Carlos Sainz da la nota en Brasil y graba su nombre entre los elegidos de la Fórmula 1

“¡La lluvia llegó y lo hicimos! ¡P6 en una de las carreras mas difíciles de mi vida! Luchar con coches que ayer (sábado, en clasificación) me sacaban 2 segundos, ¡lo mejor!”. Carlos Sainz no ocultó que el segundo GP de Brasil de su vida fue uno de los retos más duros sobre un monoplaza. Salía decimoquinto y cruzó la línea de meta sexto con un Toro Rosso en el que el desgaste de sus neumáticos le privó de defenderse como hubiera querido a final de carrera, aunque ello no le condujo aerror alguno. Brilló sobre el agua y, otra vez, hizo necesario recordar que es sólo su segunda temporada en Fórmula 1 y que pilota el séptimo coche de la parrilla para poner en contexto su sorprendente e impecable resultado.

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Grosjean, Ericsson, Raikkonen, Massa, Verstappen, Rosberg, Alonso, Vettel y Palmer fueron pilotos que sufrieron en algún momento de la carrera algún susto con su monoplaza por su pilotaje. Salvo en el caso de Palmer -quien directamente impactó contra Kvyat- el resto de los pilotos mencionados tuvieron un trompo, salida de pista o derrape por pisar donde no debían a una velocidad inadecuada. Sainz fue uno de los tres pilotos de cabeza -junto con Hamilton y Pérez- que cometió cero fallos este domingo. Y gracias a ello llegó a la última vuelta por delante de Hulkenberg y Ricciardo, quienes venían con gomas más frescas y tenían mejores coches. Sainz sacó los codos y defendió como pudo sus 8 puntos durante los últimos cuatro kilómetros de la prueba (algo que no pudo hacer en las tres vueltas previas, cuando le pasó el avión de Verstappen y el Ferrari de Vettel).

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“Otro sexto lugar que no esperábamos”, reconoció Sainz cuando se bajó de su monoplaza en Interlagos. En el guion para la vuelta del verano estaba escrito que el Toro Rosso, con un motor Ferrari caducado de 2015, debía sufrir para acercarse a los puntos. Efectivamente, el sábado sufrió y terminó en decimoquinto lugar, pero la lluvia llegó e igualó algo los monoplazas para que las manos del piloto cobraran mayor protagonismo. El resultado final de Sainz tan inesperado como el que cosechó hace poco en Austin, donde tampoco estaba escrito terminar tan arriba o el sábado de México, donde una Q2 tan soberbia como la de EEUU le brindó salir entre los diez primeros.

“Otro pilotaje que construye una carrera”

“La lluvia y Carlos Sainz siempre son buenos compañeros y se ha comprobado hoy. Otro pilotaje que construye una carrera”. Los piropos proceden de Peter Windsor, un reputado y experimentado periodista inglés de Fórmula 1 que apunta al hecho de la fase de desarrollo en la que aún se encuentra Sainz. Su exhibición de Brasil ha llegado en su gran premio número 39 en la F1 y es otra prueba más de por qué Renault le quiere para su prometedor proyecto y por qué Red Bull no le quiere soltar como recambio de garantías para el primer equipo, “nunca sabes lo que puede pasar en un deporte tan peligroso como este”, argumentó recientemente Helmut Marko para explicar el motivo por el que se retenía al español en Toro Rosso.

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Sainz cambió las normas de la escudería de Faenza al renovarle su contrato antes del verano, un movimiento como consecuencia de su extraordinario rendimiento (casualmente) desde el día que Verstappen abandonó Toro Rosso en el GP de España. Allí Sainz finalizó sexto y después encadenó cuatro octavos puestos y un noveno (otro abandono por fallo mecánico) en las siguientes seis pruebas. El trabajo de 2016 parecía hecho puesto que mientras sus rivales iban a ir mejorando el rendimiento de su motor, el de Toro Rosso seguiría siendo el mismo de la temporada anterior. Y, por sorpresa, llega el sexto puesto de EEUU y este de Brasil.

Prost y estar “en el lugar y momento adecuado”

En estos últimos seis meses ha barrido tanto el sábado como el domingo a su compañero incluyendo este domingo en el que partía justo por detrás del ruso (Kvyat finalizó decimotercero). Si éste tuvo su oportunidad en el primer equipo de Red Bull, ¿no la merece Carlos Sainz con los resultados en la mano? El problema es, como reconoce el propio piloto de 22 años, que el equipo energético confía a corto, medio y largo plazo en la pareja de pilotos actual y la puerta está cerrada a cal y canto, sin intenciones de poner una fecha de apertura. “No puedo esperar toda mi vida”, contestó Sainz el pasado mes ante esta compleja situación sabiendo que los éxitos profesionales de un piloto de F1 responden “estar en el lugar adecuado en el momento adecuado”, como indicó Alain Prost (Renault) recientemente en referencia al futuro de Sainz.

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A finales de 2015 Franz Tost reconoció que era “injusto comparar” los resultados de Sainz con los de Verstappen porque el español había sufrido los domingos más problemas mecánicos que el holandés. Los sábados, sin embargo, hubo un empate que sí servía para medir que el madrileño no estaba tan lejos del apodado “nuevo Senna”. Mediáticamente, Verstappen arrasó como lo está haciendo ahora con Ricciardo, que finalizó octavo en Interlagos. La sombra de Verstappen ha sido más alargada este año en España (victoria) y Brasil, donde Sainz ha cosechado dos de sus cuatro mejores carreras del año (las otras son Mónaco y EEUU) y quizás perjudique mediáticamente los intereses de Sainz, pero la realidad es que ambos pilotos dieron la nota en Brasil y están grabando a fuego sus nombres en el futuro de la F1. A día de hoy no se entiende la próxima década de la Fórmula 1 sin Verstappen, al igual que tampoco se entiende sin Sainz.