Sainz se subió al 'podio' y lloró: "Yo ya he llevado a mi María de Villota personal..."

“Carlos era un niño, pero no era un novato. Me reuní con él, lo primero, para saber si realmente quería ser piloto o era una de esas cosas que hacemos los padres, lo que queremos que sean nuestros hijos” (Emilio de Villota), “…Me acerco al Jarama y me siento a charlar con ella. Le digo que necesito meterme en el programa de jóvenes pilotos como sea. Cogen y me suben en un Fórmula con 13 añitos y María me empieza a dar las primeras vueltas y primeras clases. Y voy detrás de ella. Para mí esas primeras vueltas en un monoplaza es un sueño hecho realidad. Imaginaos para mí, desde los 3 años quise ser piloto de Fórmula 1, -no de rallyes- para desgracia de mi padre. Esas… 10 o 20 vueltas que di detrás de María las tengo guardadas como oro en mi mente. Desde entonces mantengo una relación tremenda con ella”. Carlos Sainz, en presencia de su padre y el padre de María -con alguna lagrima en sus ojos-, fue nombrado embajador del Legado María de Villota. Ya lo era antes, pero este miércoles, en el Consejo Superior de Deportes, se oficializó.

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Esa primera toma de contacto con coches de competición, tanto con un monoplaza como con un turismo, se produjo hace ocho años, dos semanas antes de que tuviese una prueba para entrar en el programa de Red Bull. Las explicaciones, primero de María y luego de Emilio (hijo), sirvieron para que el por aquel entonces llamado Carlitos, subiera un escalón clave en su carrera profesional.

“He conocido a dos Marías. Yo conocí a una María antes del accidente, la forofa de los coches, la encantaban los coches , no hacíamos otra cosa que hablar de coches. Y luego, la conozco después del accidente, y veo una persona muy diferente -obviamente igual de simpática y con la misma sonrisa, pero que me empieza a inculcar unos valores y unos ejemplos que jamás creí que una persona tan cercana podía llegar a pensar de una manera tan abierta”, explicaba, con la voz entrecortada, el madrileño que viene de hacer un sexto puesto en el GP de España y un octavo en Mónaco. Esa segunda María hablaba de la vida y la felicidad, del regalo que supone despertarse cada mañana.

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“Yo ya he llevado a mi María de Villota personal”

Carlos abandonó por un instante el micrófono para coger su casco -lleno de patrocinadores- y señalar la estrella roja de María que porta en la parte trasera “por una decisión personal desde 2014. Y no es llevar el Legado pero yo ya he llevado a mi María de Villota personal metida… dentro del casco que...”. Ahí, el joven de 21 años se derrumbó y debió coger aire. Aplausos. “que me hacía una ilusión tremenda y que va a ser un honor para mí, junto con otro piloto como Pedro, como pueda, que es con una sonrisa junto a esos valores que veis allí”. Es la primera vez que la serenidad y frialdad que acostumbra transmitir el piloto de Toro Rosso dejaba hueco para la entrada de una bocanada de emociones, esas sensaciones que un piloto entrena mentalmente para tratar de controlarlas. En esta ocasión fue inevitable.

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El fin de semana pasado, en la carrera más especial de la temporada, Carlos Sainz estuvo muy cerca de lograr su primer podio en Fórmula 1. No tira la toalla y está “convencido” de que tendrá más oportunidades este mismo año. Cuando eso ocurra será la segunda vez que se suba a un podio y con su casco en mano señale la estrella de María. Y se emocione al recordar cómo y con quién empezó todo.