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La vida en un Fórmula 1: "Una maratón con zapatillas dos números más pequeños”
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Mark webber lo cuenta en su autobiografía

La vida en un Fórmula 1: "Una maratón con zapatillas dos números más pequeños”

El australiano cuenta numerosos detalles sobre las experiencias que los pilotos sufren, soportan y disfrutan dentro de una máquina que es como un "avión de combate".

Foto: Mark Webber en el GP de Brasil. (Carlos Villalba/EFE)
Mark Webber en el GP de Brasil. (Carlos Villalba/EFE)

“Has estado fijado a tu asiento durante mucho tiempo, en medio de una tormenta de sonido y vibraciones…”, “todos tus sentidos están, o severamente limitados, o bajo asalto continuo, en un espacio que ocupas es muy pequeño y tremendamente caluroso”. ¿Cómo es la increíble experiencia sensorial y física de un piloto dentro del habitáculo de un Fórmula 1?

Mark Webber intenta ofrecernos una fascinante aproximación a un mundo de brutales sensaciones y experiencias físicas en su autobiografía (“Aussie Grit: my Formula 1 journey”), “metido en este pequeño infierno, si todo va bien, durante dos horas. Estás aislado, y muy lejos de ser algo espléndido…”. Aprieténse bien los cinturones.

"Un animal que quiere arrancarte brazos y cabeza"

Antes de nada, el piloto australiano nos pone en situación. “Un coche de carreras está concebido para la velocidad, no para el confort. El piloto no entra en él, se inserta, se integra como el componente vivo de la máquina”. Porque solo cabe su cuerpo en esta pequeña cápsula de un “avión de combate”. “Nuestro trabajo es mantenerlo (al monoplaza) en su límite absoluto y pasar las curvas lo más rápido posible. Pero este animal debajo nuestro intenta arrancarnos los brazos de las articulaciones y la cabeza sobre los hombros”

“El espacio es realmente pequeño en torno a tus rodillas, es como estar sentado en una bañera antigua con tus pies más alto que tu espalda”, explica Webber, "no te puedes mover, excepto los pies, manos y brazos”. Los pedales están moldeados en torno al botin, "para comodidad y para contrarrestar las excesivas vibraciones. Lo último que necesitas es que se resbale el pie del pedal a alta velocidad en medio de una carrera”.

Abrir la boca para que no se te mueva el casco

La cabeza y el casco es la única parte que sobresale al exterior de esta 'cápsula'. “Está totalmente ajustado, y tu visión está confinada a lo que ves a través de esa boca de buzón de correos que es la apertura, con dos espejos retrovisores del tamaño de dos sellos de correos”.

Pero el casco también tiene sus problemas e incomodidades. “Recibe un buen vapuleo, especialmente si estás al fondo de la parrilla, con trozos de goma. Solía apoyar el casco contra el reposacabezas porque así podía mover un poco la cabeza dentro del casco”. Dentro de su personalización, las correas son estándar y no siempre encajan al piloto. “En pistas rápidas como Monza, a Newey no le gustaba poner un deflector delante del habitáculo por sus efectos aerodinámicos, así que tenía que abrir la boca para contrarrestar el efecto del aire en el casco, que lo llevaba hacia arriba y hacia atrás. Acababa con dos rozaduras bajo el cuello”.

Daños en la parte más sensible de tu anatomía

El asiento o ‘baquet’ sí que está totalmente ajustados para las dimensiones personales. “Los cinturones de seguridad acentúan esa sensación (de aislamiento y angostura) y tienen seis puntos de anclaje en el centro. Y de lo que mucha gente no se da cuenta es que si no tienes cuidado con los bordes del cinturón, te pueden pellizcar, ya que son muy afilados, especialmente en las zonas más sensibles de la anatomía”

Los cinturones se aprietan enormemente. “Por dos razones: una, para sujetarte en el caso de lo que llamamos un ‘golpazo’”, explica con ironía, “la segunda, menos obvia, es para eliminar la fatiga muscular derivada de intentar mantenerte bien sentado sin cinturones. Tienes que ser un componente fijo de la máquina. Recuerdo que cuando gané en la Fórmula 3000 en Imola, lo hice tomando calmantes para aguantar el dolor de una costilla rota por la fuerza lateral soportada en un reciente test anterior con el Benetton de Fórmula 1”.

El olor de la hierba cortada cuando alguien se sale

Se acerca el momento de la carrera. Cuando te has bajado la visera y conectado el tubo de la bebida, “la sensación de aislamiento y estar encerrado es todavía mayor. Y con ello viene el estrés y el aumento del ritmo cardíaco, que se eleva por la presión sobre tu caja torácica. No puede respirar como lo haces estando de pie o montando en una bici, estás en una posición muy diferente".

Encerrado en tan sofisticada jaula, el piloto espera el semaforo verde. “Sientes como sube el ritmo del corazón. En reposo y en forma tengo cuarenta pulsaciones, y alcanza los 120 en la salida, y lo máximo que he grabado son 182. Una gran parte de ello es la simple adrenalina”.

“Cuando se arranca, se desata un infierno en tus oidos, primero, por el sonido de tu motor gritando ya en modo carrera”. Un piloto, encerrado y aislado en los confines de su pequeña jaula, con los sentidos en pleno asalto, el corazón a tope, “ves cómo todas sus sensaciones se intensifican, y si alguien se sale de la pista, incluso puedes llegar a oler la hierba cortada antes de que llegues a la escena".

Bajo la lluvia, no sabes dónde estás

En esta posición, ¿cómo se desenvuelve el piloto hacia su entorno? “Los ojos no te pueden decir tanto, la línea de la mirada está al nivel de las rodillas, así que la sensación de velocidad es mucho más acusada desde donde vas sentado, y es difícil elegir la trayectoria". “La visión, ya de por sí muy restringida por nuestros cascos, es incluso más recortada por los elevados laterales del monoplaza", asegura. “Te lo creas o no, no puedo ver mi alerón delantero cuando estoy en el habitáculo, y es peor todavía cuando llueve”.

Entonces, escuchando a Webber, se comprenden mejor las dificultades de los pilotos bajo la lluvia. “Tu visibilidad es, virtualmente, nula, de modo que tienes que tomar microdecisiones constantemente. No puedo pensar en ningún otro deporte, quizás las motos, donde se requiera tanta concentración y donde tu visibilidad sea tan severamente puesta a prueba a tales velocidades”.

El grado de ‘ceguera’ y desorientación en las que se desenvuelve el piloto solo se entienden al escucharle. "De vez en cuando, ves una referencia entre la cortina de agua, un cartel o algo que te de un cierto contexto. Buscas carteles, o señales de dónde puedes estár exactamente en un circuito de 5 kilómetros. Tu visión se reduce a solo donde estás sentado, y conseguir información del lateral, a 20 metros de donde estás, es mentalmente agotador”.

"Lo único que quieres es salir"

Mark Webber también habla de los estados de trance que se logran al volante, pero también de la dureza de la experiencia. “Es tan duro desconectar después de una carrera… Has estado fijado durante mucho tiempo en medio de una tormenta de sonido y vibraciones, con tus niveles de concentración increíblemente altos mientras procesas información que te llega y cambia a cada metro de terreno que cubres. Lo único que quieres es salir”.

Entonces, qué es una carrera dentro del habitáculo de un Fórmula 1: “Cómo correr una maratón con zapatillas dos números más pequeños”.

“Has estado fijado a tu asiento durante mucho tiempo, en medio de una tormenta de sonido y vibraciones…”, “todos tus sentidos están, o severamente limitados, o bajo asalto continuo, en un espacio que ocupas es muy pequeño y tremendamente caluroso”. ¿Cómo es la increíble experiencia sensorial y física de un piloto dentro del habitáculo de un Fórmula 1?

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