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La Fórmula E o cuando el mismísimo Alain Prost te enseña su monoplaza eléctrico
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La Fórmula E o cuando el mismísimo Alain Prost te enseña su monoplaza eléctrico

La Fórmula E termina este domingo en Londres su segunda temporada. ¿Cómo se vive por dentro el certamen de monoplazas eléctricos? ¿Tiene futuro?

Foto: Daniel Abbot en la salida del pasado e-Prix de Berlín.
Daniel Abbot en la salida del pasado e-Prix de Berlín.

Tras haber asistido a decenas de grandes premios de Fórmula 1 y otros eventos automovilísticos a lo largo y ancho del planeta durante los últimos 30 años, uno llega a pensar que ya está de vuelta de todo. Pero siempre se descubre algo nuevo. El próximo fin de semana está a punto de terminar en Londres la segunda edición de la Fórmula E, el certamen de monoplazas eléctricos, y nada mejor que conocer de primera mano este singular campeonato.

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Cuando me ofrecieron la posibilidad de asistir a un evento de la recién creada competición eléctrica recibí la oportunidad con inusitada ilusión, pues sabía que sus organizadores habían creado una pequeña revolución en la forma de entender el automovilismo, y no solo por el uso de la propulsión eléctrica en sus monoplazas, sino porque también han tomado el camino de alejarse del tradicional concepto de prueba deportiva para acercarse a la del ‘evento’. Así que decidí que el e-Prix (que así se llaman) de mi ‘debut’ como espectador iba a ser en Berlín.

Lo primero que sorprende es el silencio

Como es bien sabido, una de las características diferenciadoras de la Formula E es que todas las pruebas tienen lugar en circuitos urbanos específicos, acercando la prueba a sus potenciales espectadores y facilitando enormemente la logística de los patrocinadores (la moda ahora es llamarles ‘partners’) a la hora de trasladar a sus invitados al circuito. En el caso de Berlín, la mayoría de los asistentes podíamos desplazarnos andando desde nuestros hoteles al paddock en cuestión de minutos.

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Al contrario que la mayoría de eventos de automovilismo que se disputan de viernes a domingo, la Formula E se disputa íntegramente el sábado, conformando un acontecimiento compacto e intenso, sin apenas tiempos muertos como a menudo sucede en otras pruebas.

Cuando uno llega al circuito, lo primero que le sorprende es el silencio reinante aunque se esté disputando una tanda de entrenamientos libres y los monoplazas no dejen de entrar y salir de boxes. Es realmente chocante y cuesta reprogramar nuestro cerebro para romper la asociación ‘monoplaza-ruido’, bien anclada en el mismo desde la infancia.

Sorprende también el ambiente relajado que se respira en el paddock y en los boxes. Nada que ver con el estrés constante en el que parecen vivir todos los habitantes del paddock de Formula 1, empezando por el ‘truckie’ que ejerce funciones de limpia-llantas, y por supuesto, acabando con pilotos e ingenieros. En el paddock de Formula 1 todo el mundo se mueve muy deprisa. En la Formula E el ambiente es muchísimo mas relajado.

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Como ejemplo, la situación que viví en primera persona: visitando el box de Renault eDAMS, charlaba con uno de los dos máximos responsables del mismo, Jean Paul Driot, que me explicaba las distintas evoluciones técnicas e incluso pequeños ‘secretos’ de su monoplaza. En un momento dado, se nos unió nada más y nada menos que el mismísimo Alain Prost quien, también accionista del equipo, al preguntarle cómo controlaban los distintos parámetros del monoplaza en pista, no dudó en llevarme a la parte trasera del box para seguir con la explicación, donde varios ingenieros miraban concentrados las pantallas de sus ordenadores. No me imagino una situación similar en la Formula 1.

Más cerca del espectador

En general, el organizador persigue acercar el evento al espectador, tanto en el circuito como a quien lo sigue por televisión. Por ejemplo, con el ‘fan boost’, que permite a los telespectadores votar por sus pilotos favoritos y proporcionarle unos kw extra de potencia en una fase de la prueba. O las ‘hot laps’ al circuito, vueltas que se dan a invitados a bordo de BMW i8 por parte de pilotos profesionales. Otro tema novedoso es la conexión en directo con los pilotos en pista durante la presencia del coche de seguridad con el fin de conocer de primera mano sus impresiones.

La Fórmula E hace un uso intensivo de las redes sociales y también ofrece acceso libre a resúmenes de las distintas pruebas a través del canal del organizador en YouTube. El acceso a la parrilla de salida ( en contra de la opinión de la FIA, parece ser) es casi masivo. En mi caso concreto además, tuve la oportunidad de reconocer el circuito y probar uno de los BMW i8 con especificaciones de Coche de Seguridad.

Demasiados mercados en blanco

La Fórmula E es un campeonato todavía joven, y existen algunas áreas a mejorar. Sin conocer los estados financieros del ‘Formula E Championship’, y viendo el ‘tinglado’ que montan, se presume que, a punto de acabar su segunda temporada, todavía tengan un flujo de caja negativo. Por ello, su estabilidad económica a largo plazo debe pasar por una implantación lo más global posible.

En este sentido, las carreras están bien distribuidas en las distintas áreas geográficas. Sin embargo, la lista de pilotos (de gran calidad, por cierto), está excesivamente concentrada en Centroeuropa y Brasil, mientras que al día de hoy no hay representantes norteamericanos, nórdicos, del sur de Europa, japoneses o australianos. Demasiados mercados clave en blanco. Aquí el organizador debe trabajar dentro de sus posibilidades si no quiere acabar como Dorna con su Moto GP, que ha descuidado este punto, centrándose casi exclusivamente en sus mercados ‘core’ y haciendo que por momentos su campeonato parezca un Open de España o Italia más que un verdadero Campeonato del Mundo.

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La Fórmula E es un campeonato creado en y para el siglo XXI, que usa nuevos medios y tecnología a su alcance para llegar al máximo número de espectadores. Seguro que otros certámenes más asentados (y no miro a nadie…) podrían tomar nota de algunas de estas innovaciones, o simplemente, de la filosofía del mismo.

Tras haber asistido a decenas de grandes premios de Fórmula 1 y otros eventos automovilísticos a lo largo y ancho del planeta durante los últimos 30 años, uno llega a pensar que ya está de vuelta de todo. Pero siempre se descubre algo nuevo. El próximo fin de semana está a punto de terminar en Londres la segunda edición de la Fórmula E, el certamen de monoplazas eléctricos, y nada mejor que conocer de primera mano este singular campeonato.

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