acaban de encajar.

Ferrari, la gran beneficiada

Lo único evidente es que Ferrari ha hecho una jugada maestra con Giovinazzi, su tercer piloto y gran apuesta para el futuro. En cuanto Wehrlein se mostró indispuesto en los test, Ferrari le sentó en el Sauber haciendo uso de su autoridad como suministrador de motores. Si en pretemporada ya dejó muestras de talento, en Australia remató la faena y se ganó a pulso su continuidad en China. Es probable que también corra en Baréin, y no se descarta que vuelva a la acción en Rusia. En Ferrari pueden respirar aliviados: si Kimi Räikkönen no sigue en 2018, ya hay alguien con potencial cualificado para brillar.

Y en el otro flanco, Mercedes parece la gran perjudicada. Su baza es idéntica a la de Ferrari: dejar que su joven promesa gane experiencia antes de saltar al equipo oficial. Pero con el accidente de por medio, los italianos han ocupado con Giovinazzi ese terreno de preparación que tan importante era para el futuro de Wehrlein. Y a modo de anécdota, Ferrari le pidió antes de los test que retirara de su casco la imagen de la estrella de Mercedes. Evidentemente, no querían que sus motores lucieran junto al logo de la competencia. De algún modo, esta historia también ha sido terreno de batalla entre los dos grandes de la Fórmula 1.

Aquí no sólo se cuenta con intereses políticos, sino también personales, y Wehrlein se ha ganado mala fama en el paddock por su mal temperamento y unas reacciones demasiado explosivas con los ingenieros. Se desconoce hasta qué punto han influido esta serie de factores, pero visto el ambiente tan misterioso que rodea el caso, nadie se atreve a descartar ninguna hipótesis. De momento, es Giovinazzi quien pilota en su coche. Y no se sabe hasta cuándo lo hará.

“Me queda mucho que aprender, pero estoy listo para correr con Mercedes”. Pascal Wehrlein sonaba como candidato ideal a sustituir a Nico Rosberg, y en Alemania le veían como la nueva ‘estrella’ de la Fórmula 1. Pero en enero recibió dos golpes que le han convertido en el gran ‘estrellado’ del año: uno psicológico cuando se anunció el fichaje de Valtteri Bottas, y otro físico tras sufrir un fuerte accidente en la Race of Champions. Lo que en su momento era un “leve dolor” está empezando a truncar una trayectoria deportiva meteórica. Entre poder luchar por el título de 2017 a no haber debutado aún con Sauber se esconde una historia que nadie entiende.

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